El genial compositor y vividor, apasionado cazador y donjuán está sentado en posición relajada en la estatua de bronce. Fumando y con las piernas cruzadas, Giacomo Puccini observa a sus fans desde la pequeña Piazza della Cittadella de la ciudad toscana de Lucca.

La comunidad de sus seguidores sigue siendo enorme y llega en hordas para seguir las huellas del artista, autor de algunas de las óperas más hermosas. Fue en Lucca donde Puccini nació un 22 de diciembre de hace 150 años y fue aquí donde se hizo inmortal con obras como La Boheme, Tosca y Madame Butterfly. Muy pocos pueden superarlo, en Italia quizás sólo Giuseppe Verdi.

Tan sonoras como su nombre son las melodías famosas en todo el mundo de Giacomo Puccini (1858-1924). Con sus composiciones profundizó en los sentimientos femeninos sin preocuparse por la actualidad o el estilismo de su época.

Exigía libretos perfectos para su óperas líricas, psicológicas y llenas de atmósferas exóticas. Del resto se ocupaba él, que procedía de una familia de músicos con gran tradición y que supo aprovecharla al máximo. Y el encargado de estrenarlas, ya sea en la Scala de Milán o en el Met de Nueva York, fue siempre el director Arturo Toscanini.

No sorprende por tanto que 2008 haya sido el Año Puccini, con puestas en escena, conciertos, exposiciones y una maratón en su honor en Viareggio, ciudad cercana a Lucca.