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Cúmulo de bellas circunstancias

  • La obra de Guillermo Pérez Villalta nos ofrece su impactante e inquietante desarrollo plástico y visual

Teorizar sobre la obra de Guillermo Pérez Villalta promueve las mismas sensaciones que las que se desprenden de su normal contemplación. Cuando ante la obra del artista de Tarifa uno se detiene -aquí el término "detener" hay que dotarlo de su más estricto sentido -, la perfección de lo que se ilustra es tan apabullante que el espectador siente que tras las exuberancias representativas hay mucho más, existen parcelas que sobrepasan el mero discurso visual. Lo mismo ocurre cuando el crítico se ve obligado a escribir sobre la pintura del que es, sin duda, una de las referencias artísticas de la creación española, muchas son las circunstancias que se deben tener en cuenta y siempre permanece la duda de que algo -o mucho- se ha quedado sin tratar.

A Guillermo Pérez Villalta el tiempo no ha hecho si no llenar de sapiencia su ideario artístico. Él que siempre ha estado poseído por un compromiso pictórico lleno de fortaleza, de sabia experiencia conformante, de contundencia intelectual y de referencias perfectamente escogidas y felizmente asimiladas para ser llevadas a un contexto adecuado donde formalizar su espíritu generador, el tiempo y la madurez creativa lo ha llevado a positivar una ideología pictórica mucho más particular; ha desposeído su habitual lenguaje barroquizante de muchos de sus episodios para centrarse en mínimas ilustraciones de una realidad expresadas con justos y exactos elementos. Hay una mayor síntesis, una reducción de la idea, del paisaje, del motivo, a sus más esenciales registros. La dialéctica se ha hecho mucho más metafísica, se ha contenido hasta esquematizar y simplificar el mensaje y su proceso ilustrativo, esa bella poética de la que se encuentra aderezada toda la producción del pintor gaditano.

La exposición en la galería Rafael Ortiz, nos descubre a un Pérez Villalta sutil y pulcro en la forma y profundo en el fondo. La pintura es ahora más reflexiva que ilustrativa, se adentra por ideas básicas; análisis personal sobre la vida y sus circunstancias, también sobre la humanidad y sus complejos esquemas, sobre la controvertida belleza del entorno, sobre ese paisaje que tanto preocupa al artista, una naturaleza que convive con un escenario imaginario y que, entre ambos, marcan las rutas hacia un paisaje de bellas propuestas. Todo planteado sin excesos, con una fina sensibilidad que magnifica una realidad felizmente creada por el artista para goce y disfrute absoluto de los sentidos.

De nuevo la obra de Guillermo Pérez Villalta nos ofrece su impactante e inquietante desarrollo plástico y visual. Otra vez la pintura del artista de Tarifa nos invade de trascendencia, de carácter, de sentido artístico… y de todo aquello que genera la máxima emoción plástica y estética.

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