desayuno sobre 'El techo de cristal' con motivo del día de la mujer

Ocupar los espacios de decisión, el escalón clave para la igualdad real

  • Diez mujeres granadinas con puestos de responsabilidad en el ámbito público y privado debaten en un encuentro con este periódico sobre la desigualdad que impera todavía en el mercado de trabajo, la conciliación, las cuotas y el reducido peso de la mujer en los espacios de poder

Sandra García, Pilar Aranda, Inmaculada Montalbán, Mónica García, Pilar Espejo, María Castillo, Olga Rodríguez, Mariana Lozano, María Dolores Rodríguez y Magdalena Trillo. Estas diez mujeres con cargos de responsabilidad han demostrado en sus respectivos ámbitos -la administración pública, la empresa privada, el mundo asociativo y el deporte- que el techo de cristal puede romperse. A tres días de que se celebre el Día Internacional de la Mujer, cuando falta menos de un mes para que se cumpla el décimo aniversario de una Ley de Igualdad que cambió muchas cosas, estas diez trabajadoras que han conquistado su sitio en los espacios de toma de decisión, son las protagonistas del encuentro informativo organizado por Grupo Joly y la empresa NGA Human Resources, con la colaboración de Granada Hoy y OnGranada Tech City.

En algo más de dos horas de conversación queda claro que el techo de cristal sigue impidiendo el paso de muchas mujeres en el ámbito privado e institucional, y que el hecho de que estas mujeres poderosas ocupen altos cargos es más una excepción que una regla. La primera pregunta, obligada en un debate de estas características: ¿siguen siendo necesarias las cuotas? La respuesta es unánime: Sí.

Las cuotas y la paridad han sido la llave para que las mujeres entren en la esfera política

"No podemos pensar que las cuotas son rémoras. No lo son. Todavía están justificadas en todos los ámbitos", asegura la delegada del Gobierno andaluz en Granada, Sandra García, que recuerda que si no fuera por la Ley de Igualdad de José Luis Rodríguez Zapatero y la imposición de las listas paritarias, la política seguiría siendo un territorio ocupado casi en exclusiva por hombres. "Las mujeres no hemos llegado antes de que hubiera listas paritarias, ni a los primeros puestos ni al resto. Hay que obligar hasta que no cambiemos de mentalidad", apunta García, que asegura que sin las cuotas Granada no contaría con 50 alcaldesas ni 660 concejalas. "Ahora estamos mucho más equilibrados, poco a poco lo vamos consiguiendo". Eso sí, la delegada del Gobierno rechaza el término discriminación positiva: "no es discriminación, es un impulso para estar en la misma línea".

El día en que la mujer esté en esa primera línea junto al hombre, las cuotas no serán necesarias. Pero mientras haya espacios acotados a los que la mujer no puede entrar, estas políticas de igualdad continuarán siendo el único mecanismo para equilibrar la representación pública.

El mundo académico es un buen ejemplo de espacio masculino que ha tardado mucho en dar paso a la mujer. En 2015, Pilar Aranda se convirtió en la primera rectora de la Universidad de Granada. En toda España hay otras tres rectoras, pero la granadina continúa siendo la única mujer al cargo de una institución académica de más de 75 años. Aranda pone sobre la mesa un aspecto esencial para la conquista de la igualdad: la "visibilidad". En los ámbitos en los que el equilibrio de género no puede imponerse, "estar en el escaparate" es esencial para lograr acceder a puestos de responsabilidad. Y ese paso es esencial para forzar el cambio de mentalidad. "No cambiaremos de era hasta que las mujeres no ocupen los espacios de toma de decisiones".

Inmaculada Montalbán, magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, recuerda que es precisamente en ese punto donde se deja notar todavía el sesgo machista. "Se necesitan medidas para promover la igualdad en la toma de decisiones", asegura la magistrada. La pregunta que hay que hacerle a toda mujer que asegure no haber sido discriminada en el entorno laboral, según Montalbán, es si alguna vez ha intentado competir para ocupar un alto cargo. "Ahí es cuando se presentan los obstáculos. Por eso es necesario reforzar los documentos normativos". La magistrada, que defiende la Ley de Igualdad como un paso "muy importante" hacia el equilibrio de género, asegura sin embargo que una década después ha quedado de sobra demostrado que "las normas orientativas no funcionan". La prueba está en que esta norma, que aconseja en lugar de imponer, no ha logrado acabar con la brecha salarial tal y como pretendía, ni ha sido suficiente para hacer frente a una crisis que ha acabado con la negociación colectiva. "Necesitamos respaldar con financiación los documentos normativos", apunta la magistrada, que señala que solo así se podrá cambiar la estructura social y concienciar de que la igualdad no es solo buena para la mujer, sino que también lo es para la sociedad en su conjunto, puesto que mejora la calidad de los derechos y contribuye al crecimiento económico. Esa concienciación tiene que partir del ámbito familiar, donde hay que "dar autoridad a la mujer". Porque hoy en día todavía no se le reconoce.

Mientras que la judicatura continúa siendo un mundo reservado a los hombres -en el TSJA solo hay un 17% de magistradas-, la sanidad es uno de los sectores más feminizados. Un 70% de los trabajadores del sector son mujeres y, sin embargo, ese porcentaje no se traslada a determinados niveles. "El sistema no es paritario ni en cargos directivos ni en cargos intermedios", indica la gerente del Complejo Hospitalario de Granada, Pilar Espejo, que reivindica, al igual que el resto de las participantes en el debate, la necesidad "dar el salto" para que la mujer se pueda incorporar a cargos que tomen decisiones. Aunque reconoce que durante su carrera no ha sufrido el sesgo de género, sí que lo ha hecho a la hora de posicionarse para puestos de responsabilidad. "Ahí sí he notado dificultades y he estado en sitios donde me he sentido relegada", apunta Espejo.

La gerente de los hospitales granadinos va mas allá, y señala que la desigualdad entre hombres y mujeres tiene consecuencias incluso en la salud, ya que el hecho de que la investigación y los tratamientos se basen en sujetos masculinos acaba por perjudicar a las pacientes femeninas. "Las mujeres tenemos menos garantías porque cuando entramos en contacto con el sistema sanitario se nos diagnostica más tarde y tenemos peores resultados". De ahí que Espejo resaltara la importancia de incorporar la perspectiva de género "a todos los estudios y guías terapéuticos para no perpetuar esos malos resultados".

Si el sector público aún acusa la desigualdad, en el sector privado y el mundo asociativo la brecha entre hombres y mujeres es todavía más profunda. La secretaria general de la Cámara de Comercio de Granada, Mónica García, afirma sin ningún género de dudas que en el ámbito público la igualdad está "más resuelta" que en el empresarial, donde todavía quedan muchos pasos que dar. Aunque admite que hay muchas mujeres empresarias, recuerda que esa proporción tiene más que ver con la composición del tejido productivo granadino, donde reinan las microempresas y el trabajo autónomo, que con una igualdad real. El problema, asegura, es que las empresas de mujeres sufren una mayor mortalidad, y que muchas se quedan en el camino y abandonan su trayectoria empresarial. Un buen ejemplo, asegura García, es que en los programas de formación para el empleo que imparte la Cámara. A pesar de que casi la mitad de los participantes son mujeres, estas suelen quedarse "en las primeras fases".

También falta mucho camino que recorrer en la representatividad empresarial. En el pleno de la Cámara de Comercio, por ejemplo, solo hay tres mujeres vocales, lo que refleja dos hechos: hay poca presencia femenina en los puestos directivos de las empresas de Granada y son pocas las mujeres que, además, deciden dar el paso para ocupar un cargo representativo. "Es muy importante que haya mujeres que representen. Hay que motivarlas para que asuman lo importante que es que tengan ese papel", indica la secretaria general de la Cámara de Comercio, que adelanta que en la institución cameral van a trabajar para que haya más mujeres que formen parte del pleno.

Quien sí dio el paso adelante fue María Castillo, presidenta de la Federación Provincial de Comercio, aunque fuera "un mundo de hombres" y se encontrara con muchas dificultades. Antes de presentar su candidatura, Castillo presidía la Asociación de Floristas de Granada, y formaba parte del Comité Ejecutivo de la Federación. Pese a que el comercio es otro de los sectores productivos más feminizados, en las reuniones, recuerda, siempre estaba sola con un grupo de hombres. "Echo en falta que haya más mujeres. Tendemos a estar en un segundo plano, no nos atrevemos. Hacen falta más mujeres que den el paso y hombres que dejen darlo", manifiesta la presidenta de la Federación, que asegura que en demasiados casos, todavía, "la mujer pone el trabajo y el hombre la representatividad". Esta realidad hizo que para ella fuera muy complicado conformar un comité ejecutivo paritario. "Para mí era una prioridad, pero fue difícil conseguir que las mujeres dieran el paso".

En NGA Human Resources, proveedor global de software y servicios de recursos humanos con más de un millar de empleados en Granada, prácticamente se cumple la paridad. El problema es que si se diferencia por áreas, las cifras son muy diferentes. La directora de NGA en Granada, Olga Rodríguez, apunta que en el área funcional las mujeres sí que representan un 75% del personal, mientras que en el área técnica apenas tienen un peso del 25%. Los porcentajes continúan bajando al mirar en estamentos superiores: en la oficina de Granada hay un 33% de mujeres en funciones de gestión, pero a nivel internacional solo hay un 15%. La principal preocupación de Rodríguez, que ha formado un grupo de mujeres líderes en la compañía, es que el que está por venir es un futuro "muy tecnológico, y en ese mundo las mujeres están muy por debajo".

Iniciativas como los campus tecnológicos exclusivos para niñas, que organizan instituciones académicas como la UGR, son necesarias para luchar contra la escasa representación de la mujer en estas áreas. "Hay que intentar potenciar que niñas de 12, 13 y 14 años entren en el mundo de la tecnología, porque no hay mujeres", indica la directora de NGA.

Si hay poca presencia de mujeres en el ámbito tecnológico, el deporte puede considerarse un espacio prácticamente vetado. María Dolores Rodríguez, directora de las Escuelas Fundación CB Granada, es tajante: "El mundo del deporte es un mundo machista". La estructura de dirección de los clubs y los estamentos deportivos "están diseñados por hombres", y las mujeres tienen, si acaso, un papel residual. En el Consejo Superior de Deportes casi se cumple la paridad (43% mujeres y 56% hombres), pero en organismos como el Comité Olímpico (17% mujeres), las federaciones (15%) o las direcciones deportivas (35%) el peso es bastante inferior.

María Dolores Rodríguez recuerda que la vida laboral de la mujer deportista es muy corta, ya que no suele ir más allá de los 30 o 35 años, y todavía no se han habilitado programas o estructuras que le permitan enlazar su vida deportiva con estamentos de responsabilidad institucional o empresarial. "No entramos en nada, nunca nos abren las puertas". La directora de las Escuelas Fundación CB Granada reconoce que en este ámbito, y más en el caso de la dirección de equipos masculinos, una mujer se ve obligada a "hacerse valer" y ser más dura. "La cultura deportiva de España no está a la altura", apunta María Dolores Rodríguez, asegurando que para que las mujeres accedan con normalidad al deporte es vital el apoyo familiar, al igual que el fomento de la Educación Física en Primaria o la formación de equipos mixtos en edades tempranas.

Quizá la cultura, dada la mayor presencia de mujeres en las carreras de Humanidades, sea uno de los sectores donde menos se note el sesgo de género. La directora de Esdrújula Ediciones, Mariana Lozano, asegura que en su sector, por ejemplo, hay mayoría de mujeres, y que en ningún momento se ha sentido ninguneada por el hecho de ser mujer. Con todo, recuerda que en la primera empresa en la que trabajó -dirigida por mujeres-, el único hombre de la plantilla era el que más cobraba, y que su primer embarazo no sentó muy bien en la compañía.

Precisamente la conciliación de la vida familiar y laboral fue uno de los temas en los que se centró el debate. Porque conciliar, casi siempre, se asimila con la reducción de la jornada, que se traduce en la mayoría de los casos a que la mujer sacrifique parte de su sueldo y de su carrera profesional para dedicarse al cuidado familiar. "Muchas veces la conciliación se está haciendo a costa del desarrollo profesional de la mujer". Así lo pone de manifiesto Pilar Espejo, que asegura que esta medidas son adoptadas "en un número muy próximo al cien por cien" por las mujeres. "Hay que tener cuidado porque las medidas de conciliación pueden tener un efecto rebote y terminar por meter a las mujeres en la casa de nuevo".

En esa misma línea, la directora de NGA Human Resources reconoce que son muchas las mujeres que "se van quedando un poco por detrás" como consecuencia de las reducciones de jornada, que en raras ocasiones son solicitadas por los hombres. Ante esta situación, la empresa está potenciando el trabajo desde casa, una iniciativa que permite a las mujeres que son madres recuperar el cien por cien de su salario y continuar desarrollando con normalidad su carrera.

Sandra García apunta que la única forma de evitar ese efecto rebote del que hablaba la gerente de los hospitales de Granada es implantando la corresponsabilidad. "Si no conseguimos la corresponsabilidad, lo que hacemos es erróneo. Hay que partir de la igualdad, si no la conciliación se erige en arma contra nosotras", indica la delegada del Gobierno andaluz, que subraya que para alcanzar esa equiparación de responsabilidades entre hombres y mujeres en el ámbito privado hace falta "cambiar mentalidades".

Los hombres, señalan las participantes, tienen que entrar en el ámbito privado al igual que las mujeres deben entrar en el público. De otra forma, lo que se hace es "cargar" a las mujeres con el trabajo dentro y fuera de casa. El problema es que la igualdad tampoco es todavía una realidad en el espacio privado y familiar. Se podría pensar que esos derechos ya se han conquistado, pero la violencia de género es la dolorosa muestra de que no es así. "Se están dando pasos de gigante hacia atrás", señala Sandra García, lamentando las escandalosas cifras de feminicidios -900 desde 2003- y el creciente número de casos de violencia de género entre menores. "Esto es fruto de la desigualdad. La consecuencia última de la desigualdad son los asesinatos de mujeres".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios