Granada cf

Golpeando un avispero

  • El estrepitoso ridículo del Granada ante la Cultural en los minutos finales fue exagerado, pero el mal resultado abona el terreno para especulaciones hasta del futuro de la entidad

Ese gol de la Cultural al final tiene moraleja: A perro flaco todo se le vuelven pulgas, y además atrae a los moscardones.

Ese gol de la Cultural al final tiene moraleja: A perro flaco todo se le vuelven pulgas, y además atrae a los moscardones. / ÁLEX CÁMARA

Escribí estas líneas casi 24 horas después del mazazo contra la Cultural y seguía sin entender cómo diablos el Granada dejó que pasara lo que pasó. He leído y releído las crónicas, incluida la mía, oí al menos tres tertulias radiofónicas, vi las repeticiones de los goles al menos seis veces y buceé en las redes sociales a ver si el paso de las horas había sosegado el tema y arrojado a la luz algún análisis que no fuera el disparo a diestro y siniestro a todo lo que se movía con una camiseta rojiblanca y un carnet de entrenador sin currículum. Todos son culpables y a la vez no lo son, según todos los debates. Se señala al entrenador, pero en la balanza contraria está quien dice que en el fondo no fue un mal partido. Pero sí había unanimidad en una cosa: los misiles por elevación camino del nombre de Jiang Lizhang. Hasta se dice que puede vender. Cinco minutos terribles que pasan de un resultado esperanzador al efecto de una patada a un avispero. El gol de Moutinho tuvo ese efecto.

LO QUE PUDO SER

Expongo la crónica que tenía escrita (mentalmente) hasta el minuto 92. Hubiera dicho algo así como que el Granada retomó la senda del triunfo, sin brillantez y sin mostrar mejoras sustanciales en sus carencias, sobre todo las defensivas. Hubiera calificado como justo el triunfo, sufrido de más por los nervios que casi daban al traste con la mejor puesta en escena de Pedro Morilla, con un equipo capaz de sobreponerse sin conceder apenas ocasiones en la primera parte a su rival, y quitándole la pelota durante prácticamente toda la segunda a una Cultural amante del trato delicado de la mejor escuela Guardiolista reencarnada en la figura de Rubén de la Barrera. Hubiéramos hablado del mejor momento posible para retomar la confianza del grupo, con Machis siendo decisivo estando al 60 por cien, y que las perspectivas de play off se veían de otra manera a una semana de ir a Huesca. Pero todo esto no pasó. Se esfumó en algo más de cinco minutos que pelaron el cable de alta tensión por el que circula la autoestima de esta plantilla y de este entrenador. Decía Morilla en sala de prensa que no era justo quedarse con lo que pasó al final, pero precisamente lo que pasó al final es lo que termina valiendo, lo que termina aflorando tantos y tantos males que aquejan a este club sin gran timonel.

EL CAMPO DE CULTIVO

Lleva tiempo hablándose de que Jiang Lizhang tiene al Granada en venta. Hay que puntualizar que todo es vendible en este mundo futbolístico: no lo está salvo que llegue una oferta buena. En el club no saben nada de eso, pero también desliza el entorno que eso es un asunto que llevaría directamente el dueño, y todos sabemos que median 12.000 kilómetros entre la cabeza pensante del dirigente chino y la ciudad de Granada. Hay un runrún alimentado por la mala marcha del equipo y, sobre todo, por esa impresión de abandono que se transmite desde la propiedad. ¿Credibilidad? La justa y necesaria. Hay quien se mueve bien en las entretelas de este tipo de operaciones, como el abogado Jiménez Zorrilla, que tanto directamente como indirectamente ha aparecido en las radios estas dos semanas. Tendrán un punto de realidad a tener en cuenta, pero permítanme tomarlo con mucha cautela. Hay 37 'kilos' puestos por Jiang en el Granada y el precio de una hipotética venta del club, y más tal y como está ahora, no llega ni a la mitad de ese valor. Y la pregunta. ¿Quién hay detrás? Se habla de un grupo que traería de vuelta a Pina y a Cordero. Y yo me pregunto, con el panorama judicial que tienen, ¿hasta qué punto le interesa al Granada empantanarse con el clan murciano otra vez? Uno de los comentarios de la grada tras la operación Líbero era "menos mal que no están ya en el club". Eso sí, el campo de cultivo está abonado.

LA ÚLTIMA ESPERANZA

Huesca es la estación esperanza para la temporada del Granada. Uno de los discursos más manidos de la temporada rojiblanca es que con los de abajo no ha dado el callo, pero sí con los grandes. El partido en El Alcoraz es el Rubicón para avivar la llama del milagro que ahora parece ser el ascenso. Y al contrario, ya no perder, si no no ganar, será la prueba definitiva, el punto de inflexión, la constatación de una temporada que casi podría decirse que se ha tirado a la basura con cinco partidos aún por delante. Agarrémonos a esa última cábala.

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