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Café con cierto encanto

Los cafés-concierto del Festival constituyen una manera diferente de disfrutar de la música en un ambiente distendido y agradable. Recuperando una tradición que se remonta al siglo XIX, uno puede disfrutar a media tarde de un refresco o un café mientras asiste a un recital de música de cámara. Durante esta semana se podrá escuchar a la joven violinista María del Mar Vargas Amezcua, que ha diseñado un programa sumamente sugerente; bajo el título Pequeñas fantasías de salón, ha seleccionado algunos de los autores más emblemáticos dentro de la literatura de este instrumento, haciendo concesiones al virtuosismo europeo al mismo tiempo que recupera la tradición violinística decimonónica.

María del Mar, violinista de origen malagueño pero criada en Granada, salió a la escena con una seguridad y aplomo inusuales en una intérprete de dieciséis años. A menudo solemos mostrarnos condescendientes con los jóvenes en sus primeras actuaciones públicas, pero Mª del Mar no necesita de esa condescendencia, pues desde el primer acorde demostró al público asistente que nos encontramos ante toda una profesional.

Como ejercicio inicial de bravura y virtuosismo, inició su concierto con una obra de Paganini, el Cantabile en Re, al que siguió una potente versión de la Danza húngara núm. 5 de Brahms. Con acompañamiento al piano de Miquel Villalba, profesor del Liceo de Barcelona, Mª del Mar Vargas nos transportó a una época en la que este repertorio solía ser común a los cafés y salones de reunión europeos. También sonó música de Tchaikovsky, de quien tocó con gran belleza el Vals Scherzo.

Parte importante en el programa fue la selección de obras de Fritz Kreisler que presentó la violinista. Primeramente, interpretó de él Praeludium und Allegro, una obra escrita como recuperación patrimonial, al basarse en el estilo de Pugnani. A continuación, se interpretaron tres piezas de Kreisler escritas con intención descriptiva: Schön Rosmarin, Liebesleid y Liebesfreud. Este repertorio, que se enmarca dentro del romanticismo centroeuropeo pleno, fue aprovechado por Mª del Mar Vargas para demostrar que detrás de una técnica depurada y un elevado virtuosismo al violín se encuentra también un profundo sentido musical que le permitió construir un discurso melódico bello y coherente.

También fueron importantes las referencias al repertorio romántico español para violín. Si en la primera parte se interpretó el Nocturno de Jesús de Monasterio, la segunda parte del programa prestó especial atención a la producción de Pablo Sarasate, quien fuera uno de los mayores violinistas que ha dado nuestra tierra. De él interpretó Mª del Mar Vargas Malagueña, pequeño homenaje a la ciudad que la vio nacer. También pudimos disfrutar con la magnífica lectura que hizo de la Romanza andaluza y de la Introducción y Tarantella, ambas piezas bien conocidas. El programa se cerró con unos fragmentos de La vida breve de Manuel de Falla, en adaptación para violín y piano.

Al finalizar su intervención Mª del Mar Vargas Amezcua recibió una calurosa ovación, muestra a la vez de agradecimiento por tan buena música y de reconocimiento a su mérito y juventud.

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