Veinte años después de su muerte, la huella de Camarón de la Isla sigue siendo buscada por miles de seguidores de todo el mundo, que peregrinan a su localidad natal, San Fernando (Cádiz), para visitar lugares como su tumba o la Venta de Vargas, donde genio fraguó el metal de su voz. El peregrinaje por los "sitios camaroneros" no ha cesado desde que el mito muriera, un 2 de julio de 1992, pero estos días, cuando se cumplen, mañana, veinte años de su muerte, se han intensificado.
Las visitas, unos homenajes espontáneos e individuales de seguidores procedentes de toda España y de otros países, desde México a Japón, se han sumado a los actos de conmemoración organizados por el Ayuntamiento de San Fernando bajo el título Veinte años del mito.
Un homenaje en el que se han sucedido mesas redondas, conciertos y alguna exposición y que culminarán esta madrugada, en una velada en la calle, junto a su monumento, en la que no faltará el cante de artistas como Rancapino y Capullo de Jerez; en la que el hijo mayor de Camarón, Luis Monge, tocará la guitarra, y a la que está prevista la asistencia de su viuda, Dolores Montoya, La Chispa. Fuera del programa de actos, los recuerdos a Camarón se suceden en lugares como su mausoleo, en el cementerio municipal, en el que hay un incesante goteo de personas, desde niños a ancianos, que le llevan flores, se hacen fotos e incluso se sueltan con algún cante. Ese ha sido el caso de Juan Pertiñez, un chaval de 13 años que quiere dedicarse al cante y que este fin de semana ha viajado con su familia desde Granada para visitar el mausoleo de Camarón y mostrarle al maestro su talento. "Desde chico, desde que tenía siete años mi abuelo y todos me ponían a Camarón", contaba hoy este joven, que no es, ni mucho menos, el primero que se pone a cantar o a tocar la guitarra ante la tumba de Camarón, según cuenta Juan Ocaña, uno de los trabajadores del camposanto.
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