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¿El fin por encima de los medios?

  • El Granada no jugó bien pero ganó un partido que marca el camino de aprender a sufrir

Esta disparo de Adrián Ramos acabó estrellándose en la base del poste de la portería del Zaragoza.

Esta disparo de Adrián Ramos acabó estrellándose en la base del poste de la portería del Zaragoza. / CARLOS GIL

El Granada consiguió el viernes una victoria sin grandes alardes, muy basada en el aguante y el sufrimiento. Quizás haya sido el triunfo más oscuro de la temporada. Pero eso no tiene por qué significar algo malo. Fue una manera de ganar más parecida a cómo ganan el resto de equipos de esta categoría, y quizás la vía mediante la que conseguir los fundamentales y deseados triunfos al domicilio.

DE PRIMERA

El Granada, salvo en las dos primeras jornadas y la raya en el agua ante el Sevilla Atlético, ha ganado todo en casa. El total es de 8 victorias en 11 encuentros. La cantidad es para tenerla en cuenta, prácticamente en los números que debe tener un equipo que aspire al ascenso directo a Primera. En Los Cármenes la sensación es que, siempre que se ha ganado, ha sido de forma incontestable, manifestando superioridad en juego, calidad y pegada. Básicamente, en su campo el Granada se comporta como un equipo de Primera. A Los Cármenes se queda chica la categoría.

DE SEGUNDA

La diferencia de todas las victorias anteriores con la del viernes pasado fue que al Zaragoza se le ganó como un equipo de Segunda. De los buenos, eso sí. La primera mitad de los de Oltra está al alcance de pocos equipos, y eso que Machís estuvo desaparecido en combate. A los rojiblancos les valió con tirar lo justo de su calidad para remontar, y solo con algo más de suerte hubieran goleado. La segunda parte sí fue la de un equipo más de la Liga 1|2|3. Lo bueno, dentro de lo malo que es que un once con jugadores que serían titularísimos en su rival juegue mal, es que se descubrió una cara del Granada que había costado ver: la de un equipo capaz de sufrir ante la adversidad y el empuje del contrincante, y la de entrenador que con las sustituciones consigue revertir la tendencia de un partido que estaba complicándose por momentos. Adquirir la propiedad del sufrimiento es algo que aún debía verse en este equipo.

LOS PITOS

Los Cármenes se puso muy nervioso, y no era para menos, cuando la primera media hora del segundo tiempo el Zaragoza echó al Granada atrás. Recuerdo hace dos semanas cuando el equipo cayó en Cádiz y pregunté por redes sociales una pregunta algo tendenciosa: si se prefiere ganar por encima del juego, o el juego por encima del triunfo. Casi todas las respuestas iban en consonancia a lo que servidor lleva años escuchando en los corrillos del estadio, y ahora por los 'pajarillos'. La línea, a grosso modo, es que para jugar bien ya están Madrid o Barcelona, que aquí solo vale ganar. Si eso es así, ¿a qué viene la pitada al equipo? ¿No importa el fin sobre los medios? Es la eterna contradicción de buena parte de la grada rojiblanca. Decir una cosa en petit comité y expresar otra a las bravas. Con ningún entrenador están de acuerdo.

BENDICIONES, ADRIÁN

Por fin se estrenó Adrián Ramos como goleador esta temporada, aunque casi que se le podría atribuir el 0-1 de Tenerife. El colombiano se quitó esa espina y la del penalti errado contra el Córdoba. Marcó sólo uno pero bien pudieron ser dos más si no se hubieran interpuesto los postes ante los maños. El ariete es una bendición para este equipo tan necesitado de remate y de gol, a pesar de sus buenas estadísticas. Ramos complementa a Joselu, pero sus características son más de titular para un equipo que cuelga tantos balones al área, la mayoría de ellos muy difíciles de cazar por el onubense. También tiene el cafetero la capacidad de entenderse con Peña en el enganche y también con Machís, aunque el otro día no se notara que el venezolano estaba en el campo. Granada quiere amar a Ramos como si fuera su nuevo Ighalo. Está deseándolo a pesar de sus coqueteos con el Levante el pasado verano. Los goles reconcilian todo en el fútbol.

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