pasado con presente incluido

La segunda inocencia de Juan José Porto

  • Dirigió varios periódicos en España, entre ellos Patria, y realizó trece películas

  • Desde hace unos años vive en Madrid

  • Dice que a pesar de no creer ya casi en cada, no le faltan proyectos por hacer

Su elegancia desganada, su cortesía un poco pretérita, su indesmayable curiosidad intelectual, su capacidad de seducción, su vida llena de avatares personales… Periodista, director de cine, novelista… Juan José Porto tiene una biografía que parece escrita en una montaña rusa. Siempre dispuesto a la emoción del vacío, ha sabido balancearse en la existencia hasta llegar a muchos sitios posibles. Locuaz o lacónico según la conveniencia, eufórico o pesimista según las circunstancias, ha intentado conjugar casi todas los tiempos del verbo vivir. Y dice que ha conseguido ser feliz en muchas etapas de su vida. Este vitalista por naturaleza tiene últimamente averiado el ánimo, desde que hace unos meses se mató en un accidente de tráfico en Granada su hijo mayor. También sus percances en el cuerpo -está de médicos- le han restado movilidad y prestancia a su manera de estar en esta puta vida. Ahora se ha instalado en Madrid y dice que está viviendo su segunda inocencia porque ya no cree en nada. Aun así, cuando se levanta todos los días encuentra un resquicio de ilusión que le mantiene pedaleando en la bicicleta, a sabiendas que sin un día deja de pedalear, se asegura la caída.

Una vez le oí decir que tenía la suerte de hacer lo que le gustaba -cine y periodismo- y que le pagaran por ello. Cuando yo llegué a Granada en el año 1981 él era el director del diario Patria y había realizado varias películas, entre ellas El último guateque, con un argumento en el que el retrataba a toda una generación que se divertía en los bailes clandestinos. Yo le tenía cierta envidia porque suponía que en el rodaje de la película había ligado con Cristina Galbó, la actriz de la que yo estaba de adolescente platónicamente enamorado. Una noche se lo dije en una fiesta de la Asociación de la Prensa y soltó una carcajada limpia y sonora que hizo sentirme un poco confundido y bastante atribulado.

-Pues cuando quieras te la presento, Cristina es un encanto- me dijo.

Nunca me la presentó, pero a raíz de ahí nuestra amistad fue en aumento, hasta alcanzar esa cota que permite alegrarnos enormemente cuanto nos vemos.

Un niño feliz

Juan José Porto nació en el Sanatorio de la Salud de Granada el 16 de abril de 1945, o sea que el lunes pasado cumplió 73 años. Sus primeros pasos de escolar los pasó en el Colegio Calderón, que era para chicas y aprendices de párvulos. Luego pasó por la Academia Nuestra Señora de las Angustias y después por los Escolapios

-Urge decir que fui un niño feliz, un adolescente feliz y un aprendiz de hombre feliz. Siempre me sentí querido, aunque no lo mereciera. Aunque a veces creo que sí lo merecía, ¡qué puñetas! En tanta dicha tempranera influyeron, además de mis padres y hermanos, mi abuela materna y mi tío Rafael Jodré, un médico humanista que marcó mi vocación hacia la cultura, la independencia, la libertad y el amor.

Su vocación periodística apareció muy pronto. Vivía en el barrio Figares y con su amigo Miguel Fernández Fenoy fundó una publicación La Gaceta Figuereña, de periodicidad imprevisible y con todas las secciones, incluso los ecos de sociedad.

-Yo tenía once o doce años. Hacíamos el periódico a hurtadillas, en casa de Miguel, utilizando una vieja Underwoord con calcos. Hacíamos varias tiradas, según la demanda. Luego estaba en la OJE en el Grupo de Prensa y hacia notas para enviarlas a los periódico locales sobre actividades de deportivas, sobre todo de los partidos de tenis de mesa: la OJE de Granada tenía uno de los dos o tres mejores equipos de España. Un día me llamó José Luis Piñero, mi primer maestro, y me comentó si quería colaborar en la sección de Deportes de Patria. Después Eduardo Molina me propuso que colaborara con reportajes para la última página. ¡Ni te puede imaginar el alegrón! En aquel 'escuadrón de currinches', que decía Daniel Saucedo, el redactor jefe, se integraban ya Paquito Gil Craviotto, Melchor Saiz-Pardo, Salvador Enríquez… ¡Bueno! Patria fue mi escuela, como la de tantos espléndidos y magníficos colegas. Yo estudiaba Ciencias y mi padre recelaba, pero, al final, Melchor, que se había instalado en la agencia Pyresa, me llamó que había una posibilidad de ir allí y que se lo había comentado al director, a Jaime Campmany. Todo salió sobre ruedas.

Se fue a trabajar a Pyresa pero a los 29 años volvió a Granada para dirigir Patria. De este periódico granadino tiene el mejor de los recuerdos.

-De mi paso por Patria en tres etapas diferentes lo recuerdo casi todo. El día que llegué por primera vez como director tenía veintinueve años y me prepararon un acto que yo no deseaba porque me sentía emocionado y nervioso. Tuve que hablar en aquel viejo patio de inmarchitable recuerdo ante toda la plantilla y los representantes de los medios de comunicación locales granadinos. Allí estaba mi antecesor Eduardo Molina y mi entrañable Melchor Saiz-Pardo, a la sazón ya director de Ideal. He dirigido periódicos en Madrid, Almería, Alicante, Palma de Mallorca y varios más en Granada, pero ninguno podrá eclipsar el alma de Patria, que nos ungió para siempre a todos.

El cine

Pero a aquel niño que había nacido en la calle Duende (¿fue una premonición?) también le gustaba mucho el llamado séptimo arte.

-El amor por el cine me lo concitó mi tío Rafael. Raro era el día en que, concluidas mi obligaciones escolares, no me llevaba, acompañado de su mujer, Sofía, a ver alguna película. La primera que recuerdo fue La jungla en armas. Me había impresionado Las zapatillas rojas; y de las españolas, Raza, siempre he sido muy patriotero.

Como cineasta, Juan José Porto ha dirigido y estrenado un total de trece películas, entre las que hay que destacar El último guateque, El curso en que amamos a Kim Novak, Crónicas del bromuro, Morir de miedo, Las trampas del matrimonio, El violador violado, Dos hombres y una mujer, La hermana y El florido pensil, esta última basada en la obra homónima de Andrés Sopeña. Tanto de ésta como de muchas de las otras, Porto es asimismo autor o coautor de su guión cinematográfico. En esta faceta, fue además distinguido con diversos galardones, como el premio al Mejor nuevo director del año, en 1979, o el Luis Buñuel a los Nuevos valores de la década, en 1980.

En cuanto a su faceta literaria, Juan José Porto ha cultivado la narrativa y el ensayo. Ha publicado diferentes obras en sendos géneros, entre las que destacan el libro de crónicas Estar en ningún sitio y las novelas La víbora ganadora del premio nacional Benito Pérez Galdós, y El ángel era un fraude, así como Síntesis histórica de un cierto cine español y Luis Buñuel: el irresistible encanto de la individualidad, una biografía del realizador aragonés con un prólogo que yo le escribí.

-La narrativa para mí ha sido una necesidad: una necesidad gozosa porque cuando no podía hacer una película por la razón que fuere, volcaba mis inquietudes, mi pesar y sentir en un libro. La novela para mi es crónica y el ensayo, confesión.

Juan José Porto es un hábil conversador. En sus contestaciones casi siempre hay una anécdota o una cita de alguien importante que viene a pelo de la conversación. Su risa en contagiosa y su memoria, aunque empieza a fallar, como a todos, puede pasar por la ITV sin ningún tipo de problemas. Desde hace unos años vive en Madrid, porque siempre en su vida de trashumante de la palabra e incansable buscador de la imagen perfecta, la ha considerado su ciudad. Dice que allí tiene su vida, pero que añora mucho Granada, por la que siente un cariño especial. Y añade que, a pesar de todos sus pesares y su estado de ánimo, aún tiene proyectos.

-De no ser por mi carácter vitalista y apasionado, te diría que ahora ando instalado en lo que el poeta definía como la 'segunda inocencia', o sea, la que da en no creer en nada o casi nada. Pero sería una fuerte contradicción con quien confiesa que ha amado, que ha vivido y que está seguro de que si dejo de pedalear, me caigo de la bicicleta. Por eso sigo con el que creo que es el proyecto más importante de mi vida y al que he dedicado muchos años. Se trata de una serie sobre la vida y las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, en la que actualmente trabajo entre visitas a los médicos y suspiros por la dicha imposible.

Juan José Porto se precia de haber conocido y tratado a Luis Buñuel. Precisamente en la presentación de su libro sobre el realizador aragonés aquí en Granada, confesó que lo conoció cuando fue a hacerle una entrevista y le dijo que se la concedía con la condición de no publicarla. Se la hizo y al final no la publicó.

-Tuve la inmensa suerte de conocer a Luis Buñuel y más aún, que me considerara su amigo, todo desde el inmenso respeto que yo le profesara y una apasionada admiración sólo comparable a la que experimento hacia Alfred Hitchcock. Era una persona difícil de tratar y con una personalidad muy contradictoria, por ejemplo era coleccionista de armas y pacifista. Le he dedicado tres libros, y aún creo que le debo uno que, espero, tú prologues también.

-Esto está hecho.

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