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Las rutas del flamenco

  • Faustino Núñez hace una selección del archivo Universal con el criterio de los orígenes geográficos de los cantes

Atlas del Flamenco. Varios Intérpretes. Selección y textos de Faustino Núñez. 10 CD+Libro 120 pp.

Otra vuelta de tuerca a ese catálogo inmenso y glorioso de Universal, depositaria de la discográfica Philips para la que registraron, desde los años 50, Fosforito, Mairena, Pericón, Niño Barbate, Enrique Orozco, Caracol, Terremoto, La Paquera, Camarón, Paco de Lucía, Tomatito, Carmen Linares, etcétera. Todos ellos se encuentran representados en esta mirada que Faustino Núñez dedica a la geografía jonda: una temática presente en varios libros (Las rutas del flamenco en Andalucía, Antonio Mairena en el mundo de la seguiriya y la soleá), programas de televisión (Rito y geografía del cante, El Ángel) y antologías.

La ventaja de Núñez es que puede seleccionar lo mejor de cada casa: alegrías de Pericón de Cádiz, bulerías de La Perla, seguiriyas de Terremoto de Jerez, etcétera. Cádiz, Los Puertos, Jerez, Sevilla, la provincia de Sevilla, Huelva, Málaga, Córdoba, Jaén, Almería, Murcia, Badajoz y otros. Por supuesto que esta clasificación geográfica no puede ser estricta y, de esta manera, encontramos, por ejemplo, que una de las más hermosas malagueñas de la historia la forjó un gaditano, El Mellizo, o que el gran creador de los estilos de levante, granaínas, malagueñas, etcétera, sea un natural de Jerez de la Frontera, Chacón, o que el que acuñó la rondeña como estilo de concierto para guitarra sea un madrileño, Ramón Montoya, cuya creación, por otra parte, nada tiene que ver con la ciudad malagueña de Ronda ni con el cante llamado, asimismo, rondeña. Son caprichos, excepciones, azares y naturalidades propias de un arte que, como señala Núñez, fue edificado por individuos, por artistas creadores, y no es una consecuencia estricta, necesaria, folclórica, de la tierra. Porque, de hecho, la tierra es a veces la misma en Jaén que en Huelva y el arte no sabe de fronteras provinciales, regionales o nacionales.

Núñez parte de Cádiz entendiendo, con buen criterio, que el flamenco surge en gran medida del encuentro de culturas hispanas y afroamericanas, siendo Cádiz, en la época en que se da esta forja, el puerto de entrada y de salida para América. Cádiz, pues, como origen, cuyos estilos airosos se van estilizando y enriqueciendo melódicamente tierra adentro: Jerez, Sevilla, Málaga, que fue capital del flamenco a finales del siglo XIX. Huelva como capital del fandango bailable y Jaén, Almería y Murcia como el triángulo dorado de los estilos mineros, cantes que, según el maestro Morente, tienen la más luminosa y extraña tonalidad de cuantos integran el inmenso repertorio flamenco.

Tan difíciles de decir son los estilos de la mina como fácil caer en interpretaciones vanas de los mismos. No resulta de esta manera en los registros contenidos en Atlas del Flamenco donde, junto a la amplia sabiduría melódica de Piñana encontramos voces tan sentimentales, estilizadas y maduras como el Niño de Barbate o Fosforito, creador de uno de los estilos mencionados, la ferreña, Camarón, Luis de Córdoba y Enrique Orozco, cantaor gaditano que nos ofrece una minera de Chacón, extrañamente ajena al repertorio actual de los cantes mineros, siendo Chacón el verdadero configurador de estos cantes. Azares de la historia de lo jondo. Como en trabajos anteriores de Núñez, el musicólogo analiza musical, estilística y literariamente cada uno de los cantes.

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