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Cohen pone el sello final a Benicàssim

  • El Festival logra un gran éxito de asistentes en su decimocuarta edición con más de 148.000 personas

Leonard Cohen tiró ayer por tierra el tradicional concepto del festival de verano para convertir el de Benicàssim en un gran teatro al aire libre, donde su enorme talento, su glorioso pasado y su aún atractivo presente conquistaron a un público entregado con respeto a su arte tranquilo, quizá el menos acostumbrado a escucharse por estos lares.

A las ocho de la tarde y en el escenario principal del Festival Internacional de Benicàssim, el artista canadiense salió junto a una banda de seis músicos y tres coristas que le acompañaron a la perfección durante un recital de una hora y diez canciones, todas ellas entre las más conocidas piezas de este poeta y compositor.

Así, el vals de Dance me to the end of love marcó el inicio de un recital que a muchos se antojaba complicado para un entorno como el FIB Heineken, pese a que en las últimas ediciones se ha ido abriendo al homenaje a los 'padres' y 'abuelos' de la música contemporánea para que los jóvenes 'fibers' puedan descubrirlos y los adultos pasen también por la taquilla de un certamen-negocio destinado al ocio veraniego.

Vestido con sombrero negro, el mismo color que el chaleco y el pantalón, y con una camisa gris que se ha arremangado -inevitablemente, ante el bochorno de hoy-, Leonard Cohen regresó a un escenario español tras 15 años de ausencia, cuando en mayo de 1993 visitó Madrid y Barcelona para presentar The future, cuyo tema titular también sonó ayer con la misma ironía con que fue escrito en su última obra maestra antes de su retiro zen, su ruina económica y su discreto regreso a la industria discográfica.

Permanentemente agradecido al público, ante quien se quitó el sombrero cada vez que recibía una de las constantes ovaciones que le brindaron, y a los miembros de su también elegante banda, el sonriente trovador de las miserias humanas volvió a prestar su voz quebrada para recitar Bird on a wire, Everybody knows, Who by fire, Suzanne -40 años después, la ejecuta con su guitarra-, Hallelujah, I'm your man y First we take Manhattan.

Con Hallelujah se vivió posiblemente el primer gran rezo colectivo del festival en sus catorce años de historia, con brazos al cielo durante el estribillo, niños pequeños a hombros de sus emocionados padres y alguna lágrima entre varias 'fibers' que descubrían a este "señor tan guapo y elegante".

La actuación era el comienzo del fin del FIB 2008 en el que también debían actuar Enrique Morente y Lagartija Nick para, precisamente, versionear algunas de las canciones de Leonard Cohen que incluyeron en su disco Omega, ese proyecto absolutamente provocador que consistió, en 1996, en ponerle sonidos de punk y flamenco a los versos de Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca. Ése era otro de los momentos esperados de la noche junto a la comparecencia de Morrissey, Siouxsie, Richard Hawley, Death Cab for Cutie, Micah P. Hinson, Justice y Yelle.

El Festival Internacional de Benicàssim recibió desde el jueves a 148.000 personas y mantuvo el "éxito" de la anterior edición, que congregó a 150.000 asistentes, en un "año complejo" por la saturación del mercado de festivales y la recesión económica.

Así lo dio a conocer José Luis Morán, uno de los directores del festival junto a su hermano Miguel. Los asistentes a la decimocuarta edición del FIB, de los que entre el 55 y el 60 por ciento son extranjeros, sobre todo de Reino Unido, han dejado un impacto económico de 14 millones de euros en este municipio costero de Castellón, un balance muy similar al del año anterior.

Los organizadores se mostraron "muy contentos con el éxito que hasta el momento está teniendo el festival" sobre todo, añadió, "en un año tan complejo debido a la saturación del mercado de festivales" y por la "cierta recesión económica" que atraviesa el país.

Según reconoció Miguel Morán, actualmente hay una competencia entre festivales que "no existía hace catorce años", pero a ellos no les incomoda demasiado porque siguen siendo "los primeros" y se niegan a entrar en "luchas".

También valoró la acogida que tuvo la noche del sábado el Saturday Night Fiber, celebrado en el auditorio Juan Carlos I de Madrid, al que asistieron 9.000 personas, un dato que calificaron de "éxito" para un proyecto que inicia así su primer paso para ir asentándose en la capital.

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