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Apostando fuerte

Compañía: Vaivén Circo y Danza. Intérpretes: Emilio López, Chema Martín, Raquel Pretel y Miguel Moreno (Bolo). Música en directo: Iván Monje y Marta Sitja. Coreografía: Celia Sako y Raquel Pretel. Teatro Alhambra. Fecha: 3 de diciembre.

Justo ahora que la nueva ordenanza municipal de esta ciudad se apropia de las calles para reconvertirnos en meros transeúntes, ahora que ya las calles, plazas y parques no nos pertenecen porque ya mostró sus fauces este neourbanismo (de mírame y no me toques haga el favor, circule) que nos contempla como muñequitos de lo que se nos viene encima: la ciudad-maqueta. Justo ahora y porque los únicos que se han movilizado en contra -ocupando la calle- han sido el colectivo de artistas (eldelitodelarte.org), deviene todo el sentido amplificado del comienzo espectacular que propone Cayuco: dos músicos callejeros tocando a la ciudad un nocturno. Les propongo caracterizarlos con ese mismo acertado leit motiv que recorre el vestuario, tela de cómic, más próximos a la ficción que a la realidad.

Cayuco es la segunda creación, tras La felicidad en un dos por dos, de la flamante compañía granadina Vaivén Circo y Danza, surgida en el marco de esa factoría espléndida de creación, exhibición, aprendizaje, reunión y ensayo que viene a ser local y gentes reunidas bajo el "techo-nombre" de Animasur. Hasta llegar a congratularnos por este feliz estreno, Cayuco, hay dos años de trabajo -a ritmo primero intermitente y luego intensivo. Un esfuerzo centrado en una producción ambiciosa que opera en un solo nivel con categorías tradicionalmente independientes: teatro-circo-danza-música. ¿Cómo articularlas en una sola pieza? La clave está no en un mero afán de fusión entre las artes sino en una dramaturgia sólida que justifique porqué narras con todas y cada una. Como quien apuesta fuerte, Cayuco, gana y pierde.

La idea del viaje -el billete de ida sin vuelta- arma toda la pieza, cuatro personajes bocetados someramente -ejecutivo apegado al móvil, bailarina, cocinero rumboso y hombre dado a la meditación- asisten a la cuenta atrás de los siete días que restan para embarcar, emigrar hacia un presente próspero, distinto.

Dos intérpretes/músicos tocando un sinfín de instrumentos interpretan la banda sonora original que acompaña a pasajes que van y vienen del circo a la danza. La música -creo- en ocasiones abusa de los ritmos pregrabados base, suena más enlatada que fresca. A Cayuco le falta sobre todo rodar, trabajar a partir de ahí: la dramaturgia un tanto enclenque, la irregularidad interpretativa del elenco y la limpieza en la ejecución de las coreografías. Ganará vuelo poético, fuerza narrativa y la pieza será un continuo fascinante como el reloj humano o la montaña de hombres desde la que asistimos a un triple mortal. El mismo al que sabe para la profesión, a veces, el seguir apostando fuerte. Mi complicidad, gratitud y enhorabuena.

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