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Netanyahu mira a la derecha radical para constituir su gobierno

  • Tras recibir el "no" del Kadima de Livni, y del Partido Laborista de Barak, para crear una coalición gubernamental más moderada, el líder del Likud sondea a sus "socios naturales" para formar el próximo ejecutivo

El líder del partido conservador Likud, Benjamín Netanyahu, empezó este miércoles a negociar con la extrema derecha y el sector ultra-ortodoxo para formar gobierno tras no llegar a un acuerdo con el centrista Kadima y el Partido Laborista. 

Tras recibir el "no" -al menos provisional- del Kadima de Tzipi Livni, y del Partido Laborista de Ehud Barak, para crear una coalición gubernamental que hubiera tenido un carácter más moderado, el líder del Likud, encargado de formar el próximo ejecutivo, ha sondeado a sus "socios naturales" de la derecha radical. 

Netanyau inició así los contactos con la ultra-derechista Israel Beitenu de Avigdor Lieberman, tercera fuerza israelí tras obtener quince diputados en las elecciones del pasado día 10 y que aspira a introducir uniones maritales civiles, facilitar las conversiones al judaísmo y cambiar el sistema de gobierno en Israel. 

Al término de la primera reunión con el equipo de Netanyahu, Lieberman manifestó que existe desacuerdo entre los dos partidos, principalmente en lo que se refiere a la "agenda civil", que provocará no pocos encontronazos con los sectores ultra-ortodoxos. 

Netanyahu deberá maniobrar con cautela si desea consolidar una coalición con el Israel Beitenu y las formaciones religiosas judías, que rechazan cualquier concesión en los derechos civiles que vaya en detrimento del monopolio del Rabinato Ortodoxo, que en Israel dicta la legislación matrimonial y de divorcio en virtud de un 'statu quo' vigente desde la creación del Estado Judío en 1948. 

Las desavenencias aludidas por Lieberman podrían deberse, no obstante, a que no le satisfacen las ofertas ministerial que ha recibido por parte de Netanyahu; según la prensa local, el líder ultraderechista pretende ocupar destacadas carteras en el próximo ejecutivo, como Asuntos Exteriores, Defensa o Finanzas. 

La reacción de Lieberman contrasta con las declaraciones que tras los contactos realizó el diputado y responsable de negociaciones en el Likud, Gideon Saar, quien aseguró que su formación e "Israel Beitenu coinciden en la mayoría de las cuestiones". 

Saar recordó la cooperación entre ambas formaciones políticas tanto en anteriores gobiernos como en la oposición. 

Tras entrevistarse con los de Israel Beitenu, los representantes del Likud se entrevistaron seguidamente con sus homólogos del partido ortodoxo sefardí Shas, que cuenta con once asientos en la Kneset, y cuyo líder, Eli Yishai, dijo tras la negociación que "las diferencias entre los dos partidos son amplias". 

"Hay temas difíciles, y el primero de ellos es la economía y la recesión. Debemos abordar los problemas de la sociedad", manifestó el líder de Shas, y agregó que el Likud "se sorprendió de que éste sea el principal asunto". 

El tercer encuentro fue con la formación ortodoxa asquenazí Judaísmo Unido de la Biblia, con cinco diputados. 

Saar contradijo las declaraciones de Yisahi, y mostró su confianza en que den sus frutos las reuniones con "todos los socios potenciales a integrar la coalición". 

El líder del Likud recibió del presidente de Israel, Simón Peres, el encargo de formar Gobierno, al contar de más apoyos para armar una coalición, pese a que su partido obtuvo en los comicios un diputado menos que los 28 del Kadima. 

Netanyahu, quien ejerció como primer ministro entre 1996 y 1999, tiene hasta el 20 de marzo para consolidar una coalición, más dos semanas suplementarias si así lo requiere. 

A pesar de iniciar negociaciones con los partidos a la derecha del Likud tras la negativa de Livni a entrar en su gobierno, el dirigente conservador no descarta arrastrar al centrista Kadima a su mayoría de gobierno. 

Likud y Kadima sumarían 55 legisladores, pero necesitarían apoyos a su derecha, como los citados Shas e Israel Beitenu, o a su izquierda, del Partido Laborista, con trece diputados, para garantizarse la mayoría en el Parlamento, de 120 escaños. 

Netanyahu prefiere un Gobierno de unidad nacional con mayor estabilidad y que no despierte los recelos que en la comunidad internacional podría generar un Ejecutivo de extrema derecha. 

Livni, sin embargo, ha dejado claro que prefiere la oposición a integrar un ejecutivo que no apueste por un estado palestino en un proceso de negociación al que se oponen tanto Netanyahu como sus naturales aliados ideológicos conservadores. 

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