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Las palabras las carga el diablo

  • A pesar de estar casi anunciado, el descenso (aún por llegar) del Granada necesita una valoración sosegada de lo que se dice o vaticina

No estamos acostumbrados en Granada a un descenso. Deportivamente, el equipo no cae desde 1988, casi treinta años. Fue a Segunda B tras un paso fugaz por Segunda. Si nos remitimos a la división de honor, 41 años hace que el club no se descuelga de la élite. Un margen temporal de generaciones que de granadinistas que no saben lo que es fracasar de esa manera, acostumbrados a ser cabeza de ratón y no cola de león, sensación sólo adquirida en esta etapa de Primera División y que ha quemado a más de uno. Una situación que el aficionado debe asumir y tomar con la filosofía de que en fútbol existen ascensos, descensos y normalmente una vida mediocre. Y que estos procesos, sobre todo en la historia del Granada, son cíclicos. Ahora hay en el club una idea de futuro, cosa que jamás ha sucedido, pero como todo lo que requiere tiempo, necesita paciencia para que se llegue a ese puerto. Mientras tanto, hay que cuidar el discurso porque en este Granada nadie se cree a nadie.

EL ENTRENADOR

Este redactor tiende a defender a Lucas Alcaraz, más que por su condición de entrenador, por su condición de granadino. De hombre al que le duele esto. No es poco. En un equipo en el que más de la mitad de la plantilla es de prestado, en el que se difumina con facilidad la línea entre la limitación de capacidades futbolísticas y la desidia por falta de arraigo a los colores, es la figura de este técnico en concreto la que da un mínimo de identidad al Granada CF. Hay una parte de la afición que se agarra a Lucas, ya no como el hombre de la salvación, sino como el que tratará de devolver al equipo a Primera. El que llorará el descenso como ellos. Pero hay quien le machaca en el vacío discurso siempre que un equipo pierde, sin mirar herencias recibidas, tipología de jugadores y contextos. Ni Lucas ni Guardiola (Pep) ni Mourinho salvarían a este Granada. Ninguno. El 'problema' es que Lucas demuestra en sala de prensa que tiene 'malafollá', pero carece de genio. La hinchada quiere un entrenador quizás más sincero, que les diga que es imposible salvarse, pero el técnico no puede dejar de competir hasta el final. Lo de los seis triunfos suena a pretexto. Un pretexto que morirá mañana si no se gana en Riazor.

LOS PAJARILLOS

Parto de la base de que, aunque usuario, soy poco creyente en muchas funciones de las redes sociales, sobre todo en lo referido a comunicación corporativa. No digamos menos que en el deporte, y en uno como el fútbol de élite. Diseñar una estrategia de comunicación a través de ellas parece ser imprescindible ahora. Se hace a principio de temporada, seguramente siguiendo recomendaciones de la propia Liga, y la misma línea ha de mantenerse hasta el final. Se llama criterio. Pero claro, lo que hace seis meses valía, era simpático y 'buenrollista', ahora, cuando el equipo está a punto de bajar a Segunda, con la afición cabreada, por no decir algo peor, suena a cachondeo. No sentó muy bien el tuit del Granada dando la bienvenida efusivamente al Barça (algo que han hecho durante toda la santa temporada) y razón tienen Chus Cañadas y Roberto Navajas al enfadarse cuando el equipo de casa se juega las habichuelas. Pero comunicación no puede cambiar ahora el criterio porque cantaría, porque incluso alguien podría llamar la atención por romper la línea abierta desde el mes de agosto. Supongo que hacer bien las cosas por internet es eso. Pero jugar a las redes sociales es lo que tiene, que te expones a ser malinterpretado o a ser criticado. En la jauría de opiniones que son los 'pajarillos' todos tienen su parte de razón.

LOS SEIS TRIUNFOS

Poco que hablar sobre el partido del Barça. No se podía esperar otra cosa del Granada que, por cierto, no da ni opción a hacernos creer en una sorpresa. Parece imposible. Tanto como lo de ganar seis partidos de, ahora, nueve que quedan. El equipo sólo puede fallar en tres y visto lo visto parece que no se lo cree ni el que lo dice. Lo único claro es que el domingo, el Granada debe tener ya dos victorias más en su haber. De no ser así, será el momento de empezar a tomar decisiones, de hacer verdad lo que se cacarea desde el club: nombrar director deportivo y amarrar jugadores para Segunda. Tras el domingo tocará pasar de los dichos a los hechos. Que quizás sea casi mejor no ganar ni a Dépor ni a Valencia para no estirar más un chicle ya mascado.

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