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"Cantar es como los toros, pero sin toros; cada vez le tengo más miedo"

  • Después de haber puesto música a textos de Gabriel García Márquez, y tras una aparatosa intervención quirúrgica, el maestro de los flamencos libres defiende su 'Antología' en los festivales flamencos de verano

Lo primero que se escucha cuando se llama al móvil a Juan Peña El Lebrijano (1941) es a Shakira cantando Las de la intuición. Luego, el artista se refiere a García Márquez como "Don Grabiel". Llama a las cosas por su nombre con mucho humor, lo que demuestra que es un genio. De haber nacido hace 2.500 años en Atenas, Sócrates lo habría contado entre sus predilectos.

-Lo primero, ¿cómo va la salud?

-Ahí vamos. Salí hace poco de una operación delicada, para curarme una úlcera intermitente en el colon que me produjo una anemia, con 52 puntos. Los médicos dicen que todavía no estoy en buenas condiciones para cantar, pero bueno. Me habría gustado llevar a Málaga mi nuevo disco, en el que canto textos de García Márquez -Cuando Lebrijano canta, se moja el agua-, que presenté a primeros de mes en el Instituto Cervantes, pero prefiero dejarlo para más adelante, cuando esté mejor de fuerzas, porque el público malagueño se lo merece. Mientras tanto, cantaré la Antología. Me tranquiliza saber que en Málaga se me quiere mucho y que actuaré con mucho apoyo.

-¿Y cómo se hace una Antología de El Lebrijano?

-Cada uno lo hace a su manera. Yo lo hago con honradez. No soy un cantaor de tarantas ni de malagueñas, eso lo hacen mejor otros. Conozco bien estos cantes, pero no me llevo muy bien con ellos. Prefiero la soleá, la seguiriya, la bulería, las bamberas, los romances... Y no pasa nada. Mira, en esto del flamenco hay dos universidades, la de Chacón y la de Manuel Torre. Cada uno atiende a la suya. Mairena era un cantaor muy largo, pero no le pidieras una cartagenera.

-Imagino, entonces, que este tipo de conciertos le permitirá mantener bien controlada la situación.

-No creas. Cantar es como los toros, pero sin toros. Me da mucho miedo, por la gente, por el sonido, por el tocaor... Yo tengo un concepto del flamenco como arte y eso me hace estar pendiente de todo con mucho esmero. Y con miedo, claro.

-¿Tiene hoy más o menos miedo que hace 30 años?

-Cada vez tengo más miedo. Hoy mucho más que hace 30 años. Entonces uno era fuerte y la gente me veía joven, guapo, con los ojos azules. Ahora soy viejo. Claro que esto también tiene sus ventajas.

-¿El haber probado con lenguajes distintos al flamenco le ha dado fuerzas, o le ha pasado factura?

-Esto tiene que ver con el sentido del flamenco como arte y búsqueda. Cuando grabé Encuentros algunos me tacharon de traidor. ¡De traidor! Y hoy, fíjate, hasta Ferran Adrià fusiona los garbanzos.

-No puedo dejar de preguntarle por el disco de García Márquez.

-Ha sido una experiencia preciosa. Conozco a Don Grabiel desde el 86 y en el 94, año en que canté para él como 200 veces, me escribió el piropo ese tan bonito de "Cuando Lebrijano canta, se moja el agua". Yo le prometí que le devolvería el cumplido, y aquí está. Me costó mucho poner música a los textos en prosa, tardé dos años en encontrar la medida. Pero creo que el resultado está muy bien. Hemos reducido El coronel no tiene quien le escriba a una seguiriya, que la he terminado con un verso mío, "y su mujer no tiene quien le atienda". La grabación fue accidentada: metí la voz el miércoles de Feria [de Abril] y el sábado siguiente ingresé para la operación. Pero mi sobrino, David Peña Dorantes, ha mimado cada segundo del disco con escrúpulo.

-¿Qué opina el Nobel del disco?

-No lo sé todavía. García Márquez vive en una residencia y no permiten que le llegue ninguna caja. Le mandamos el álbum pero nos llegó devuelto. Ahora se los hemos hecho llegar a su chofer, y espero que él sí pueda dársela. Lo que diga, bueno será. Seguro.

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