Granada CF

Demasiada timidez para la envergadura de la cita

  • Los granadinistas mejoran su estadística global cuando se sacuden el miedo inicial y se lanzan al ataque al ver el duelo prácticamente perdido

Kravets anotó el tanto rojiblanco en el segundo chut que practicó ayer.

Kravets anotó el tanto rojiblanco en el segundo chut que practicó ayer. / álex cámara

Otra vez el Granada CF esperó a verse ahogado para autoespolearse. La repercusión del choque de ayer entre los rojiblancos y Osasuna para la pelea por la salvación no estuvo refrendada por el vigor ofensivo de los primeros. Como las cifras señalan, el temor, la timidez o la excesiva paciencia castigó a los de franjas horizontales antes del descanso. Optaron por no lanzarse al ataque sin tapujos, y a punto estuvieron de pagarlo frente a un conjunto pamplonica mucho más osado y que, en general, acumuló mejor estadística que los locales.

Pidió Alcaraz a los suyos en la previa que tuviesen los ojos "inyectados en sangre", que jugasen con el cuchillo entre los dientes. Sus pupilos, empero, no debieron entenderle. Si alguno de los dos conjuntos fue desde el inicio a por los tres puntos, fue el que vistió de verde. Se adelantó con su primer chut del encuentro y defendió con tesón su tesoro, como demuestran las once faltas que cometió antes del asueto -por las sólo tres granadinas-. Sin agresividad y, aparentemente, sin hambre, el Granada CF estuvo a merced de su rival, inoperante ante la intensidad de los hombres de Vasiljevic, y únicamente disparó en dos ocasiones en la primera mitad.

Tuvieron que verse los granadinistas con el duelo prácticamente perdido para sacudirse el miedo y lanzar acometidas en libertad. Es más, se empeñaron en hacer buena aquella máxima de HH -Helenio Herrera- que augura mejor juego con diez futbolistas que con once. Tras la expulsión de Uche, los rojiblancos protagonizaron, quizá, sus mejores minutos, aunque también estuvieron más expuestos a las contras navarras. Al final, el 9-13 en tiros refleja la mayor mordiente visitante. Mención especial para Sergio León. El cordobés se apuntó casi la mitad de las percusiones de su equipo y dio un recital de lo que es ser un ariete. Gran futuro.

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