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Los islamistas de Erdogan revalidan una cómoda mayoría en las elecciones turcas

  • El primer ministro deberá consensuar con otros partidos su sueño de crear un Estado presidencialista al estilo francés en la nueva Constitución.

Los islamistas moderados del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, revalidaron una cómoda mayoría absoluta, con 326 escaños, en las elecciones generales celebradas en Turquía, que transcurrieron con normalidad y con la economía como principal asunto. La economía y el reparto del bienestar entre la población dominaron la tercera cita consecutiva con las urnas de Erdogan y de su Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP), fundado en 2001 por él y el actual presidente de la República Turca, Abdullah Gül.

El milagro económico de Turquía en la última década es palpable, con un crecimiento del 8,9 por ciento en 2010, aunque no haya repercutido tanto en algunos sectores como los campesinos y los trabajadores en la industria. Como botón de muestra, el desempleo bajó en marzo al 11,5 por ciento de la población activa, frente al 14,4% del mismo mes del anterior.

Salvo en los sectores más suspicaces del laicismo turco, ha quedado prácticamente olvidada la supuesta agenda secreta de Erdogan para islamizar a Turquía, cuyo temor era amplio en las elecciones de 2007. Otros logros que supieron reconocer en las urnas los electores a este carismático dirigente, aparte de salvar de la ruina económica al país, es la neutralización del otrora muy influyente estamento militar.

Como recordaba un votante crítico a Erdogan, el 20 por ciento de la cúpula castrense está entre rejas por casos relacionados con intentos fracasados de golpismo recogidos en el caso judicial Ergenekon. Sin embargo, su retórica nacionalista en los últimos tiempos ha dañado su popularidad entre los votantes kurdos, que lo castigaron claramente en las urnas. En las provincias del sureste, donde se concentra la población kurda, el AKP ha visto reducir su voto considerablemente en beneficio de los independientes kurdos del Partido de la Paz y la Democracia (BDP), que pasó de 20 a 35 diputados.

Su principal rival en la oposición, Kemal Kilicderoglu, que dirige desde 2010 el centroizquierdista Partido Republicano del Pueblo (CHP), ha logrado modernizar esta formación, librándola de la carga del militarismo golpista del pasado y aceptando los valores democráticos occidentales. Durante la jornada electoral solo se registraron incidentes sin consecuencias graves, como el intento de falsificar la identidad en varios casos y un intento de linchar por ello a cinco miembros del AKP, así como la muerte de tres por ataques al corazón.

Con el 95,1% de las papeletas escrutadas, el AKP obtuvo un 50,4 por ciento, seguido del CHP con un 25,8%, del Partido de Acción Nacionalista (MHP) con un 13,1% y los independientes agrupados en el Partido de la Paz y la Democracia (BDP) de los kurdos con un 6,2%. Estos cuatro partidos estarán representados en el Parlamento de 550 diputados en la próxima legislatura de cuatro años, durante la que Erdogan quiere redactar una nueva Constitución más acorde con la Turquía moderna que la heredada de los militares en los años ochenta del pasado siglo.

No obstante, los resultados indican que queda claro que Erdogan, de 57 años de edad, deberá renunciar a plasmar el sueño de crear un Estado presidencialista al estilo francés en la nueva Carta Magna y que ahora deberá consensuar con otros partidos parlamentarios y someterla a un referéndum popular. Para actuar en solitario, el AKP debería haber logrado una mayoría absoluta aplastante de, al menos, dos tercios del Parlamento, o 367 escaños, cifra muy alejada de los 326 conseguidos hoy, aunque aquí puede aún haber una ligera variación.

La política exterior ha jugado una baza secundaria en la campaña electoral, pero la entereza, rayana a veces en la arrogancia del actual gobierno, ha sido un claro motivo de orgullo expresado por el ciudadano de a pie, ante todo un cierto alejamiento "del dictado de Estados Unidos", como lo ven algunos de sus más críticos rivales. El acercamiento o rechazo de Turquía a la Unión Europea ha estado en la mente, no sólo de los partidos políticos sino también entre los electores más conscientes de la proyección hacia el exterior de la política gubernamental.

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