Los vecinos del pequeño anejo de Belerda viven con el miedo diario de que cualquier montículo de tierra se les venga encima de sus casas y que haya que lamentar cualquier desgracia personal. Especialmente, durante estos meses en los que las lluvias y las nieves amenazan la peculiar orografía troglodítica de un pueblo de poco más de 200 habitantes que tuvo que hacer frente a la caída de su iglesia cueva a finales de 2009 y a numerosos desperfectos en el barrio Mochilas.
El último susto se vivió el lunes cuando una vivienda abandonada en la calle San Francisco, número 21, se vino parte del techo y de la fachada abajo, dejando un panorama desolador en toda la calle. Hasta el lugar del percance se desplazó ayer el alcalde de Guadix, Santiago Pérez, que observó los desprendimientos ocasionados debido a las inclemencias del temporal y aseguró que "los técnicos se han desplazado para valorar los daños y ver qué se le aconseja a los propietarios, con la intención de reparar los desperfectos y, especialmente, de limpiar la calle".
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