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Sucesos

Los Pajaritos en 10 crímenes

  • El barrio más pobre de España también es el que más homicidios acumula de Sevilla

  • Los vecinos piden una intervención urgente para su salvación

Estado en el que quedó la vivienda en la que un joven mató al novio de su madre en Mirlo en 2010.

Estado en el que quedó la vivienda en la que un joven mató al novio de su madre en Mirlo en 2010.

El último homicidio ocurrido en Los Pajaritos ha vuelto a poner de manifiesto la violencia que sufre un barrio que se ha convertido en el que más crímenes acumula en Sevilla, por delante de otros con peor fama. En los Pajaritos -o en Tres Barrios, si se prefiere, por incluir también Madre de Dios y la Candelaria- han muerto de manera violenta diez personas en lo que va de siglo. La mayoría de ellos han sido crímenes relacionados con el tráfico de drogas y ajustes de cuentas, aunque también ha habido dos casos de violencia machista y otro familiar. Además, ha habido un buen número de heridos en tiroteos o en reyertas a navajazos, que se suceden con frecuencia en las calles del barrio y que no siempre trascienden.

Los Pajaritos ha experimentando un paulatino deterioro hasta el punto de casi convertirse en un gueto. No lo es todavía porque en el barrio siguen viviendo aún las personas que quedan de la primera generación de residentes. En su mayoría son ancianos -casi todos mujeres, la mayoría de los hombres han muerto- que llegaron a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, cuando eran familias jóvenes de obreros procedentes de corrales de vecinos de Triana o el centro que habían sido demolidos. La segunda generación se marchó a barrios con edificios más modernos y con mejores condiciones. Los que no se fueron cayeron en la droga. La heroína arrasó toda esta zona en los años ochenta. La mayoría murieron. Los que sobrevivieron siguen vagando por las calles del barrio.

La tercera generación ya creció fuera, en otras zonas de la ciudad o de municipios del área metropolitana. Los pisos que se quedaban vacíos porque los propietarios morían fueron adquiridos -no siempre legalmente- por inmigrantes o familias gitanas procedentes de asentamientos chabolistas. El paro y la droga camparon sin control. Aquello deterioró aún más la convivencia y el barrio se convirtió en un polvorín. La chispa que lo prendió fue la muerte de Marcos Ríos, un delincuente de 18 años que fue tiroteado por un guardia civil cuando atracaba un estanco en Amate. Hubo disturbios, quema de contenedores y de coches durante varios días, hasta que la Policía controló la situación.

De aquello hará este verano quince años. La Policía es quizás la única institución que ha seguido presente en el barrio. Las redadas antidroga se suceden con cierta frecuencia y el último crimen se ha resuelto en apenas 30 horas. De hecho, de los diez homicidios ocurridos desde 2001 hasta hoy sólo uno permanece sin esclarecer. Pero cualquiera que se dé una vuelta por el barrio tendrá una sensación de abandono, de que la administración ha dejado aquello de la mano de Dios. Es cierto que está en marcha la obra de los bloques nuevos para sustituir a los antiguos, que están en muy malas condiciones. Pero también lo es que la política social es a todas luces insuficiente para una zona que, desde el año pasado, es la más pobre de España.

Los Pajaritos es el barrio con menos renta per cápita de todo el país. Lo dice el Instituto Nacional de Estadística. Sus habitantes perciben anualmente unos ingresos medios de 12.614 euros. Menos que los 12.777 que cobran los vecinos del Polígono Sur, cuya pobreza y marginalidad ha sido mucho más visible a lo largo de la historia y ha motivado la puesta en marcha de figuras como el Comisionado o de planes integrales para regenerar el barrio. En Los Pajaritos no se invierte ni la mitad de la mitad de lo que la Administración ha gastado durante años en las Tres Mil Viviendas. La relación entre pobreza, marginalidad y delincuencia es evidente en esta zona. Prueba de ello es que es el barrio con más homicidios de Sevilla.

Los vecinos ya expresaban sus temores hace años, en 2009, cuando insistían en la necesidad de implantar políticas de seguridad pública, "basadas en la sustitución de las estrategias del miedo y la represión por otras que favorezcan una ciudadanía activa, una adaptación al territorio urbano y el desarrollo colectivo de la convivencia y anticipación a los conflictos". Así lo recordaba la semana pasada la plataforma cívica Tres Barrios-Amate en un comunicado, emitido a raíz del último homicidio. "Es evidente que las muestras de marginalidad, carencia de civismo y delincuencia son producto de múltiples factores socioeconómicos y culturales que de manera negativa afectan a este tipo de barrios. Se trata de problemas, deficiencias y necesidades conocidas y puestas de manifiesto ante las autoridades de manera continua: mejora de los recursos de empleo, educación, salud, seguridad y servicios sociales. La respuesta ha sido siempre la negligencia y el silencio y en algún caso las promesas incumplidas".

El coordinador de la plataforma vecinal, Fernando de Armas, quería también "llamar la atención de la opinión pública sobre un aspecto concreto que tiene especial incidencia en nuestra zona: cuando parece que otras demarcaciones de la ciudad van saliendo de la crisis, aquí tiene un carácter de permanencia y no pocos de sus efectos empeoran". El representante de los vecinos alertaba de la "impunidad total" que ha podido observar en algunas zonas concretas del barrio, así como de un "irresponsable descontrol por parte de los poderes municipales que son utilizados por minoritarios grupos interesados en inconfesables actuaciones, a costa de quebrantar la convivencia vecinal". La plataforma consideraba "imprescindible" que el Ayuntamiento de Sevilla asuma la responsabilidad del censo y control de los edificios del barrio bajo su dependencia y constataba la "auténtica alarma social" que sufren los vecinos de bien. Para el día 20 de abril, los representantes vecinales tienen fijada una reunión prevista con el delegado del distrito. Urge una intervención integral seria, con el empuje de las tres administraciones.

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