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El Ejército paquistaní gana terreno a los talibanes y recupera un valle asolado por la guerra

  • Los militares justifican los bombardeos sobre pueblos para acabar con los fundamentalistas

El avance talibán hacia Buner, un pedregoso valle apenas a 100 kilómetros de Islamabad, hizo sonar las alarmas de la comunidad internacional en abril, pero hoy el Gobierno pide a la población que vuelva a sus hogares tras una operación militar que ha dejado un paisaje de destrucción.

Los combates más intensos en este verde valle de montañas escarpadas terminaron hace un mes, pero las cicatrices de la guerra aún son evidentes, según pudo comprobar Efe en una visita guiada del Ejército y las autoridades paquistaníes a la zona.

Al cruzar el estratégico paso de Ambela, en el sur del distrito de Buner, los sinuosos caminos y evocadoras imágenes de riachuelos, pinos y eucaliptos dan paso a edificios devastados, con marcas de metralla y artillería pesada.

Algunos vehículos calcinados continúan en medio de la carretera, en ocasiones desprendiendo hedor a cadáver. También se avistan coches con banderas blancas atestados de desplazados que intentan volver a sus casas y convoyes de agencias humanitarias cargando suministros.

A medida que se avanza hacia el norte de Buner desde la capital, Daggar, los pueblos ofrecen un aspecto fantasma, con muchos de los comercios cerrados, poca gente en las calles y continuos puestos de control del Ejército. Apenas unos árboles se mantienen en pie en Sultanwas, cuyos alrededores están plagados de cráteres formados por explosiones.

"Ya sabe usted... No nos quedó otra opción", dijo a Efe el jefe militar para justificar los bombardeos aéreos del Ejército sobre un pueblo que se había convertido en un bastión talibán.

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