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Un punto que es leche... cortada (0-0)

  • El Granada se deja dos puntos ante el Reus en un partido impropio para un equipo que busca el ascenso directo a Primera

  • Las malas condiciones del campo y la táctica local dejan a los de Oltra sin claras ocasiones

Ir punto a punto es algo que le valdrá al Reus, pero no al Granada. Al menos a este Granada que quiere subir por la vía directa y no mediante la del infarto en unas eliminatorias que, salvo en la última década, históricamente se le han dado mal a este club. Se pueden buscar muchas justificaciones, barra excusas, para explicar el empate a cero en el Estadi Municipal y así voltear el relato hacia el lado positivo y no el negativo. Y las hay: un rival que sabe rentabilizar sus goles, que defiende muy bien porque no juega un pimiento al fútbol, que tiene un campo con medidas bastante pequeñas y que, para colmo, estaba en muy mal estado, y sobre todo que el equipo no ha perdido. Pero ese argumento, muy válido en las últimas temporadas en Primera, no vale para este nivel de exigencia, y con todos los condicionantes ya expuestos con anterioridad, un equipo que no ha concedido ocasiones como ayer el Granada no puede irse de Reus sin obligar a Edgar a hacer uno, dos o tres paradones. Ni con Ramos, ni con Manaj, ni con Joselu, ni con Puertas, ni con la Santa María, la Pinta y la Niña. Por eso, quizás los "puntos de la leche" tan cacareados por Caparrós no puedan extrapolarse a un Reus-Granada. El punto es fantástico, pero para ellos.

También es imposible decir que el Granada no lo intentó. De todas las maneras posibles y con todo el arsenal. Sin Machís sancionado, Oltra sacó ayer al campo a Joselu y Adrián Ramos, y durante algunos minutos convivieron en el terrible césped, o lo que quedaba de él, los tres delanteros del equipo con la incorporación de Rey Manaj. Estériles con toda la pólvora. También con cambios de sistema. El del doble pivote y enganche envió al ostracismo a Joselu, visiblemente fuera de sitio en la banda izquierda, algo que no se atrevió a tocar el entrenador cuando al meter al albanés dejó a este y a Ramos con un 1-4-4-2. Igualmente inofensivo. Con el colombiano vacío se vino Puertas al campo para volver al 1-4-2-3-1 con el que el Granada cerró el partido con alguno de sus minutos, no mejores, sino más acertados.

El Granada cambió tres veces de dibujo: empezó con un punta, pasó a dos, y volvió al enganche

No estuvo a gusto el Granada en ningún instante del partido, temeroso de que en alguna les cazara el Reus. De hecho, lo que fueron ocasiones, a pesar de acabar la primera parte con un 57% de posesión, sólo fueron dos y una más bien fue el lamento por lo bien que Olmo le quitó a Adrián Ramos. Un remate que, de haberlo conectado, casi seguro que hubiera sido gol. Del colombiano, el único remate bueno fue pasada la media hora aunque en posición complicada peinando un centro templado de Espinosa.

Mérito del Reus fue que el marcador no se moviera. El campo de minas que plantó en su mitad de campo López Garai espesó mucho al Granada, que gozó por momentos de largas posesiones, con Kunde descolgándose por dentro y Montoro tratando de repartir hacia unas bandas a las que les faltó encarar. Sin Darwin, parece que Pedro hasta se atreve menos en los uno contra uno, pero vamos, los reusenses dejaron poco espacio a la imaginación de nadie. El único gran centro peligroso lo hizo Kunde a cuyo remate no llegó por poco Joselu (47').

Cerrado por dentro el Reus, el Granada perdió la perspectiva al partido en algunos momentos. Tener la pelota pero no hacer daño, las dudas afloraron. Ni había profundidad, ni velocidad, y también faltó más asociación por dentro. Peña era la solución pero Oltra sorprendió con las variantes de Manaj y Puertas, la primera extraña y la segunda para recomponer. Los ocho minutos con dos delanteros coincidieron con la aparición esporádica del Reus por claro paso atrás de los rojiblancos en la intensidad a la hora de recuperar. Cuando el equipo no venció en los duelos individuales y los balones divididos, los locales salieron más de la cueva. Aunque claro, al igual que el Granada, sin ocasiones claras de peligro salvo la única de todo el duelo: una acción de estrategia en un córner acabó con Campins, el lateral derecho, disparando fuera. Dio la impresión de que habían malgastado su única bala, aunque en el descuento el Granada les regaló alguna más que tampoco pudieron convertir, sobre todo la última, en un balón colgado resuelto en falta como cuando en el colegio sonaba la sirena al final del recreo y el que marcara, ganaba. Edgar Hernández hizo dos faltas en la misma acción, nada menos.

No hay que dudar que el Granada lo intentó todo para ganar en un campo con unas condiciones impropias y un rival rugoso, pero al equipo le faltó jugar mejor sus bazas, que tiene muchas. Las suficientes como para superar todas las adversidades y ganar a un rival del tipo del Reus. Un equipo hecho para subir directo está obligado a, por lo menos, dar más miedo que ayer.

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