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Las 'salaíllas' y habas de San Cecilio pueden con el frío

  • La ciudad cumple con su patrón pese a la amenaza de lluvia y las gélidas temperaturas

  • La afluencia se vio mermada, pero la peregrinación al Sacromonte reunió a cientos de granadinos

Con máximas de 9 grados, un cielo encapotado y la amenaza de nieve y lluvia, al propio San Cecilio le habría costado trabajo salir de casa y subir hasta la Abadía del Sacromonte. Pero la tradición 'tira' del granadino, y aunque ayer la celebración del día de su patrón no fue tan multitudinaria como cuando brilla el sol y las temperaturas invitan a estar en la calle, la fiesta contó con sus adeptos, fieles todos ellos al bacalao, las habas verdes y las salaíllas.

El primer domingo de febrero, llueva, nieve o truene, tiene marcado en Granada el recorrido a seguir, ese que atraviesa el centro de la capital para adentrarse en las callejuelas encaladas del Albaicín y trepar hasta la cima del Sacromonte, históricamente adornado de chumbos, flamenco y macetas, para cumplir con San Cecilio.

El Ayuntamiento repartió 4.000 kilos de salaíllas, mil kilos de habas y 180 de bacalao

La popular Abadía del Sacromonte ha vuelto a lucir impertérrita a fríos o posibles nevazos para acoger desde el mediodía el inicio de los actos oficiales, que comenzaron con la llegada de la corporación municipal, liderada por el alcalde, Francisco Cuenca, que fue recibida por los comisarios sacromontanos.

También oficial es la misa que ofició el arzobispo granadino, Javier Martínez, en el interior de la Abadía, antes de la ofrenda floral realizada en el altar mayor de la iglesia y tras la que los asistentes se desplazaron hasta las cuevas del Sacromonte, para dejar también flores en el Horno de San Cecilio y en la capilla de la Virgen de las Santas Cuevas.

Aunque el cielo encapotado no soltó finalmente ni copos de nieve ni lluvia, sí ha marcó el peregrinar de los granadinos, menos que en ediciones anteriores, y redujo las también tradicionales colas para rendir tributo al patrón o reponerse de la caminata hasta la cima del Sacromonte. También minimizó las colas en los puestos de reparto de las tradicionales viandas de San Cecilio, en las que hubo menos empujones y codazos de lo habitual en esta tradicional fiesta granadina.

En las inmediaciones de la Abadía, el Ayuntamiento de Granada volvió a repartir 5.000 botellines de agua, 4.000 salaíllas, mil kilos de habas y otros 180 de bacalao troceado para poner sabor de barrio y tradición a la romería.

La explanada del Sacromonte, vallada y con el suelo seco pese a los agoreros anuncios de precipitaciones de los días anteriores, se convirtió en escenario para las actuaciones del Grupo Municipal de Bailes Regionales y de las asociaciones de vecinos Cervantes y Parque Nueva Granada.

Y así, con el acompañamiento de letras tradicionales como el "Quiero vivir en Granada solamente por oír las campanas de la Vela cuando me voy a dormir", Granada volvió a cumplir con su patrón, San Cecilio, en un romería 'salá' incapaz de dejar fríos a los asistentes

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