El escritor y profesor accitano Antonio Enrique presenta su nueva novela, en la que traza una imponente alegoría escatológica de la condición humana, del poder y de un momento histórico donde, siendo el reino español el más poderoso del mundo, también llegó a ser el más indigente y desdichado.
Rey tiniebla es el título de la nueva novela, del escritor y poeta granadino Antonio Enrique, que acaba de publicar la editorial Almuzara. En esta obra el autor aborda el género histórico desde una perspectiva distinta y renovada a la que convencionalmente acostumbra la novela histórica actual.
Felipe II, el Escorial y El jardín de la delicias de El Bosco constituyen los tres hitos históricos fundamentales que se dan la mano en este argumento visionario y poderosamente ambientado. Y lo hacen a través de un narrador excepcional; un joven mozo de retrete que asiste al monarca en su interminable agonía, y palpa de primera mano las vergüenzas y el pudor de uno de los personajes más influyentes y universales de nuestra historia. El escritor nos traza una imponente alegoría escatológica de la condición humana, del poder y de un momento histórico donde, siendo el reino español el más poderoso del mundo, también llegó a ser el más indigente y desdichado.
Según comenta su autor, en Rey tiniebla hay un contraste brutal entre el monarca y su mozo de retrete; y pueden resultar incluso humorísticas las consecuencias de este fenomenal colapso entre ambos, aunque, inesperadamente, predomine entre ellos la ternura.
"Es, por otra parte, y en consecuencia del protagonismo del monarca, una reflexión sobre el Poder -añade Antonio Enrique-. No el poder a secas, sino tal como lo hemos concebido los españoles, causa de muchos de nuestros males hoy. Y es, también, por ello, una alegoría de nuestro estado presente: excremental".
Con esta obra, Antonio Enrique aborda el género histórico desde una perspectiva distinta a la de la novela histórica al uso, ya que el elemento visionario está por encima de lo puramente cronológico; la riqueza del lenguaje y la construcción lingüística están al servicio de la creación de atmósfera de la época.
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