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Una final para redimirse

  • El Granada recibe al Osasuna en un duelo directo por el ascenso en el que el vencedor seguirá en la lucha y el perdedor se sumirá en las dudas

  • Morilla repite convocatoria

Pocos minutos antes de las cuatro de la tarde se sabrá con cierta seguridad si, primero, la afición mayoritaria del Granada CF lee prensa, y segundo, si le han hecho caso a Pedro Morilla. El entrenador rojiblanco pidió encarecidamente el jueves el apoyo de la hinchada y la confianza hacia su plantilla. El esperpento de Lorca lo pone tan difícil que el propio técnico prácticamente admitió que, si fuera aficionado, también estaría cabreado con el equipo. Es más, casi rogó que dejaran "de lado" lo que pasó hace seis días para que los jugadores noten un apoyo y una confianza de la grada que está flaqueando justo en el momento en el que más debe apretar. No está imposible el ascenso directo, pero si el Granada quiere obtener el derecho a seguir soñando y arrastrar con él al pueblo, hoy debe vencer uno de esos partidos clave: viene Osasuna.

Lo cierto es que faltando nueve partidos para que esto se acabe en su fase regular, los partidos ya son no finales, si no eliminatorias: cuanto peor se haga ahora, más difícil estará remontar en adelante. Y el de hoy es un choque con tintes fronterizos, de barrera bajada, garita y militares comprobando visados y pasaportes. El que gane podrá seguir adelante hacia el siguiente control, mientras que el que sucumba se quedará viendo cómo su acompañante se aleja y pone kilómetros, en ese caso puntos, de por medio.

Una dura prueba psicológica ya que Granada y Osasuna se vinieron de la mano de Primera a Segunda, por lo que tienen la obligación de todo equipo que cae de la élite de recuperar la categoría y sobreponerse al palo de la anterior campaña. Pero sus trayectorias están más llenas de dudas que de certezas. Los rojiblancos solo han ganado uno de los cinco últimos partidos, han cambiado de entrenador, y vienen de hacer el 'tonlicas' ante el último. Los rojillos acumulan un triunfo y un empate en los últimos cuatro encuentros, llegan de perder en casa por segunda semana seguida y ante rivales directos, y están fuera de los puestos de promoción de ascenso a dos puntos del Granada. Si no son urgencias, se parecen bastante a ellas.

A favor de Osasuna juega ser el mejor visitante de la Liga 1|2|3. Mira que ya es difícil que fuera de casa ganes más partidos de los que pierdes. Pues los navarros son uno de esos equipos que lejos de su hinchada responden con victorias, muy al contrario de lo que le sucede a este Granada, que tiene la vitola de ser fuerte ante su público, pero que viene de vencer con apuros al Numancia en el debut de Morilla, y que dos semanas antes mordió el polvo contra el Gimnàstic de Tarragona... Que está empatado con el Osasuna como mejor equipo visitante junto al Real Zaragoza (25 puntos).

No, no pinta bien la cosa, además porque a Pedro Morilla le está tocando aguantar toda esta presión sin tres de sus mejores jugadores: Machis, Adrián Ramos y Saunier. Los tres son baja para el encuentro de hoy y siempre cualquier lectura, positiva o negativa de lo que le suceda al entrenador sevillano, estará claramente condicionada al no poder contar con tres hombres básicos, sobre todo los de ataque. Si Morilla quiere implantar una semilla de contundencia en las áreas y velocidad en las transiciones a este Granada, no contar con el venezolano es una china muy grande y puntiaguda en el zapato. Es el hombre clave para que ese estilo triunfe y no estará ni en la final de hoy ni en la de la semana que viene en Sevilla. Está saliendo cara la niñería. También se notará la baja del colombiano, agigantada su figura ante la inanición de Joselu y la falta de recambio de garantías. La de Saunier también se nota, igualmente maximizada por los groseros fallos cometidos en Lorca por Chico. Una lesión que está impidiendo a Morilla variar los componentes de su zaga en busca de más seguridad, por mucho que el sevillano le sacrificara el día del Numancia.

Una convocatoria con los mismo nombres que la semana pasada, y que en su conjunto tendrán la oportunidad de borrar el bochorno del anterior domingo. Con todo, parece imposible que Morilla mantenga el mismo (y extraño) once del Artés Carrasco. Se perfilan para volver Víctor Díaz por Quini en el lateral derecho, Sergio Peña por Espinosa en el enganche, y Agra por Pedro en el perfil diestro del ataque.

Diego Martínez no se sienta en el banquillo de Los Cármenes para enfrentarse al primer equipo del Granada (sí lo hizo contra el filial en 2014) desde que era el segundo entrenador del Arenas de Armilla, con Óscar Cano de principal, en la temporada 2005-2006. Era Tercera División. Nunca está de más recordar de dónde se viene. Ahora, en su proyecto más ambicioso, está conviviendo con la misma presión que tuvo Oltra y que ya tiene Morilla. También llega en mal momento, más que por los resultados, por los cambios que tendrá que hacer. Sin Torró, Robert Ibáñez ni Lillo, el gallego no tiene claro cómo saldrá a jugar hoy. De las opciones que le quedan en su plantilla se desliza que renunciará al 1-4-4-2 habitual para dejar un pivote (Arzura) y un solo punta (Xisco), mientras que el recambio en el lado izquierdo será Clerc.

El partido tiene ese punto de nostalgia por medir a dos equipos que jugaron en Primera hace un año. En Los Cármenes empataron a uno para constatar que se iban a ir a Segunda sí o sí. Ahora, otro empate les haría exactamente el mismo daño, el que provoca ver que las estrellas están cada vez más lejos.

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