elecciones en perú El domingo se celebra la segunda vuelta electoral

El pesado lastre del pasado

  • Los dos candidatos a la Presidencia arrastran una historia llena de sombras que les han valido ataques en la campaña: el pasado guerrillero de Ollanta Humala y sus vínculos con Chávez y el apellido de Keiko Fujimori

El pasado de los candidatos puede ser decisivo en las elecciones del domingo, ya que tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori arrastran una historia llena de sombras que les ha costado amargos ataques durante la campaña por la Presidencia peruana.

Son muchos los peruanos que aclaran que votarán contra un candidato más que en favor de otro. Humala arrastra resistencias por sus vínculos de hace unos años con Hugo Chávez, sus reivindicaciones nacionalistas y las acusaciones de haber cometido crímenes cuando comandó una base militar en la selva peruana durante la guerra contra Sendero Luminoso.

Para el analista Santiago Pedraglio, el voto por "el mal menor" es "un poquito más matizado", ya que el 54% de los electores eligieron a estos candidatos en la primera vuelta del 10 de abril, y si bien admitió que puede haber un 35% que vote por el mal menor "eso pasa en todos los procesos" del mundo.

Humala ha reconocido que en 2006, cuando postuló por primera vez a la Presidencia peruana, cometió el "error" de identificarse abiertamente con Chávez, un gobernante que provoca grandes rechazos en Perú, visto por muchos como un dictador. Por ello, el candidato ha tenido que dedicar gran parte de la campaña a negar sus vínculos con el venezolano e incluso a resaltar sus diferencias, como su rechazo a restringir la libertad de prensa y la posibilidad de ser reelegido.

La sombra mayor que cae sobre el candidato proviene de la guerra que enfrentó a los peruanos en los 90, cuando Humala era comandante de una pequeña base del Ejército en el remoto poblado selvático de Madre Mía. El ahora político ha sido acusado de haber ordenado torturas y desapariciones de pobladores y, luego, de haber sobornado a los supuestos testigos de esos casos para hacer desaparecer las pruebas.

Humala niega estos hechos, remarca su orgullo de haber combatido al terrorismo y recuerda que en la investigación que hizo la Justicia fue absuelto por el magistrado César San Martín, el actual presidente del Poder Judicial, que también presidió el tribunal que condenó a 25 años de cárcel al ex presidente Alberto Fujimori.

Por último, sus rivales le reprochan carecer de credenciales democráticas, ya que lideró un levantamiento militar contra el régimen de Fujimori, en 2000, y luego estuvo a favor, aunque solo en un primer momento, de la rebelión en 2005 encabezada por su hermano Antauro y reservistas del Ejército.

En el caso de Keiko, el solo hecho de ser hija del ex presidente preso es suficiente para que muchos la consideren un peligro para la democracia y la estabilidad del país.

Más allá del apellido, para otros representa la continuidad de un proyecto político que, si bien tuvo aciertos económicos y venció a los grupos terroristas, también dio origen a la red de corrupción más grande de la historia peruana.

En ese sentido, un triunfo de Keiko es visto como la cuarta etapa del proyecto liderado por su padre, algo que ella niega y de lo que ha intentado desligarse sin mucho éxito, ya que muchos de los personajes de su entorno son los mismos del régimen de los 90.

Esta presunción ha sido abonada por la misma candidata, quien asegura que el gobierno de su padre fue "el mejor de la historia" y reparte propaganda y regalos con la foto de su progenitor. Keiko intentó desmarcarse jurando "por Dios" que, de ganar la Presidencia, no indultará a su padre, aunque sigue creyendo que es inocente de las acusaciones de violar los derechos humanos y corrupción.

A los 36 años y con la posibilidad de convertirse en la primera mujer y en la más joven jefa de Estado peruano, la candidata también fue acusada de haber estudiado en la Universidad de Boston con dinero del Estado. Ella lo niega y remarca que su carrera fue pagada por su familia, aunque la duda se mantiene porque existen declaraciones del ex asesor Vladimiro Montesinos, quien hace unos años aseguró haberle entregado cada cierto tiempo el dinero que utilizaba.

Para el antropólogo Eduardo Ballón, "el fardo de Keiko es más pesado", pero "una de las tragedias del país es que la memoria es absolutamente selectiva y buena parte del electorado está blindado ante los recuerdos: recuerdan lo que quieren y olvidan lo que les incomoda".

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