Los anglosajones dicen que hay que mirar el big picture, la gran imagen. No sólo un fotograma actual sino la película entera. Este Málaga de Al-Thani, que a menudo desconcierta y que da la impresión de moverse a impulsos de su propietario, es, muy de largo, el mejor de la historia en cualquiera de sus denominaciones. Tras seis temporadas completas al mando del club, la peor clasificación ha sido un undécimo puesto, dos veces. También fue cuarto, sexto, octavo y noveno. Un promedio de poco más del octavo puesto en los últimos seis años. Siempre se quiere algo más, pero realmente es difícil mejorar.

Lo tiene complicado Míchel para no acabar en el peor puesto de la era Al-Thani. Si lo evita ganará mucho crédito en los tres meses finales de competición, cogerá el impulso para convencer a escépticos o incrédulos. Es un técnico que no deja indiferente. Su mensaje en su presentación fue de un perfil quizá más bajo de lo que podía esperarse. Realista pero bondadoso con el club. Dijo que la estructura no difería sustancialmente de la del Sevilla, por el que pasó hace un lustro y que en la última década ha levantado casi una decena de títulos. Mirarse en el espejo resultadistas del rival capitalino empequeñece la figura del Málaga. Míchel no ve motivos para los complejos.

El fallido experimento con el Gato Romero devuelve la situación al primer año del jeque, donde también existieron tres entrenadores, aunque el interino (Rafa Gil) apenas estuvo un partido. Desembocó en la era Pellegrini, el cénit de la historia de la entidad.

Según a quien se escuche, el Málaga está en peligro económico o en la antesala de pegar un salto cualitativo importante cuando la Academia se construya y según se solvente el caso BlueBay. Mientras, el foco está en la pelota y en el césped. Míchel agrada con su discurso y su porte, pero hacen falta resultados. Tiene un calendario con visitas a los equipos que pelean por el descenso y con partidos en La Rosaleda, tras el del sábado ante el Alavés, con los grandes de la Liga. El Málaga está bajo de ánimos. Pero hay que mirar el big picture, la gran imagen

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