La guerra de afganistán Las difíciles relaciones entre los afganos y las fuerzas de la ISAF

Zamaray, el talibán 'por venganza'

  • Un joven afgano de 32 años no se consideraba un enemigo de Occidente hasta que una bala disparada por soldados británicos acabó con la vida de su hijo y lo empujó en brazos de los radicales

Zamaray ha jurado venganza. Quiere vengar la muerte de su hijo de 11 años, Zaryalay, abatido a tiros por soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en Kabul.

La historia de Zamaray es la de un joven afgano que no se consideraba un enemigo de Occidente, hasta que una bala disparada por soldados británicos lo empujó en los brazos de los talibanes. Zamaray, de 32 años, dice que quiere unirse a los rebeldes para luchar contra los soldados extranjeros. A otros dos hijos suyos, de sólo siete y diez años de edad, los ha ofrecido a los talibanes para que los adiestren como futuros terroristas suicidas.

El pasado 22 de febrero Zamaray y su familia se subieron al minibús de su padre para visitar familiares en el centro de Kabul. Como muchos vehículos importados del vecino Pakistán, el volante del minibús estaba situado a la derecha. En el lugar donde debía estar el conductor, a la izquierda, se encontraba Zaryalay. Hacia las nueve de la noche, Zamaray salió de la carretera que conduce a Jalalabad y dobló hacia la izquierda, con dirección a Bagram. De repente se oyeron disparos.

Los disparos efectuados por los soldados alcanzaron a Zaryalay, que pese a los primeros auxilios prestados por los efectivos falleció. Posiblemente, en medio de oscuridad, los soldados pensaban que al apuntar al asiento izquierdo del vehículo iban a alcanzar al conductor del vehículo.

Después de observar un duelo de un mes, durante el cual no acudió a su trabajo, a Zamaray le comunicaron que había sido despedido. En un sobre marrón estrujado, Zamaray guarda los dos folios que le entregaron los británicos. El escrito señala fríamente que una investigación del incidente dio como resultado que al Ministerio de Defensa británico no le corresponde ninguna culpa por la muerte de su hijo. "No obstante, como medida de excepción, estamos dispuestos a ofrecerle una ayuda de 1.600 euros".

"Eso es una broma", dice Zamaray. "De cualquier modo, me voy a vengar", dice con determinación. Cuenta que hace algunas semanas se encontró con combatientes de la milicia talibanes en el distrito de Shindand. A diferencia de la ISAF, los rebeldes islámicos le expresaron su pesar por la muerte de su hijo y le propusieron vengarse conjuntamente e incluso le ofrecieron el pago de un salario. "Estoy decidido al mil por ciento a unirme a los talibanes", asegura Zamaray.

A sus dos hijos mayores, Zardat y Allah Nazar, los ha ofrecido como terroristas suicidas a los talibanes, dice Zamaray. Los insurgentes le contestaron que aceptaban a los niños siempre que no tuvieran más de 16 o 18 años. "Dijeron: tráiganoslos dentro de tres o cuatro meses. Antes de llevar a cabo su misión mortal, los jóvenes tienen que ser entrenados, explicaron los rebeldes islamistas".

En el pasado, Zamaray empuñó el fusil en las filas de la Alianza del Norte para derrotar el régimen terrorista talibán. "Luché durante seis años contra los talibanes, pero ahora ellos (los soldados de la ISAF) me han empujado a unirme a mis enemigos para vengarme".

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