Jerry Johnson. ex cónsul de Estados Unidos en andalucía de 1983 a 2008 Testimonio de un diplomático

"Viene por afinidad con Rajoy"

  • Jerry Johnson lamenta pero entiende la suspensión de la visita a Sevilla del presidente Obama

"Se lo dije a mi mujer: Pili, Obama no viene". Cuando Jerry Johnson (Des Moines, Iowa, 1938), cónsul de Estados Unidos en Andalucía durante 25 años (entre 1983 y 2008), conoció la noticia del asesinato de cinco policías en Dallas intuyó que un sueño estaba a punto de evaporarse. "Es normal. No puede venir de paseo como un turista con lo que le está esperando allí. Las reuniones de trabajo se entienden, lo demás sería otro tema".

Pili es Pilar Marín. Jerry, que vino a España por primera vez en 1966 con una beca Fullbrigt para completar su tesis doctoral sobre Juan Ramón Jiménez, conoció en Estados Unidos a esta salmantina que con una beca similar hacía un trabajo sobre la literatura norteamericana de la guerra, especialmente de escritores como Hemnigway o John dos Passos que estuvieron en la guerra civil.

La llegada de Obama a España desde Varsovia les ha cogido de vacaciones en Marbella. "A Obama nunca lo he visto en persona", dice Johnson, "yo me establecí en España en 1971 y entonces él sería un niño de diez años que vivía en algún país de África". El atentado de Dallas y la suspensión de la agenda de Sevilla han magnificado un viaje cuya importancia Johnson relativiza. "Creo que es un viaje más protocolario que otra cosa. No hay cuestiones de sustancia entre ambos países. El tema de las bases está en su sitio. Yo creo que obedece más a un deseo personal de Obama y a cierta afinidad con Rajoy".

Otra cosa bien distinta fue el viaje de Ike Eisenhower en 1959 con Franco en el Pardo. "Allí había poco protocolo. España era la frontera sur de la OTAN, la única frontera potencialmente peligrosa para España y para Europa". El pasado jueves, en su casa de Sevilla, Jerry Johnson apuntó algunos de los detalles de lo que podría haber visto Obama en la visita borrada del mapa por un francotirador. "Sevilla es como venir a un museo y no puedes ver un museo en un día. Puedes ver Picasso y ya está". Tiene la convicción de que habría pedido ver algo acorde con sus gustos y aficiones personales. "Sé que a Obama le encanta el baile. Lo habrían llevado a ver bailar a Matilde Coral. Y si es ella y Cristina Hoyos juntas, ya es el programa perfecto".

A Obama le gusta el baile y a Clinton la arquitectura "porque es un arquitecto amateur". Llega el presidente de Estados Unidos en el final de su mandato a un país en permanente campaña electoral. Su hija Victoria, que vive en Vermont, y tres de sus seis nietos ya votaron en las elecciones españolas del 26 de junio a través del consulado de Boston. "El estado de Vermont es el de Sanders. Es la primera vez en la historia de los Estados Unidos que un socialista llega tan lejos en la batalla electoral con el apoyo de millones de votantes. Es la prueba de que allí, como ha pasado en España, los partidos establecidos también están perdiendo el tren. Yo voy a votar a Hillary Clinton no porque me parezca una candidata interesante, sino por miedo a Donald Trump, que encarna un colapso del sistema, del establishment. Es el mismo fenómeno de Podemos en España, del experimento del Brexit en Inglaterra, Le Pen en Francia o la repetición de las elecciones en Austria".

La no-visita de Obama a Sevilla puede traducirse en visitas reales de turistas norteamericanos que quieran ver lo que la ciudad le tenía preparado a su presidente. "Al norteamericano le gusta la gente, el ambiente. El sevillano puede parecer muy abierto, aunque he descubierto con los años que el sevillano de abierto no tiene nada. Al norteamericano lo puedes llevar a ver la tumba de Colón, la Catedral, la plaza de toros, muy bien, pero con lo que se queda es con la simpatía sevillana. A mí no me gusta mucho Murillo, me parece un pintor de monjitas; tampoco Valdés Leal, que me parece muy triste y deprimente. Zurbarán me gusta muchísimo y el paisajista Madrazo, que tiene su obra repartida entre Málaga y Sevilla".

La parada de Obama en Sevilla era un homenaje a la cultura española que Jerry Johnson adoptó como suya. Se casó con Pilar Marín en Salamanca en 1968. Un mestizaje muy curioso que sin duda habría llamado la atención del presidente Obama. Johnson se especializó en un andaluz que vivió y murió en América; Pilar Marín, en norteamericanos fascinados con España. Hemingway obtuvo el Nobel en 1954 y Juan Ramón en 1956. Separados por el Nobel islandés Halldór Laxness. "Si Juan Ramón llega a conocer a Hemingway se muere del susto", dice Pilar Marín, objeto de la admiración de su marido. "Para conocer la literatura norteamericana de guerras no se puede ser diletante y hablar un poquito chino, afgano, inglés y bielorruso. Pedir un café no es necesariamente hablar una lengua".

Tienen dos hijos. Cristóbal vive en Madrid, él sí podría ver a Obama; y Victoria en Vermont. "Fuimos a verla en mayo". Volverán a votar en noviembre. "Me tranquiliza que haya republicanos que públicamente han dicho que no van a votar a Trump. El Partido Republicano es un partido moribundo, se ha llevado los ocho años de Obama diciendo que no a todo. Empezaron a votarlos los que antes votaban al Partido Demócrata: clase media, clase media trabajadora, lo que llaman en España con cierta nostalgia clase obrera". Empezó de cónsul con Ronald Reagan y se jubiló en 2008, el año que llegó Obama.

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