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Un Ateneo agrupará a los 'disidentes' de la Academia de Buenas Letras

  • Luis García Montero, Álvaro Salvador, Mariano Maresca o Fernando Valverde proyectan una institución paralela en la línea de los que se desarrollaron en España durante la II República

La polémica entre los profesores Luis García Montero y José Antonio Fortes, que provocó la salida de Álvaro Salvador de la Academia de Buenas Letras, es sólo el primer acto de la definitiva escisión de las dos Granadas literarias. Con el académico José Carlos Rosales inmerso en un periodo de "profunda y definitiva reflexión" sobre su continuidad en la institución, un grupo de escritores de la ciudad, entre los que se encuentran el propio Álvaro Salvador, Luis García Montero, Mariano Maresca o Fernando Valverde, planean ya la creación de un Ateneo Cultural en la línea de los que se desarrollaron durante la II República.

La ciudad no da para dos equipos de fútbol, pero puede que sí para dos instituciones que serían una suerte de Atlético y Real Madrid en terrenos literarios. Eso sí, el nuevo Ateneo, en contraposición al chaqué que exige la Academia de Buenas Letras en sus actos oficiales, casi exigiría no llevar corbata, según apuntan algunos de los precursores de la iniciativa para remarcar su intención de huir de encorsetamientos en pleno siglo XXI.

El catedrático Álvaro Salvador abandonó recientemente la Academia ante la negativa de la presidencia de convocar una junta extraordinaria para discutir sobre la decisión de Luis García Montero de abandonar la Universidad de Granada. "Yo no solicitaba que se apoyara a Luis García Montero. Simplemente que se discutiera la conveniencia de pedirle que no se fuera, aunque a título personal, como Andrés Soria Olmedo o José Carlos Rosales, defendemos su postura", explicó en su momento Salvador, que lamenta que, "por inhibición" de los académicos de su corriente, la institución "ha perdido el necesario equilibrio" con el paso a un segundo plano de intelectuales como Ángeles Mora, José Carlos Rosales o el mismo Luis García Montero.

"Una Academia de las Buenas Letras debe servir para que los escritores sean capaces de dialogar, para solucionar conflictos y no contribuir al enfrentamiento, y si no se media en este tipo de asuntos...", lamenta el catedrático. Los bandos literarios están perfectamente definidos con un grupo integrado por Antonio Carvajal, Gregorio Morales o José Rienda Polo -editor del libro de José Antonio Fortes- y el que integran el propio Salvador, Andrés Soria, García Montero y, en la lejanía, el mismo Antonio Muñoz Molina. Además, las críticas de algunos de los escindidos redundan en la propia actividad de la Academia, que aparte del Premio Francisco Izquierdo, centra su actividad en la publicación de libros de los propios académicos y de los discursos de ingreso.

Vox populi, por ejemplo, es el enfrentamiento entre los académicos Villar Raso y José Carlos Rosales, cuando el primero de ellos se mofó de forma "muy hiriente" en un periódico de una intervención literaria en la Fuente del Avellano que contó con Rosales como uno de sus colaboradores. Justo Navarro hace cinco años que no acude a las sesiones, Ángeles Mora también está missing, Pilar Mañas dimitió de secretaria por "roces discriminatorios", Juan Carlos Rodríguez también abandonó el barco... La Academia de Buenas Letras va camino de ser la 'casa de los líos'.

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