clásica

Entre tubos y trompetas

  • En compañía de los sevillanos Abraham Martínez y Álvaro Garrido, el manchego Vicente Alcaide presenta el primer disco que se graba en España dedicado a la trompeta natural

Alvaro Garrido, Vicente Alcaide y Abraham Martínez, artífices de este registro.

Alvaro Garrido, Vicente Alcaide y Abraham Martínez, artífices de este registro. / beatriz rivas

Natural de Valdepeñas y profesor en el Conservatorio Superior de Jaén, el trompetista Vicente Alcaide formaba parte de un trío de música barroca, Triorganum, "pero con instrumentos modernos", aclara. "Un amigo de Jaén, Alejandro Gómez, tocaba una trompeta natural, y aquello me interesó. Me compré una y él empezó a enseñarme un poco. Me gustó muchísimo. Hablamos del año 2010. Un año y pico después decidí que quería formalizar mis estudios. A través de Ricard Casany, el único que en España se ha dedicado de forma exclusiva a la trompeta barroca, conocí en un curso a Igino Conforzi. Me dijo que estaba preparando un bienio de formación experimental en Bolonia, y allá que me fui. Estoy muy contento, porque no sólo me he formado con un buen trompetista, sino con un grandísimo músico e investigador".

Ese gusto por la investigación le llevó a trabajar en una tesis sobre la trompeta española en la Capilla Real. "Descubrí un artículo de Luis Antonio González sobre dúos de clarines que Martín y Coll había recopilado en uno de sus volúmenes de Flores de música y que quizá fuesen dúos de clarines de verdad [el de clarín era el término usado en el Barroco español para la trompeta]. Empecé a analizar esos dúos, nota por nota, y descubrí que más o menos el 90% coincidía con los armónicos que puede producir la trompeta natural. Vi que había mucho material en torno a esos dúos y empecé a plantearme la posibilidad de montar un proyecto discográfico con todo eso". Franciscano natural de Reus, Antonio Martín y Coll pasó la mayor parte de su vida en Madrid, donde entre 1706 y 1709 dejó en cuatro volúmenes manuscritos de Flores de música una importante recopilación de obras de la época, la mayoría anónimas, destinadas al teclado.

"Ya que, siguiendo a Martín y Coll, parecía evidente que los clarines barrocos, e incluso renacentistas, habían influido en la composición de la música para el órgano barroco español, ¿por qué no hacer un viaje de vuelta?, ¿por qué no hacer esa música con la trompeta, acompañada por el órgano y con detalles de percusión, que le darían el color de la antigua música para trompetas y atabales?", continúa Alcaide. "Se lo comenté a Abraham Martínez, con el que tengo un dúo estable desde 2014, desde que participé en el Réquiem de Michael Haydn que él montó con su conjunto Alqvimia Musicae, le pareció bien y nos pusimos en marcha".

Para el organista sevillano Abraham Martínez la propuesta tenía interés "sobre todo porque era un repertorio poco conocido y no demasiado valorado. La cuestión era qué órganos escoger para el proyecto. Pensé en el de Torre de Juan Abad, en Ciudad Real, un instrumento original del siglo XVIII, muy bien restaurado además por Alain Faye. Y luego en el de Gilena, que restauré yo y que formalmente es parecido, un típico instrumento ibérico, con batalla horizontal y octava corta, pero el material es nuevo, porque la tubería había desaparecido casi entera. Yo hice mi propia aleación imitando otros instrumentos sevillanos, y logré al final dotarlo de un sonido muy diferente, que le ha gustado a todos los profesionales que lo han probado ya".

La dificultad de la trompeta natural es para Alcaide la razón de que en España haya tan pocos instrumentistas dedicados exclusivamente a tañerla. "La mayoría son trompetistas modernos que de vez en cuando la tocan. Este instrumento tiene mucho riesgo, te la juega cuando menos te lo esperas. Aquí no hay pistones, un invento del siglo XIX. Todo funciona a través del canto y de modificar la velocidad del aire. Utilizo dos instrumentos diferentes para el CD: los seis dúos los toco con mi maestro Conforzi, con una trompeta completamente natural; el resto, con la llamada trompeta barroca, que tiene unos agujeros, pero esos agujeros, frente a lo que muchos piensan, no te dan la nota, sólo sirven para temperar, para corregir un poco la afinación".

"Cuando acompaño a la trompeta, el continuo es inventado, como todos los continuos", comenta Martínez. "En realidad, toda la ejecución tiene mucho de improvisado. Fuimos probando aquello que más nos gustaba. Para mí ha sido muy interesante buscar armonías sencillas, porque el repertorio es en general ligero. Caso aparte es el de la Batalla, que esa sí es una pieza genuinamente organística. Está planteada como un diálogo con la trompeta, con la percusión añadiendo ritmos y colores, pero además, seguimos el texto original de la canción de Janequin del que parten todas las batallas escritas para órgano, buscando no la descripción por la mera descripción, sino contar una historia". Para Alcaide, "el repertorio es muy fácil de escuchar. Aunque yo destacaría claramente dos partes: por un lado, las típicas piezas para órgano, como la Batalla, la Zarabanda francesa, la Obra de clarines de mano derecha… y luego están las danzas. Trabajé muchísimo cómo ordenarlas dentro del CD, buscando la variedad".

Una variedad, que vista desde la perspectiva de un percusionista como Álvaro Garrido resultaba natural, consustancial al proyecto: "Resulta muy gratificante participar en una propuesta en la que la música de base ya conlleva un marcado carácter percutivo. Aunque este programa se podría plantear sin el uso de la percusión, creo que su utilización le aporta colorido, fuerza y un dinamismo que lo enriquece, además de una tímbrica que se antoja casi natural al resultado final de cada pieza. Entendimos que la percusión podía presentarse de forma contundente, y por eso, el predominio del tambor, pero también de forma sutil para reforzar algunas piezas mediante el uso de panderetas, cascabeles, campanas… Creo que logramos un buen y rico equilibrio entre los tres".

"Mi maestro Igino Conforzi supervisó el proyecto. Le interesó mucho, por ese componente de investigación que tiene, y se decidió a producirlo. A partir de ahí, con unas maquetas ya grabadas, se lo propuse a Paco Moya, que se mostró también entusiasmado, porque él no tenía nada de órgano ni de trompeta histórica ni de música antigua. Y se sumó a la producción". "La labor de Paco ha sido fundamental", remacha Garrido. "Su profesionalidad y su talante han permitido que el trabajo, en absoluto fácil, fluyera en un ambiente muy serio pero muy cordial también". Queda el reto de la presentación pública del CD: "Lo ideal sería usar el órgano Jorge Bosch del Palacio Real de Madrid", dice Abraham Martínez, "aunque podríamos buscar algún sitio en Granada o Sevilla. Pienso por ejemplo en la iglesia sevillana de Santa Cruz, que tiene un Otín Calvete original, con una buena batalla. Creo que esta música merece difundirse, y merece apoyo, porque fíjese que es el primer disco de trompeta natural como solista hecho en España, además con música española y con intérpretes españoles".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios