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Ana María Matute, el retorno de la "maga"

  • La escritora presenta 'Paraíso inhabitado', una "profunda historia de amor" entre la niña protagonista y un chico ruso

A la escritora Ana María Matute nunca le importó de pequeña que la castigaran en "el cuarto oscuro" de su casa, porque en esa habitación dejaba volar su imaginación y vivía las historias más increíbles. Ahora, en la vejez, esa capacidad la encuentra "en la literatura", su particular cuarto oscuro. "Cuando me pongo a escribir, me siento maga", dijo ayer la escritora catalana al presentar su nueva novela, Paraíso inhabitado, que hoy se pone a la venta publicada por Destino.

En un encuentro con numerosos periodistas y con libreros, Matute (Barcelona, 1925) fue desgranando las claves de esta novela que, como dijo la escritora Ángeles Caso, "es un libro precioso, lleno de magia y de talento literario". "Es la culminación de su escritura" y gira en torno a un tema que "siempre le ha interesado a Ana María Matute: el paraíso inhabitado de la infancia", afirmó Caso. Han pasado ocho años desde que publicó Aranmanoth, y Matute ha tenido que superar varias enfermedades mientras que escribía la novela.

Pero el saber que tenía que acabarla le ayudó a recuperarse. "La literatura es mi mundo, mi vida, mi forma de pisar sobre el suelo", decía la autora de Olvidado Rey Gudú.

Galardonada con premios como el de la Crítica, el Planeta, el Nadal o el Nacional de las Letras, Matute lleva años como eterna candidata al Cervantes y asegura que, si se lo dieran, "daría unos botes de aquí a Lima".

Pero como "nunca" lo ha esperado, tiene "el convencimiento" de que no se lo van a conceder, pero no por el hecho de que sea mujer. "Simplemente porque no les debo gustar, y eso habrá que aceptarlo".

"Hay gente a la que sé que no les gusto yo, y me encanta que así sea", dijo Matute, para aclarar que, entre estos últimos, no incluía a los jurados del Cervantes. Tampoco sabe muy bien por qué en la Real Academia Española, a la que ella pertenece desde 1998, hay sólo tres mujeres, una cifra que mañana podría cambiar si la filóloga Inés Fernández-Ordóñez, única candidata a la vacante de Ángel González, resulta elegida.

"Hay muchas escritoras que podrían ocupar un sillón de la Academia con muchísimo derecho", y si no sucede así "será porque no les gustará su obra", dijo Matute. Como Adriana, la niña que protagoniza su nueva novela, la escritora siempre fue "rebelde". "La Matute pequeña era malísima; la mayor, no", aseguró ayer esta novelista que ha demostrado ser "independiente" a la hora de escribir. "Todo eso de la 'Gauche divine' no era para mí; yo era de la 'Gauche que ríe", comentó.

La novela contiene "una profunda historia de amor" entre la protagonista y Gavrila, un niño de origen ruso, tan dado a la fantasía y a la imaginación como Adriana. Ese niño tiene mucho que ver con un amor de la infancia de Matute, que se llamaba Gonzalo, un nombre que a la escritora le sonaba a "membrillo" y le parecía "un postre". "Gonzalo es mi postre", le decía Matute a su padre.

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