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Segundo año en el elíseo Dos de cada tres franceses se sienten "decepcionados" con el mandatario

Sarkozy resiste las embestidas

  • El presidente francés afronta con resignación el hundimiento de la economía, su impopularidad y las revueltas populares, un panorama muy distinto con el que soñó cuando llegó al poder

Nicolas Sarkozy fue elegido sexto presidente de la V República Francesa el 6 de mayo de 2007 con un 53% de los votos, arrastrando un índice de popularidad aplastante, bajo la promesa de romper con más de veinticinco años de inmovilismo en el país y con la idea de transformar a Francia en un paraíso liberal sin huelgas, con pleno empleo y mayor calidad de vida. Dos años más tarde, el panorama es muy distinto.

El contratiempo de la crisis económica mundial se ha llevado por delante todo el proyecto reformista que había prometido a bombo y platillo durante la campaña electoral que le llevó al poder. Tras 24 meses en el cargo, el mandatario francés afronta con resignación el hundimiento de la economía, su impopularidad y las revueltas populares.

El lema de "trabajar más para ganar más" tan repetido por el presidente no acaba de hacerse realidad, más bien todo lo contrario. El país vecino alcanza niveles de paro nunca vistos desde los años noventa, con 2,5 millones de desempleados. Eso sí, sus compañeros de partido le defienden argumentando que Francia está aguantando la crisis mejor que otros países.

El presidente se ha visto así obligado a revisar a la baja sus compromisos de orden económico y social ganándose las críticas de la oposición, que le acusa de escudarse en la crisis para no cumplirlas. Con todo, ha logrado sacar adelante la reforma constitucional, el aligeramiento de la plantilla de funcionarios, terminar con los regímenes especiales de jubilación, la ampliación de la edad laboral, aprobar una ley de servicios mínimos o imprimir una inflexión a la política exterior y de defensa con el regreso de Francia al núcleo duro de la OTAN.

Si en el primer año de mandato Sarkozy ya dilapidó prácticamente la totalidad del inmenso capital de popularidad con que contaba -pasó de un 65% de partidarios en julio de 2007 a sólo un 32% en abril de 2008-, las encuestas publicadas en los últimos días no ofrecen datos más halagüeños: en enero de 2008 disfrutaba de un 49% de aceptación. Ahora sufre de nuevo un 32%. La mayor caída se produce en 2009, coincidiendo con los primeros efectos de la crisis y el abandono de la presidencia de turno de la Unión Europea (UE).

No obstante, su forma resolutiva de actuar al frente de la diplomacia de la UE y en la cumbre del G-20 o su intervención en la crisis de Georgia en pleno verano de 2008, devolvió estima y confianza a los ojos de los franceses. Pero el regreso a los problemas internos, en especial el paro y la degradación económica, han acabado hundiendo su imagen.

Más datos: el 65% de los ciudadanos se confiesan "decepcionados" con su gestión y el 63% opina que el balance de su presidencia hasta el momento es "más bien negativo".

Por lo tanto, lo que desprenden las cifras ofrecidas en las líneas anteriores es que Sarkozy se ha instalado en una impopularidad duradera y profunda. Sólo su predecesor en el mandato, Jacques Chirac, se había tenido que tragar sondeos tan poco positivos después de llegar al poder.

"Dado el panorama, Sarkozy ha conseguido limitar el daño y su gran suerte es que no hay una alternativa creíble desde la oposición", asegura Jerome Fourquet, subdirector del departamento de opinión pública de IFOP.

En lo que va de año ha sufrido, además, tres concentraciones callejeras organizadas por los sindicatos, en las que millones de franceses se han manifestado masivamente para protestar por el deterioro del empleo y del poder adquisitivo, dos de las banderas con las que Sarkozy aterrizó al Elíseo.

El diario Le Monde apunta otro elemento en el debe del presidente: a pesar del frenesí legislativo de su Gobierno, no ha concebido aún ninguna reforma emblemática de calado encaminada a modificar el paisaje social o político de Francia. El diario francés recuerda que Valèry Giscard d'Estaing legalizó el aborto, que François Mitterrand abolió la pena de muerte y que Jacques Chirac suprimió el servicio militar.

Mientras tanto, Sarkozy defendió sus dos años al frente de la presidencia en los que Francia "ha tenido el valor de reformarse y ha derribado los conservadurismos que, paralizándola, la condenaban a un declive irremediable" y reclamó que se le juzgue al final del quinquenio.

A pesar de todo lo mencionado, si hoy se celebraran nuevas elecciones presidenciales, Sarkozy resultaría de reelegido con algo más de un 30% de los votos. Las europeas del 7 de junio serán un nuevo test para él.

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