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Una perita en dulce

  • El conjunto de Lucas Alcaraz ejerce a la perfección su condición de invitado en un choque en el que no inquieta a un anfitrión que apenas se despeina

Si el fútbol fuera sinónimo de intensidad, entonces el Granada jugó ayer a los bolos. No es que no se luchara por fases del encuentro, pero el equipo adoleció de falta de conexión entres sus líneas y de concentración durante muchos minutos, tantos que los goles del Espanyol llegaron tras errores en las salidas y en las marcas. Vamos, al Granada le faltó ideas en su juego y dejó hacer al Espanyol, que ganó de forma plácida.

La puesta en escena fue calamitosa para los de Alcaraz. Y los números así lo reflejaron. El Granada jugó en su campo los diez primeros minutos y a los de Sánchez Flores les bastó su primer disparo a puerta para mover el marcador. Un balón al área que Tabanou no sabe sacar y se la deja de dulce a Reyes.

56%/44%Posesión. El balón estuvo más en las botas de los locales, que además lo trataron mucho mejor56/89Pérdidas de balón. Otro dato que 'canta' por sí solo, pues la diferencia es abismal

Los números, como el algodón, empezaron muy pronto a dejar a cada equipo en su sitio. La ausencia de intensidad en los rojiblancos se vio en un apartado de los llamados negativos como son las faltas: los rojiblancos, por no hacer, ni siquiera cometían infracciones. Casi siempre fue un local el que hacia que el árbitro se echara el silbato a la boca. Aunque en la segunda parte se igualaron los dígitos con el partido ya decidido de forma prematura, en la primera mitad la diferencia fue considerable.

Pero el fútbol tiene su lado inexplicable y cuesta comprender el hecho de que el Granada lograra en el empate en su segundo tiro a puerta. Eso sí, fue en una jugada a balón parado. Tras el tanto de Pereira se jugaron unos minutos en lo que el Granada pareció controlar, pero nuevamente la falta de intensidad propició el segundo gol perico antes de que se llegara al descanso.

A partir de ahí, la nada en un Granada que apenas disparó con peligro a portería. Cuatro veces entre los tres palos y, salvo el gol de Pereira, sólo hay que apuntar una acción con relativo peligro protagonizado por el mismo jugador, cuyo chut obligó a actuar a un Diego López que tuvo un mediodía de lo más tranquilo. No como su homólogo. Quizá Ochoa pudo hacer algo más en algún gol, pero si no es por el mejicano el marcador hubiera sido más abultado. Sus acciones fueron más determinantes que las del cancerbero españolista.

Otros síntomas que demuestras las distintas formas de ir a por el partido. Por un lado, el Espanyol botó seis saques de esquina en los primeros 45 minutos por ninguno el Granada, que sacó su primer córner en el minuto 57. Las llegadas al área también fueron sintomáticas, tanto tras el descanso como, sobre todo, en el acto inaugural, en el que los rojiblancos no llevaron más peligro que el gol.

Se mire por donde se mire, los datos recogen que un equipo, el local, estuvo metido en el encuentro, mientras que su invitado pareció desconectado. Lo malo no es que haya sido algo de este partido, sino que el 'problemilla' viene de largo. Así nos va.

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