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Arco 2008: se despide una feria plana con muy poca trascendencia

  • Madrid cierra una de las ediciones más polémicas de los últimos años y con menos proyección artística

La cita anual del arte contemporáneo mundial ha vuelto a concitar el interés en los madrileños pabellones de IFEMA. Se ha clausurado Arco 2008 y lo ha hecho siendo una de las ediciones con menos proyección de los últimos tiempos. Era de esperar. Ya empezó todo, hace unos meses, con una gran polémica surgida desde la sinrazón, la incongruencia y el absurdo que suponía, de buenas a primeras, dejar fuera de la feria a un numeroso grupo de galerías -algunas de reconocido prestigio y manifiesta trascendencia, entre las que destacan My Name's Lolita, Magda Bellotti, Egam, Evelyn Botella, Carmen de la Calle así como a las andaluzas Alfredo Viñas y Sandunga- que no viene sino a confirmar las arbitrariedades existentes en el universo artístico y que, aquí, se hacen especialmente trascendentes por la repercusión mediática de un acontecimiento que sobrepasa las meras coordenadas artísticas.

Por eso la edición del presente año no va a recordarse por ser la que ha estado dedicada a Brasil, que no ha destacado ni por arriba ni por abajo, dejándonos en la misma dimensión que lo que pudiera proponer cualquier otro país; es decir, una medianía que no ha levantado el bello de la emoción.

Sin lugar a dudas, Arco 2008 ha sido la Feria de las ausencias, la feria de los despropósitos y de las arbitrariedades. Ha sido un Arco contracorriente, que ha dejado, en entredicho un comité seleccionador parcial -los miembros españoles son los galeristas Pedro Carreras, Pepe Cobo, Antoni Estrany, Elvira González, Tomás March y Miguel Marcos- que ha dado muestras de muy poca seriedad y, sobre todo, de valerse de su posición para quitarse de en medio a un sector de la profesión que, quizás, pudiera serle nocivo para sus intereses. De todas maneras, a pesar del comité seleccionador, a pesar de los postulados interesados de unos y de otros, creo que el problema reside en que los órganos regidores -IFEMA y la propia Lourdes Fernández- están haciendo dejadez de sus funciones y son claramente manejados por algunos nombres de relumbrón que hacen y deshacen a su antojo.

Nos hemos encontrado muchas sombras, mucho más de lo mismo, mucho nombre conocido, una apuesta pobre por el arte más novedoso, muy poca aportación y escasos encuentros con postulados de calidad auténtica. Los que auguraban que, con las medidas tomadas se ganaba en prestigio, han demostrado que para este viaje no hacía faltas semejantes alforjas. Ha sido una feria plana, sin demasiados sobresaltos artísticos, con muchos esquemas de lo de siempre. Me ha gustado, eso sí, la disposición de los stands en los dos nuevos pabellones -doce y catorce- con un mayor espacio para la presentación y sobre todo para la contemplación. Me ha parecido un horror la parte alta del Pabellón 14, un laberinto imposible, donde sucumbía cualquier buena acción en medio de un cajón de sastre, donde podías encontrarte cualquier cosa puesta de cualquier manera.

Ha sido un Arco donde hemos echado en falta muchas cosas y a mucha gente. Nosotros especialmente una galería, que lleva apostando con descaro por un arte con mayúsculas y que ofrece uno de los catálogos más importantes de arte que se da en España. Seguiremos conformándonos todo el año con lo que se nos da en la calle Arteaga.

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