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Donald Trump ignora al Departamento de Estado

  • La Casa Blanca llevará las riendas de la política exterior ante una poderosa agencia corta de personal y excluida de las primeras reuniones

Rex Tillerson pronuncia un discurso ante la presencia de Donald Trump en la oficina oval de la Casa Blanca.

Rex Tillerson pronuncia un discurso ante la presencia de Donald Trump en la oficina oval de la Casa Blanca. / michael reynolds / efe

Corto de personal, incómodo y excluido de las primeras reuniones internacionales de Donald Trump: así está hoy el Departamento de Estado de Estados Unidos, una poderosa agencia "ignorada" por una Casa Blanca decidida a llevar las riendas de la política exterior. Casi un mes después de su llegada al cargo, el secretario de Estado, Rex Tillerson, sigue prácticamente solo en la cúpula de la sede diplomática, dado el retraso de la Casa Blanca a la hora de nombrar altos cargos políticos que ayuden a este ex empresario sin experiencia gubernamental a dirigir la política exterior de Estados Unidos.

Más preocupante, para algunos observadores, es que Tillerson no asistiera a las reuniones de Trump con los líderes de Japón, Canadá e Israel en el último mes, lo que ha generado una impresión en Washington de que el titular de Exteriores es un eslabón débil en el nuevo Gobierno. "Tillerson es básicamente invisible, no se le está incluyendo en reuniones o llamadas telefónicas importantes. En general, el Departamento de Estado está siendo ignorado", dijo un profesor de política exterior en la American University, Gordon Adams.

Lleva cinco semanas sin que haya conferencias de prensa diarias

Pese a su papel activo en la delicada diplomacia con México, Tillerson ha quedado excluido en otras importantes deliberaciones sobre política exterior, como el cambio de política de la Casa Blanca respecto al Estado palestino y la línea dura adoptada hacia Irán, informó esta semana el diario Politico. El ex jefe de la petrolera Exxon se ha visto obligado a competir con dos figuras mucho más cercanas al presidente, Steve Bannon y Jared Kushner, quien incluso ha recibido de su suegro, Trump, el encargo de resetear el proceso de paz entre israelíes y palestinos.

"Hay un instinto muy fuerte en la Casa Blanca de hacerse con el control directo de la política exterior", opinó Adams. Tillerson sufrió otro revés a mediados de este mes, cuando la Casa Blanca rechazó nombrar como subsecretario de Estado a Elliott Abrams, un veterano de los círculos diplomáticos republicanos al que él había recomendado para el puesto, debido a las críticas que ese candidato había emitido contra Trump durante la campaña electoral.

Ese desencuentro ha "atascado" el proceso de nominación de altos cargos para el Departamento de Estado, "porque si no puedes ponerte de acuerdo sobre el número dos, no puedes avanzar" en el nombramiento de puestos inferiores que dirigen la política para cada región del mundo, explicó el ex diplomático Steven Feldstein. "Es algo muy preocupante", añadió Feldstein, que hasta el pasado 20 de enero fue subsecretario de Estado adjunto para Democracia y Derechos Humanos, y ahora es analista en el centro de estudios Carnegie Endowment for International Peace.

En el Departamento de Estado, integrado en buena parte por diplomáticos de carrera que se mantienen en la agencia aunque cambie el color político en la Casa Blanca, sigue habiendo mucha "inquietud" en torno a lo que puede suponer la presidencia de Trump, de acuerdo con Feldstein. Eso se debe en parte a "la incomodidad respecto a la renuncia en un tiempo récord del principal asesor de seguridad nacional (de Trump) Michael Flynn" y las dudas sobre "cuánta influencia tiene un asesor político como Bannon, que puede sentarse en el Consejo de Seguridad Nacional", apuntó. Pero también hay una sensación general de que "la Casa Blanca es la que verdaderamente dirige la política exterior, la que organiza las llamadas y se relaciona con jefes de Estado, y potencialmente deja fuera al Departamento de Estado", agregó Feldstein.

Otro problema, para muchos observadores, es el bajo perfil público de Tillerson, quien no ha dado ninguna entrevista ni conferencia de prensa desde que llegó al poder. El Departamento de Estado, por su parte, lleva cinco semanas sin que haya conferencias de prensa diarias, una tradición que, además de afinar la cobertura periodística, servía a muchos Gobiernos para aclarar dudas sobre la postura de EEUU sobre distintos temas. "En toda mi carrera, nunca he visto que haya pasado tanto tiempo (sin conferencias de prensa)", afirmó Feldstein.

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