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No hubo milagro pero sí pitada

  • La grada de Los Cármenes estalló contra la gestión deportiva, de la que consideran que no han hecho bien su trabajo

  • Otro de los señalados fue Ponce por su gesto tras el gol

Ni por ser Semana Santa llegó el milagro para el Granada, ni tampoco por méritos de lo que se vio ayer sobre el verde de Los Cármenes. Dos goles en dos minutos bastaron para que el equipo bajase los brazos, cuando aún quedaban más de 60 minutos de partido. O lo que viene a ser lo mismo, menos de media hora fue necesaria para que la afición explotase y con razón. Si antes las cosas no salían, ayer menos aún y eso se notó desde antes del descanso en el coliseo del Zaidín, donde la afición tuvo que padecer, y mucho, y donde, para colmo de males, recibió una falta de respeto de uno de los suyos, Ponce, al celebrar el único gol que consiguió marcar el Granada.

Sin embargo, según la parroquia rojiblanca hay que mirar más arriba para encontrar a los principales culpables de esta situación, que cada vez más aboca al descenso. Con la pitada monumental tras el 0-2 acompañada de los gritos de "Quique, Quique Pina" se resume prácticamente todo esto.

La afición mostró ayer su descontento tanto con los jugadores como con los dirigentes del club, hasta el punto que hubo momentos en los que la llamada pañolada salió a relucir. El descontento general que ya se venía vislumbrando desde hace semanas -o incluso meses- cogió fuerza con forme fue corriendo el crono, dejando a la dirección deportiva en el centro de la diana.

"Se supone que la dirección deportiva tenía que saber cómo es cada jugador, lo que hace falta y lo que no, pero trajeron a lo que no se necesitaba", comentó Luis Miguel Teodosio, un abonado que, desde que tiene uso de razón, ha seguido al Granada CF y cuyo discurso se repitió prácticamente al 100% entre los más de 15.000 aficionados que se dieron cita ayer en el Coliseo del Zaidín.

La mayor parte de todo el reclamo que ayer se vivió en Los Cármenes llegó durante el descanso, donde como si de un 'Calvario' se tratase, incluso sonó por megafonía una marcha de procesión que bien podía reflejar la temporada de pasión que lleva la afición granadinista.

Otro de los sentimientos generales entre la parroquia rojiblanca fue la decepción que cada jornada se llevan con los jugadores. "No son de primera división, son de categoría inferior", expresó Cristóbal Moré, un socio nazarí que cada partido que el Granada juega en casa recorre 80 kilómetros para viajar desde Priego (Córdoba) y poder animar a los suyos, aunque éstos no respondan como deben.

Frases como "los jugadores no se comportan como tal. No juegan en equipo y lo único que hacen es ser egoístas con el balón", como expresó otro de los abonados rojiblancos David Lara, no dejaron de sonar entre la parroquia y no es para menos, después de lo que mostró -o no mostró- el equipo ante el Valencia. Los jugadores, que bajaron los brazos a la primera de cambio, prácticamente fueron andando.

"No salen al campo a dejarse la piel ahí, el fútbol es correr y ellos están yendo andando", comentó Alberto Lara, otro aficionado, y esta era otra de las expresiones que resonó en Los Cármenes, donde los cánticos de aliento fueron desvaneciéndose, mientras que los silbidos, pitos e incluso las increpancias contra Ponce, tras su descarada celebración del gol en la que mandó callar a la grada, fueron tomando protagonismo. El "Ponce vete ya" no dejó de repetirse durante la segunda mitad, ya que la actuación del argentino se tomó como todo un insulto a los aficionados.

Tampoco faltaron los pitos contra el ex rojiblanco Orellana, cuando salió en sustitución del también señalado Zaza, por haber sido el autor de los dos primeros tantos del Valencia. El contrapunto a todo esto lo puso Siqueira y la ovación que se llevó al saltar al césped, pues la grada no olvida los buenos momentos que brindó el ahora lateral ché durante su etapa como rojiblanco.

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