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Calar Alto: el cielo de Europa

  • El Observatorio de Calar Alto ha supuesto desde 1975 uno de los pilares del avance de la astronomía española y alemana.

El Centro Astronómico Hispano Alemán (CAHA), más conocido como Observatorio de Calar Alto, constituye en un ejemplo excepcional en el panorama científico y tecnológico español. España y Alemania comparten en igualdad la responsabilidad de la instalación, a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en un caso, y de la Sociedad Max Planck (Max-Planck-Gesellschaft, MPG) en el otro. El observatorio, que dispone de cuatro telescopios, está emplazado en el monte Calar Alto, que con sus 2.168 metros de altitud constituye una de las cumbres más elevadas de la cordillera bética llamada Sierra de los Filabres y de Baza.

La historia del CAHA hunde sus raíces en otro tiempo, hace ya casi cincuenta años, y ha seguido un largo camino que condujo a la fundación de un recurso científico crucial para la ciencia española, y que cuenta con el potencial necesario para seguir siéndolo: que Calar Alto siga varias décadas más en la vanguardia científica es ahora una cuestión de 'simple' voluntad política.

Los orígenes

La comunidad científica y política de la República Federal de Alemania abrigaba, en la década de 1960, el proyecto de dotarse con observatorios astronómicos de primera línea mundial. Pero para instalar los telescopios mejores y producir con ellos ciencia de vanguardia hay que colocarlos bajo cielos de primera calidad, un recurso con el que la naturaleza no ha adornado Europa central. De ahí que los especialistas alemanes occidentales emprendieran la búsqueda sistemática en pos de los cielos más claros, aventura que acabaría desembocando en la construcción de las instalaciones del Observatorio Europeo Austral en el norte de Chile por un lado, y las de Calar Alto por otro (cuya calidad de cielo, el mejor de Europa, se impuso a otras opciones, como el Peloponeso griego).

Un observatorio 'casi gratis'

El convenio original venía a decir, en esencia, que Alemania Occidental lo ponía todo salvo el cielo, el suelo, la carretera y los suministros de electricidad y agua corriente. A cambio la comunidad astronómica española tendría acceso a un 10% del tiempo de uso de las instalaciones (un porcentaje elevado, dado el reducido número de profesionales capacitados por entonces en España para aprovechar unas instalaciones de este tipo, y lo ridículo del coste de la operación para nuestro país).

La inversión inicial total efectuada por la República Federal de Alemania se estima en 250 millones de marcos alemanes occidentales del año 1975. Incluso las estimaciones más conservadoras de la inflación acumulada conducen a más de 500 millones de euros del año 2013. Un regalo científico, tecnológico y económico que para España venía, literalmente, caído del cielo. Un ejemplo que debemos tener siempre muy presente cuando se nos plantea la crítica necia de que 'la ciencia es cara' porque, como vemos, a veces la ciencia en España, y la astronomía en particular, sale casi gratis.

La creación del Centro Astronómico Hispano Alemán estimuló la creación del Instituto de Astrofísica de Andalucía (dependiente del CSIC), constituido en 1975 en Granada con la intención, entre otras, de extraer el máximo partido a las nuevas instalaciones observacionales hispano-alemanas.

Las instalaciones, telescopios e instrumentación

La construcción del observatorio se inició en 1973 y el primer telescopio vio la primera luz en 1975: el reflector Zeiss de 1.23 metros de abertura, a la sazón el mayor en propiedad de Alemania Occidental (la República Democrática Alemana contaba por entonces con uno de dos metros). Aprovechando las infraestructuras, España decidió instalar un gran telescopio de propiedad exclusivamente suya, un reflector de 1.5 metros de abertura conocido desde entonces como 'la cúpula española'. Abundando en la obsesión astronómica que exige basar el prestigio en el tamaño de las cosas, podemos decir que desde que este telescopio vio la primera luz en 1977 España tuvo un telescopio mayor que Alemania Occidental.

Aunque la marca quedó batida bien pronto, cuando en 1979 entró en funcionamiento el reflector Zeiss de 2.2 metros de abertura. Y en 1984 empezó a funcionar el buque insignia del observatorio, el reflector Zeiss de 3.5 m de abertura. Con este aparato España pasaba a albergar uno de los telescopios mayores del mundo.

En el año 2002 entró en funcionamiento en Calar Alto un segundo telescopio de propiedad totalmente española, el reflector de 0.5 m del Centro de Astrobiología.

Los telescopios de Calar Alto son obras maestras de precisión optomecánica. Desde el punto de vista óptico, estos aparatos son tan precisos como los que pudieran construirse hoy día. Además, sus sistemas electrónicos y de control se han renovado varias veces a lo largo de la historia. Pero ante todo, lo que mantiene Calar Alto en la vanguardia de la astronomía actual es la continua renovación de los instrumentos que se acoplan a los telescopios, que hacen uso de las tecnologías más avanzadas.

Las instalaciones anejas a los telescopios se constituyen a veces, por sí mismas, en generadoras de servicios para el exterior del observatorio. Los datos de la estación meteorológica han encontrado aplicaciones y utilidades insospechadas, más allá de la gestión del tiempo de observación, y grandes aparatos como las campanas de aluminizado de espejos han resultado fundamentales para otros observatorios y empresas, que traen a Calar Alto sus espejos para aluminizarlos -estaca, entre los aparatos tratados en estas instalaciones, el mayor telescopio espacial construido hasta ahora, el telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea, cuyos dos espejos recibieron el recubrimiento de aluminio en la campana de vacío del telescopio de 3.5 metros en el año 2009-.

Al servicio de la comunidad

La diversidad de aberturas y de instrumentos hace de este observatorio un lugar adecuado para multitud de estudios, desde cometas, asteroides o planetas del Sistema Solar hasta los cuásares más remotos, y la disponibilidad de tiempo para toda la comunidad científica es lo que ha hecho de Calar Alto una pieza central en el gran avance de la astronomía española en estas décadas. Muchos centenares de artículos científicos y de tesis doctorales se han elaborado en España, Alemania y todo el mundo, sobre la base de datos tomados en Calar Alto, o acerca de desarrollos instrumentales dedicados a este observatorio.

A lo largo de su historia Calar Alto ha aportado datos a muchos programas de investigación de la máxima relevancia. Quizá entre ellos quepa mencionar el que fue motivo del premio Nobel de física de 2011, el descubrimiento de que la expansión del universo se produce con un ritmo acelerado, resultado del Supernova Cosmology Project, para el cual se obtuvieron datos con los telescopios e instrumentos de Calar Alto. Si pensamos en hallazgos puntuales, reflejados en las notas de prensa del observatorio (www.caha.es), merece una mención especial la observación del impacto del cometa D/1993 F2 (Shoemaker-Levy) contra Júpiter en 1994: el telescopio de 3.5 m de Calar Alto, equipado con una cámara infrarroja de última tecnología (para la época) fue el primero del planeta en captar imágenes de ese evento y las fotografías del choque tomadas desde Almería aquel 16 de julio dieron la vuelta al mundo.

A partir de 2005: la nueva etapa

A partir del año 2005 Calar Alto vive una etapa nueva en la que España y Alemania participan en condiciones de igualdad. De entonces data la constitución de la empresa con perfil de agrupación de interés económico, y la responsabilidad del CSIC, a través del Instituto de Astrofísica de Andalucía, para la gestión de la participación española. Cada estado aporta la mitad de los recursos y obtiene a cambio el 50% del tiempo de uso de los instrumentos. Además, ahora la ingeniería, la ciencia y la empresa española participan también en el desarrollo instrumental. Calar Alto cuenta ya con un espectrógrafo desarrollado íntegramente en España (el instrumento CAFÉ), y los grandes proyectos instrumentales en desarrollo conllevan una participación española crucial: la cámara infrarroja panorámica PANIC y el espectrógrafo de alta resolución para la búsqueda de exoplanetas CARMENES. Calar Alto pasa de ser, como hasta 2005, un laboratorio para proporcionar datos a la ciencia española, a constituir además un laboratorio para el progreso tecnológico.

Perspectivas de futuro

Calar Alto se encuentra en una disposición excelente para seguir brindando a su comunidad de usuarios datos astronómicos de la máxima calidad. Se prevén desarrollos instrumentales nuevos, ya aprobados, y se trabaja activamente para obtener financiación para el nuevo telescopio Hexa de 6.5 metros (que sería el mayor instalado en Europa) dedicado a sondeos espectroscópicos masivos tanto para astrofísica galáctica como extragaláctica.

La fortuna y la historia quisieron que la inversión inicial, verdaderamente astronómica, para construir el mayor observatorio que hay en Europa continental viniera regalada para una España que salía de la larga noche de la dictadura y el subdesarrollo.

Tres décadas después contamos con una comunidad astronómica plenamente desarrollada y empezamos a alimentar el tejido empresarial, tecnológico e ingenieril con retos dignos de un gran país europeo. Todo ello a cambio, en el fondo, de una carretera, un cable y una conducción de agua. Quienes queremos que nuestro país participe en la moderna aventura del descubrimiento de otros mundos en el cosmos sabemos que, a cambio de semejante premio, este precio es muy barato. Pero entretanto nos rodean políticos acostumbrados a contar los euros por cientos de miles de millones, pero que consideran que un millón anual es un precio demasiado caro para el beneficio que perseguimos (y eso que perseguimos el infinito). Carreteras, cables y tuberías sí, pero no para alimentar ese futuro que nos aguarda en las estrellas del cielo de Andalucía, sino para ese otro futuro que, nos aseguran, traerán las cervezas (alemanas) en los paseos marítimos. Al mismo tiempo el horizonte se llena de luces quizá atractivas para ese tipo de turismo, pero que a la larga pueden liquidar el patrimonio natural que permitió levantar Calar Alto. ¿Vuelve la noche?

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