GRANADA CF - ATLÉTICO DE MADRID

El 'Cholo' siempre gana (0-1)

  • Excelso partido del Granada, que merece más ante el Atlético, que pese a rozar el ridículo en muchos minutos, golpea más que los rojiblancos, ahora un punto más cerca de Segunda.

Griezmann celebra su tanto detrás de la portería de Ochoa.

Griezmann celebra su tanto detrás de la portería de Ochoa. / Álex Cámara

Es la historia repetida una y otra vez contra el Atlético de Madrid. En todos los enfrentamientos frente a los colchoneros de esta época actual, Simeone estaba en el banquillo y en todos esos encuentros ha pasado lo mismo. Alguna vez se rascó un empate, pero siempre salió el conjunto madrileño vivo. Ayer fue la derrota más dolorosa frente al Atlético por lo que supone. A un equipo como el Granada no se le presentarán ocasiones como la de anoche para rascarle puntos a un grande. A esa machada que Lucas solicitaba tras la derrota, ya sólo le quedan Madrid y Barça, que ni mucho menos son este 'Atleti' que mereció perder en Los Cármenes. Se desaprovechó la zozobra que creaban las contras locales, los múltiples acercamientos de la primera parte -y algo menos de la segunda- y eso lo pagó caro. El partido se movió en el alambre del fallo individual y la diablura de la calidad de algún Griezmann o Carrasco. Y eso decantó el partido para desesperación de un Granada que pierde a Wakaso para Gijón con una de esas rojas que cuestan descensos. Al final del partido, la sensación de tristeza invadió un graderío que durante 84 minutos pensó que no se iría a casa viendo un poco más cerca Segunda.

De esa primera parte excelsa del Granada CF no salió ningún gol, pero bien que lo buscó y lo mereció, pero mientras los rojiblancos centraban sin rematador y sus disparos carecían de precisión, los ayer de negro creaban peligro con un simple despeje. Ejemplo de ello es la última acción antes del descanso en la que un balonazo de Juanfran dejó solo a Griezmann ante Ochoa, aunque a Saunier le dio tiempo a echarse encima de su compatriota y le provocó un tropiezo que acabó en saque de arco.

Así se resumía un primer acto de alegría y entusiasmo granadinista, que a poco que empezó a darse cuenta que con anticipación e intensidad dificultaba de forma rotunda el juego del Atlético, se creció en el partido y dominó para sorpresa de propios y extraños al Atlético. Sin embargo, a este equipo desde hace años no le importa que sus rivales le mareen con la pelota en los pies. Da igual que sean un Madrid o un Barça que un Granada o un Sporting. Haz lo que quieras con la pelota que le crearás poco peligro. Y eso fue en el fango en que se hundió el equipo de Lucas Alcaraz. Las carreras de Héctor y Foulquier por las bandas, las arrancadas de Wakaso y un hiperactivo Andreas Pereira, que guiaron al equipo, se quedaban en nada porque, si en algo jamás vas a coger desprevenido al Atlético es desorganizado al contragolpe. Si ante otros rivales, el Granada había podido desequilibrar con balones al espacio, ayer también... Hasta que a la hora de rematar se trataba. Ahí ya no había fiesta. Finalizaciones claras para el Granada, se cuentan con los dedos de una mano. En la primera solo una: un cabezazo templado de Ramos que detuvo Oblak en una jugada larga. Y eso pese a sumar un centro de Wakaso que casi se cuela, y una contra de tres para uno en la que Andreas Pereira sirvió tan mal que ni Adrián Ramos ni Boga conectaron un gol que pasó por sus espaldas. En la segunda, coincidiendo con la mejora del Atlético con la entrada de Correa, sí gozó de mejores posiciones de gol el conjunto rojiblanco, con una jugada de tiralíneas por la derecha que acabó en un pase de la muerte de Uche Agbo a un Ramos que remató flojo (53'), una pérdida de tiempo de Boga dentro del área cuando debía rematar de primeras (55'), y un disparo de Andreas Pereira muy desviado a servicio de Héctor que podía haber terminado mejor.

Fue un Granada de algaradas, de idas y venidas, que atacó al Atlético con su medicina y con sensación de superioridad. Un derroche físico extremo que agotó a Uche Agbo, que en los minutos finales dejó que el conjunto de Simeone filtrara algunas diagonales a Griezmann y Carrasco que solucionaba imperiales Ingason y Saunier. Pero ante este equipo, que con poco te gana, no basta eso. Decidió el partido la calidad, la conexión y el polvo de estrellas, no solo en el centro de Koke y el magistral giro de cuello de Griezmann, justo cuando el empate se empezaba a dar por válido (84'). Pudo ser antes, con un disparo del francés que se fue al lateral de la red (53'), o en uno de los dos paradones casi a bocajarro de Ochoa al Principito y a Koke. Eran pocos los méritos del Atlético para los problemas que creaba a una defensa que encima maniató muchos minutos los circuitos internos atléticos. Pero al final, siempre pasa lo mismo entre Granada y Atlético. El 'Cholo' siempre gana.

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