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Enfermedad crónica (2-1)

  • El ascenso directo se empieza a alejar del Granada después de conceder una nueva derrota fuera de casa ante el Albacete, que gana con solo dos tiros a portería

El hecho no es que te gane el Albacete, ni cómo lo hace. El hecho es que un equipo normalito, del montón, que ni mucho menos está fabricado para lograr el ascenso, te gane con solo dos tiros a puerta sin que tú seas capaz convertir en héroe a su portero, como al menos sí pasó en la jornada anterior en Cádiz con Cifuentes. El Granada sigue perdiendo puntos fuera de casa, o lo que es lo mismo, tiempo para situarse allí donde lo han fabricado. El ascenso directo parece cada vez más quimérico, con el Albacete más cerca de los rojiblancos que estos del Cádiz o del Huesca. El equipo no hace clic como visitante. Más bien hace crack, inofensivo pese a que el plan del entrenador pasa por tener en el campo a los hombres que más gol tienen en su plantilla. El equipo ha desandado el camino iniciado en octubre, cuando ganó en Alcorcón y Soria, dando cada vez menos respuestas a los embrollos que le ponen equipos que para nada son de alto nivel como sí se supone que debe ser este Granada. La cuesta de enero, con tres partidos a domicilio, no se está escalando. Al revés, el equipo va para atrás con un sensación de bloqueo de ideas con difícil arreglo.

Y eso que en el cómputo global del partido, la posesión y las ocasiones fueron todas del Granada. Con eso no basta, y ya está más que demostrado tras 42 jornadas de Liga. El Albacete le ganó a los rojiblancos con dos golpes prácticamente de suerte, porque en ataque no hicieron nada más. Puede quedar la duda de si fueron los de Enrique Martín los que desnaturalizaron a los de Oltra, o si fueron estos mismos los que directamente se fallaron a sí mismos. Esta vez, más bien lo segundo que lo primero. La imagen ofrecida en la recta final del choque es la que debe analizar fríamente el técnico con sus futbolistas. Ni desborde, ni asociación, ni apenas remate. Balones colgados hacia Joselu y Ramos, doblegados normalmente por tres torres como Herrero, Saveljich y Gaffoor. Y aún así, el colombiano tuvo la última en un disparo cruzado que, de haber entrado, hubiera hecho justicia, sobre todo a lo intentado por uno y otro equipo. Por muy mal que jugara el Granada, la derrota sigue siendo una exageración.

También cuentan los momentos psicológicos, y el Albacete los explotó a la perfección con dos goles que hicieron mucho daño. El primero apenas pasado el cuarto de hora de partido en una patraña defensiva imperdonable para un equipo con aspiraciones como el Granada. La zaga rojiblanca se lió de tal manera que no fue expeditiva al sacar el esférico, por lo que el azar quiso que la pelota le llegara a Dani Rodríguez que, de un punterazo, la alejó del alcance de Javi Varas. Justo lo que quería el Albacete, que había salido indemne de un comienzo de partido eléctrico pero gaseoso del Granada, al que se le vio con ganas, pero al que le entraron dudas muy pronto con la presión local, que impidió a los de Oltra respirar con el balón. Chico y Saunier cada vez tienen más dificultades para sacar a su equipo desde atrás.

Con el 1-0 y el Albacete tapando huecos, solo por la derecha Víctor Díaz parecía asomar la cabecita. En la contraria, Espinosa volvió a no dar respuesta a las inquietudes de su técnico ante la falta de recambios. Machís sigue siendo vital para que los rojiblancos sigan soñando. El único foco de alegría lo suponen Sergio Peña y Kunde, a los que esta vez no les acompañaron Manaj y Alberto Martín. El extremeño perdió feeling con el camerunés, que acabó agotado, mientras que el albanés, titular por primera vez esta temporada, fue incapaz de entender el fútbol que siempre ve el peruano. A este se le echó en falta en la segunda parte, muerto de hambre ya que el balón nunca pasó por el centro. El Albacete lo impidió pero los rojiblancos no le buscaron.

El otro golpe mental para el Granada, que fuera de casa ya pide a gritos un psicólogo, llegó al inicio de la segunda parte. Pasó del todo a la nada en dos minutos, demasiado de golpe. Un golazo de Álex Martínez de falta directa iniciaba otro partido, o eso parecía porque solo dos minutos después el Albacete se volvió a adelantar con un remate de Aridane entre tres marcadores defensivos del Granada. Otro error que evidencia lo fácil que dañan los rivales a este equipo.

El partido se le hizo un nudo al equipo. Los locales, si ya tenían claro su plan, lo reforzaron. No había pasado nada. Algún pelotazo arriba para que Aridane lo bajara pero sin conceder una micra de espacio atrás. Y Oltra no dio con la tecla. Ni metiendo a Ramos, ni a Joselu, ni a Puertas. Todo se basó en balones largos para que el colombiano la bajara, lo cual hizo a la perfección, pero sin posibilidades reales de rematar salvo en alguna pelota colgada por Víctor Díaz o Álex Martínez. Joselu no se notó y Puertas apenas tocó la pelota.

Los minutos finales fueron de una impotencia descorazonadora, estrellados en la maraña de los locales, con intentos estériles, centros mal rematados y una aparente ausencia total de plan para, como mínimo, haber rescatado un empate que tampoco hubiera resuelto los problemas del equipo. El momento es muy delicado porque son demasiados los puntos que el equipo se ha dejado en el camino y todavía sin arreglar sus problemas. La vuelta a Los Cármenes y a Machís asoman como bálsamo, aunque el resfriado fuera de casa se está cronificando. Como se contagie, mal asunto.

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