Granada

La violación química, el abuso que no deja huella

  • La voluntad de la víctima se anula tras consumir estupefacientes sin su consentimiento Los expertos recalcan la dificultad que supone para poder denunciar

Existe un tipo de agresión sexual aún más violento. Se trata de la sumisión química, o lo que es lo mismo, hacer ingerir a la víctima estupefacientes sin que esta sea consciente de ello, normalmente a través de una bebida, para anular su voluntad y poder así abusar de ella.

Expertos sanitarios y forenses alertan de este tipo de agresiones a jóvenes. Muchas de ellas se producen en chicas jóvenes en lugares de ocio mientras que consumen alcohol. Pese a no tener constancia del número de casos, se ha detectado un aumento de esta práctica entre un 20 y un 30% durante los últimos años.

En este tipo de violaciones resulta aún más complicado hacer una denuncia, ya que la víctima toma conciencia de lo ocurrido aproximadamente 20 horas después de haber sido drogada. Esto dificulta la obtención de pruebas concluyentes, como el registro de semen o evidencias de haber sido forzada a practicar determinadas prácticas sexuales.

La incapacidad para recordar con claridad lo sucedido o el desconcierto que algo así provoca en la mujer son otras de las causas que entorpecen la denuncia.

Los expertos sanitarios aseguran que este tipo de agresiones tienen un efecto psicológico perjudicial en las mujeres que les impide actuar con normalidad en situaciones cotidianas en su trato con hombres.

Los psicólogos advierten de que estas personas pierden seguridad en su entorno. Alguien les agrede y les cuesta verbalizar lo que ha sucedido.

Según las asociaciones de ayuda a mujeres violadas, la mayoría de estas chicas deciden no denunciar al sentirse culpables por haber hecho algo que no debían y temen ser juzgadas por ello. Algunas de ellas no asocian que se trate de un delito al no cumplir con el estereotipo que tiene la sociedad de una violación.

El alcohol y el gammahidroxibutirato (GHB), entre otras sustancias de abuso, son los psicoactivos mas recurrente en este tipo de agresiones porque provocan la amnesia y sedación sin dejar un rastro de olor o color que prevenga a sus víctimas.

El GHB, por ejemplo, se vuelve indetectable en pocas horas para los análisis de sangre y orina convencionales, lo que impide extraer pruebas concluyentes que confirmen la intoxicación.

La sumisión química se introdujo en el Código Penal en el año 2010 aunque no se tipifica como agravante el uso de sedantes con un fin sexual. Ante las secuelas que dejan este tipo de abusos resulta necesario denunciarlo para evitar que otras mujeres puedan ser víctimas de agresores, que en muchos casos, actúan de manera reincidente con impunidad.

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