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La violencia y las sospechas de fraude marcan la jornada electoral afgana

  • Millones de afganos acudieron a las urnas, pese al boicot de los talibanes, que causaron decenas de muertos y heridos en ataques contra colegios de todo el país.

Millones de afganos acudieron a las urnas para votar en las elecciones legislativas, pese al boicot decretado por los insurgentes talibanes, que causaron decenas de muertos y heridos en ataques contra colegios de todo el país.

Según el único dato disponible de participación hasta el momento, facilitado por la Comisión Electoral Independiente (IEC), a mediodía había votado un 32 por ciento de los electores, pero esa información corresponde a tan solo 2.627 de los 5.816 colegios cuya apertura estaba prevista para este sábado. La IEC había establecido originalmente 6.835 colegios electorales, pero renunció con antelación a la apertura de 1.019 de ellos por razones de seguridad, y las propias autoridades afganas han reconocido que carecen de presencia en nueve distritos.

"Decir que la seguridad está garantizada son palabras mayores. Se han tomado precauciones, más que nunca, pero sigue habiendo una gran preocupación", dijo poco antes de la apertura de los colegios el jefe de la misión de la ONU en el país (UNAMA), Staffan de Mistura. Los colegios cerraron sus puertas a la hora fijada, las 16:00 hora local (13:30 en España), y la Comisión Electoral se felicitó por haber podido abrir finalmente el 92 por ciento -5.355- de los centros previstos inicialmente, pese al boicot insurgente.

Los talibanes, sin embargo, recurrieron desde primera hora a atacar con proyectiles o bloquear un total de 150 centros de votación, la mayoría en el norte y el este del país, reivindicaron los propios insurgentes en un comunicado. Docenas de personas han muerto o resultado heridas en esos ataques, según distintas fuentes oficiales y policiales, aunque las autoridades afganas aún no han emitido una estimación realmente precisa de la violencia durante la jornada electoral.

El día fue festivo en Afganistán para posibilitar el voto de la población, y, al menos en Kabul, los tenderos echaron el cerrojo y fueron pocos los paseantes que se aventuraron a las calles, excepción hecha de los ubicuos miembros de las fuerzas de seguridad.

Como ya hizo el año pasado, con motivo de las elecciones presidenciales, el presidente Hamid Karzai abrió la votación por la mañana en el instituto Amani de enseñanza, cercano a su palacio, y realizó en lengua pastún un llamamiento al voto. "Esperemos -agregó luego en inglés- que haya una alta participación, y que los incidentes de seguridad, ya que habrá algunos, no disuadan a nadie de salir a votar".

En vista de la llamada a la violencia de los talibanes, las autoridades afganas ordenaron el despliegue de unos 250.000 efectivos de las fuerzas de seguridad, con apoyo de los 150.000 soldados internacionales desplegados en el país. Las elecciones suponen una prueba formidable para la fiabilidad del régimen afgano, porque tienen lugar apenas un año después del fiasco de los comicios presidenciales, cuando cientos de miles de papeletas fueron anuladas tras demostrarse falsas.

En los últimos días han crecido de nuevo las voces que denuncian la impresión y compraventa de tarjetas falsas de votantes y es vox pópuli en la calle que se están produciendo compras de votos en distintas regiones, aunque no hay pruebas contundentes que lo sustancien. "Esperemos que esta vez no haya fraude. Ésa es, al fin y al cabo, una de las misiones de la Comisión Electoral, que debería estar lista frente a posibles debilidades", dijo a Efe el vicepresidente afgano, Karim Khalili, tras depositar su voto.

Además del clima general de inseguridad, el fraude se ve facilitado en Afganistán por el hecho de que apenas existen comunicaciones, la orografía es difícil, y el grueso de la población está sumida en la pobreza y apenas sabe leer y escribir. Sin embargo, frente al fraude sistemático detectado el año pasado, los expertos creen esta vez que lo que ocurrirá será una suma de "pequeños fraudes" locales a favor de determinados candidatos que controlan las redes de poder.

Para estas elecciones parlamentarias, las segundas desde la caída del régimen talibán, estaban llamados unos 11,4 millones de afganos, con vistas a elegir a los 249 diputados que compondrán la Cámara baja entre los poco más de 2.500 candidatos. Los resultados no solo tardarán en llegar (los preliminares, el 8 de octubre), sino que serán difíciles de interpretar, porque casi todos los candidatos concurren como independientes, y en ciertos casos, bastarán unos pocos miles de apoyos para ser elegido.

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