Cultura

Enamorados del plástico negro

  • 'Proyecto Long Play', una exposición sobre el auge del disco de vinilo, reúne a artistas como Sonia Pulido, Curro González, Manolo Ortiz y Miguel Brieva, y a músicos, entre ellos O Sister!, Pony Bravo, More Hispano y Bigott

Está lejos de ser noticia, hace mucho que dejó de serlo, pero el caso es que tras muchos años arrinconado en las catacumbas de la industria, y durante ciertas etapas éstas eran tan profundas que muchos lo dieron prácticamente por desaparecido, llegó un día en que el vinilo resurgió con la alegría de las cosas que no precisan de explicaciones prácticas porque pertenecen al caprichoso ámbito del placer. Y con los vinilos, lógicamente, no sólo revivió el formato, sino también -sobre todo- el rito, la vieja liturgia de hacer descender una aguja sobre los surcos de un trozo de reluciente plástico negro bien prensado, y ponerlo a girar hasta que haya que darle la vuelta.

Por sus condiciones de uso, los discos de vinilo invitan a una escucha más demorada, a establecer una relación con la música que mitiga la perentoriedad y el interminable modo random que propicia el formato mp3. Tampoco puede obviarse el componente fetichista, la condición del vinilo como objeto artístico en sí mismo, al margen de ciertos mitos sobre la superioridad intrínseca de su sonido. Ni, para no ser del todo ingenuos, que este fenómeno, por mucho que no tenga un alcance masivo, representa un filón para una industria discográfica que trata de explotarlo no sólo con lanzamientos de novedades: también con cada vez más abundantes reediciones que invocan a la nostalgia, más que probablemente el reclamo más rentable del actual negocio musical.

De todas estas cuestiones nace Proyecto Long Play, una exposición que puede verse hasta el próximo 26 de agosto en la sede del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus), institución que colabora con esta iniciativa organizada por la revista Discóbolo y Ediciones La Piedra Lunar, creadas por Alberto Marina Castillo. Profesor de Filosofía y crítico de jazz de Diario de Sevilla, él es también el comisario de la muestra, que reúne, bajo el lema Pintura que se oye, música que se ve, a una decena de artistas plásticos para ilustrar con obras hechas ex profeso sendas canciones -algunas inéditas- cedidas por otros tantos grupos de música.

Sonia Pulido ha sido la encargada de ilustrar 42nd Street, de la formación sevillana de jazz vocal O Sister!, y Manolo Ortiz, The Flute and the Drum, una grabación de los también hispalenses More Hispano. Ambas duplas abren y cierran el álbum-catálogo que recoge tanto las obras plásticas como las canciones en un vinilo de 180 gramos, una "recopilación viviente -señala el comisario- que pone al descubierto el arte del diseño gráfico y las claves mismas de su inspiración". El resto de colaboraciones se completa con Jabi Machado / Bigott; Nani González / Fiera; Miguel Brieva / Las Buenas Noches; Alicia Martínez / Sindicato Ornette (Ernesto Aurignac); Daniel Alons / Pony Bravo; Silvia Cosío / Marina Gallardo; Curro González / Dan Kaplan & Krooded Tree; y Manolo Cuervo / Silke Eberhard Trio.

Éste es uno de los tres apartados que estructuran ProyectoLong Play. Otro es el llamado Big Panel, que mostrará reproducciones a un tamaño algo mayor que el del vinilo original de un centenar de portadas de elepés, selecionadas por los artistas y músicos participantes y por una serie de melómanos anónimos, para componer "una suerte de mirada histórico-autobiográfica del diseño de portadas de discos", explica Marina Castillo. Fran Torres y Pablo Peña, los miembros de Música Prepost, protagonizan la tercera parte: Paraíso Tabú, un espectáculo que pivota sobre las posibilidades de experimentación sonora y visual que permiten los vinilos.

Proyecto Long Play. Hasta el 26 de agosto, de lunes a sábado, en el Cicus (calle Madre de Dios, 1, Sevilla). Más información en www.revistadiscobolo.com y www.cicus.es

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios