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Un bochorno técnico y de actitud

  • Los rojiblancos vuelven a defraudar a su afición en una cita que era clave

  • Los de Voro jugaron muy cómodos durante todo el choque con mayoría en el centro del campo

Un bochorno técnico y de actitud

Un bochorno técnico y de actitud

El Granada CF de esta temporada pasará a la historia por cualquier cosa menos por su calidad en el juego, sus buenos partidos o por dar alegrías a su afición. Pero lo de ayer rayó el ridículo. Sin nada a lo que agarrarse, sin recursos futbolísticos algunos y con una actitud que dejó mucho que desear para lo que se jugaba la entidad, el resultado no podía ser otro que un horroroso partido que terminó con cualquier esperanza -si es que la había- de lograr la salvación.

Tres cambios

El tercer partido en ocho días hacía presagiar cambios en el once de Lucas Alcaraz. Vezo era baja obligada por la cláusula del 'miedo', pero además se quedó fuera Isaac Cuenca para dar entrada a Carcela. Además, Uche dejó a Boga en el banquillo. Tres novedades que no mejoraron lo poco bueno que se vio en Riazor sobre todo porque por el arranque de partido, parecía que el duelo era de pretemporada, a un ritmo muy bajo y con una concentración, sobre todo en las marcas, que dejó mucho que desear.

Nuevo experimento

El enésimo intento por mejorar en defensa fue ordenar una línea de cuatro atrás con Pervis Estupiñán de lateral izquierdo. El ecuatoriano demostró que aún está muy verde, sobre todo tácticamente, para jugar al nivel de la Primera División. Sus problemas para cerrar cuando Joao Cancelo buscaba la diagonal o Santi Mina caía por su banda, generaron muchos problemas defensivos, los habituales por cierto esta temporada. Son ya doce, más Uche que ayer también actuó de central, los efectivos que se han empleado atrás y una conclusión: 65 tantos encajados. Está todo dicho.

Reacción de Lucas

Con 0-2, no había otra que intentar cambiar algo. Alcaraz mandó a vestuarios a Ingason, retrasando a Uche a la posición de central; ubicando a Pereira junto a Wakaso y dando entrada a Boga en la media punta. Pero no se mejoró un ápice. Sobre todo por la falta de movilidad en la línea de tres que el técnico ordenó por detrás de Kravets. Sólo tímidas internadas de Héctor generaban algo de peligro, pero lo cierto es que el Valencia vivió muy cómodo durante todo el choque.

Sólo Wakaso

En un equipo con los recursos técnicos y tácticos tan limitados, al menos hay que ofrecer un mínimo de profesionalidad y amor propio. Eso fue lo que hizo Wakaso, el único con carácter que trató de presionar y no dio ni un balón por perdido. El mejor ejemplo fue el sprint que realizó en el minuto 92 en la última acción del partido cuando ya no podía más. Un mínimo del que el resto de sus compañeros deberían aprender cuando la calidad no da para más. Y eso que el trivote formado por Voro con Dani Parejo, Álvaro Medrán y Carlos Soler contaba con mayoría en la medular, lo que le hizo trabajar más de la cuenta.

Carcela

Pero si Wakaso es el claro ejemplo de un profesional íntegro con sus limitaciones y su demasiado ímpetu por momentos, Carcela lo es de cómo no se debe afrontar un partido. Desganado, sin seguir a su par en ningún momento, dejó que Lato, que debutaba como titular en Primera División, tuviera un plácido día a nivel defensivo. El que debería ser el hombre más desequilibrante de la plantilla volvió a defraudar, una vez más. Y esta vez ante su público, porque lo normal es que se 'borre' lejos de Los Cármenes. Pero sigue jugando.

Arreón de casta

Tema Ponce al margen, lo cierto es que lo mínimo que se le pide a un equipo penúltimo en la tabla clasificatoria es casta. Aspecto que se vio en los últimos 20 minutos pero eso sí, cuando el cuadro valencianista levantó el pie del acelerador. Sin eso, no se puede competir.

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