Elecciones legislativas El partido de Putin será, sin sorpresas, el gran vencedor

Rusia vota sin sobresaltos

Rusia celebra hoy unas controvertidas elecciones a la Duma por las restricciones impuestas a los observadores internacionales y a las nulas posibilidades de que la oposición liberal supere la barrera mínima del 7 por ciento para acceder a la Cámara de Diputados.

El Parlamento ruso ha perdido representatividad con el paso de los años, tendencia que se ha agravado desde la llegada al Kremlin del actual presidente, Vladimir Putin (2000).

En la actualidad, la Duma se limita a ratificar las iniciativas del presidente, del Gobierno y, en el mejor de los casos, de la mayoría parlamentaria -Rusia Unida-, afín al Kremlin.

De hecho, el jefe del Estado tiene la facultad de disolver la Duma si ésta no aprueba a su candidato a primer ministro en tres votaciones, lo que sitúa al sistema político ruso en la categoría de presidencialista. Es por ello que son las elecciones presidenciales de marzo de 2008 y no las legislativas de hoy las que marcarán el futuro político del país, pues Putin no podrá presentarse a la reelección, al impedir la Constitución más de dos mandatos consecutivos.

Con el objetivo declarado de sentar las bases para la formación de una sistema pluripartidista en Rusia, Putin introdujo cambios a la ley electoral para que la Duma fuera elegida, por primera vez, sólo por listas de partidos. De esta forma, se ha impedido que candidatos independientes puedan obtener un acta de las 450 que se dirimen en los comicios.

Seguidamente, se elevó del 5 al 7 por ciento la barrera mínima para acceder a la Cámara, con lo que las formaciones políticas liberales, incapaces de forjar una alianza, previsiblemente, se quedarán fuera del arco parlamentario.

Según los últimos pronósticos, Rusia Unida y los comunistas son los únicos que tienen seguro un puesto en el Parlamento, a los que se podrían sumar los nacionalistas del Partido Liberal Democrático y el segundo partido oficialista apadrinado por el Kremlin, Rusia Justa, y encabezado por el jefe del Senado, Serguei Mironov.

La conclusión es que las reformas a la ley electoral promueven el advenimiento en Rusia de un sistema en teoría pluripartidista, de hecho, bipartidista, y en la práctica, de partido único.

Para asegurarse que las elecciones son válidas, sea cual sea el nivel de participación, el presidente ruso promulgó otra ley que eliminó el mínimo de participación necesario para que unos comicios sean considerados legales. La promulgación de esta normativa significa que, en el futuro, todas la elecciones que se celebren en Rusia serán válidas independientemente del nivel de abstención.

Hasta ahora, para que los comicios a la Duma fueran válidos se requería la participación de más del 25 por ciento del censo electoral.

No obstante, la mayor controversia internacional fue causada por la decisión de la Comisión Electoral Central (CEC) de invitar a sólo 300 observadores internacionales, una tercera parte de los que supervisaron los comicios de 2003. El caso más llamativo fue el de la OSCE, organismo que vela por que los procesos electorales en el continente europeo sean democráticos, que pasó de casi medio millar de observadores a 70.

"Rusia no necesita invitar a un ejército de observadores", señaló un portavoz de la CEC.

Ante la imposibilidad de realizar su labor, la Oficina para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos de la OSCE decidió no enviar a ningún observador a las elecciones.

Putin respondió que esa decisión había sido tomada por "recomendación del departamento de Estado de EEUU" en un intento de restarle legitimidad a los comicios. Y es que Rusia acusa desde hace varios años a las organizaciones occidentales de aplicar en los países de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes una política de "doble rasero" en favor del estallido de revoluciones prooccidentales.

En opinión del Relator de Derechos Humanos de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE, el español Jesús López Medel, "no hay razones para limitar el número de observadores en unos comicios, a no ser que exista el temor a que transcurran por cauces no democráticos".

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