VALLADOLID - GRANADA CF

Pérdida de credibilidad (2-1)

  • Primera derrota en Liga de un Granada que pudo ser goleado por el Valladolid de no ser por las intervenciones de Varas. Defensivamente, el equipo es horrible, pero mejora con la posesión

Al igual que en política se dan cien días de gracia al gobierno recién constituido, en fútbol cinco jornadas ya están bien para, no empezar a atizarle al equipo, si no para empezar a constatar que lo que eran lagunas provocadas por la falta de rodaje, ahora ya han cobrado visos de ser síntomas claros de que algo no está funcionando como debe. Perdió el Granada su primer partido de la Liga, aunque no el primero de la temporada, que hay que ponerlo dentro de la Copa del Rey. Lo hizo castigado por lo que ya es una lacra que Oltra ha sido incapaz de arreglar con respecto a la temporada pasada: la fragilidad en fase defensiva, que no de la defensa. A este equipo, y más desde que no está Germán, le marcan muy, pero que muy fácil, y ante un Valladolid que tiene a gala ser el equipo más goleador de la categoría, eso es un serio problema.

Perdió el Granada porque en el campo tampoco promulga lo que a Oltra se le llena la boca de decir en las ruedas de prensa: llevar el peso del juego. A los locales les hizo falta diez minutos de sesteo visitante para marcar el 1-0, que bien pudo serles suficiente para conseguir los tres puntos pese a los fuegos artificiales de la recta final. Solo cuando el Valladolid marcó, el Granada se pareció a lo que anhela su técnico, un equipo capaz de crear peligro teniendo la pelota. Y eso tan sólo duró hasta que se pitó el intervalo.

Una de las filosofías que el club ha tratado de implantar desde que al mando llegó el chino Jiang Lizhang es la del buen juego. Primero con la gente de Media Base Sports, ergo Guardiola, ergo tiki-taka. Querían que el Granada fuera conocido por tener buen gusto por el balón y por sacar jugadores de la cantera con ese estilo. Paco Jémez fue la apuesta y duró seis jornadas. Luego llegó el cachondeo padre y, tras el descenso, con Oltra quisieron aplicar el mismo libro de ruta: un entrenador con gusto por tener la pelota, por hacer jugar a sus equipos con el cuero, y que no deje indiferente a la grada. Pues oigan, eso lo hace bien el Granada. Cuando el Valladolid se adelantó en el marcador, el equipo dio un paso adelante, recuperó más balones y creó mucho peligro. Combinó, el frente de ataque se movió en busca de los espacios y las superioridades, siempre con el control de la pelota, y por eso crearon ocasiones para haber contrarrestado, y de sobra el gol de Mata: el cabezazo de Ramos mandado a córner por Masip, los dos testarazos casi seguidos de Menosse y Charlie Dean a balón parado, y sobre todo dos buenas jugadas trenzadas salvadas in extremis por la zaga local. En ambas fue Deivid, central por el que preguntó el Granada este verano, quien le quitó los remates francos al ariete colombiano y al onubense Joselu, esta justo antes del paréntesis.

Esa alegría ofensiva duró medio tiempo, y estuvo salpicada por una nefasta gestión defensiva. El Granada no defiende bien, y no es cosa solo de los cuatro de atrás, que también. Algo de lo que se ha olvidado el proyecto de jogo bonito de Jiang. Es un asunto de mala colocación sobre el campo y de compenetración entre jugadores. Los primeros minutos fueron infernales para los de Oltra, que llegaban tarde a todos los duelos, sucumbían en los balones divididos, y perseguían sombras por la movilidad de Mata, Ibán Salvador y Luismi. Por dentro, el equipo hace aguas y Raúl Baena no se basta solo para molestar la salida en jugada de los pucelanos. Este problema se agudizó con la falta de ayudas, sobre todo a los dos centrales. El Valladolid trató de sacarlos de su zona y ahí, sobre todo en el flanco defendido por Víctor Díaz, el conjunto de Luis César Sampedro tenía una libertad incompatible para equipos que quieren subir como lo es el Granada.

Si el Granada pudo marcar bastantes goles, el Valladolid también. Si no hubiera sido por Javi Varas, el resultado final habría sido un escándalo. Óscar Plano ya visualizó el agujero defensivo a los dos minutos y en la siguiente acción, ¡catapúm!, el pichichi de la Liga Jaime Mata adelantó a los blanquivioletas. En una acción similar pudo hacer el segundo poco después pero Varas empezó a hacer de las suyas. Le sacó durante el primer acto otras dos al punta local.

El descanso cortó de raíz la reacción rojiblanca, que para una que llegó lo hizo en fuera de juego. Marcó Machís pero no valió, como con buen criterio decretó el asistente. No pasó de nada hasta el cuarto de hora final, a pesar de que Oltra movió el banquillo con media hora por delante, dando entrada su alabado Sergio Peña y al teóricamente canalizador Espinosa. Pero ni el peruano desatascó ni el ex del Villarreal tuvo feeling con la pelota. El entrenador del Granada cambió con ellos el dibujo, sacrificando a Darwin Machís, que estaba picante por su banda y forzó una falta peligrosa por la que vio la amarilla. El mundo al revés de algunos árbitros. Un pivote, dos hombres por dentro, dos por fuera escorando a Joselu, y Ramos para finalizar. Un plan que Oltra manejó durante esta semana como revulsivo pero que no sirvió más que para adelantar más aún las líneas y desproteger a una zaga que ya de por sí tiene problemas estando arropada. Por eso llegó el segundo del Valladolid, con Charlie y Menosse casi en el círculo central. Mata bajó la pelota dejándosela de cara a Míchel Herrero, que visualizó la autopista para el griego Gianniotas. 40 metros de carrera y los dos centrales con la batalla perdida. Varas hace milagros, pero la cuota ya estaba cubierta en la tarde de ayer.

Ese error costó, a la postre, los tres puntos, ya que luego Pedro Sánchez marcó un golazo que confirma su excepcional estado de forma. Pero ni esto sirvió para tocar a rebato en el Granada, que no creó nada más. Es mejor empezar a mirar para abajo.

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