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Derecho a roce con la belleza

  • Luis García Montero, Rosa Torres-Pardo y Rocío Márquez propician un encuentro entre la poesía, la música y el cante en el Patio de los Arrayanes.

Esta vez el compás del piano no se media en clave de sol, anoche era la poesía la que marcaba el paso, la que ordenaba a las corcheas y las semicorcheas que dieran ritmo al recital , la que usaba a su antojo las redondas, las negras, las blancas, que se rebelaban de la partitura de Torres-Pardo para conseguir que respirara un verso. La ponía el pie en el pentagrama para frenar repentinamente con un silencio que partía en dos el poema. Y García Montero elevaba la voz para recitar mirando a los ojos a su público, entregado a su cadencia en el patio de los arrayanes, en el justo momento en el que se alzaba la voz de Rocío Márquez.

Luis García Montero es, ante todo, un poeta; pero es el mismo que destripa con esmoquin la realidad política en Hora 25, el que escribe canciones para Joaquín Sabina como Nube Negra o Aunque tú no lo sepas para Los Secretos, el profesor de Literatura que contagia el virus de las letras a sus alumnos... Luis García Montero también es carne de escenario con su imagen desgarbada, vestido como si en vez de actuar en el corazón de la Alhambra dentro del Festival de Música y Danza se dirigiera a un día de clase en la Facultad de Filosofía y Letras. De hecho entró cojeando ostensiblemente y con un brazo en cabestrillo tras un accidente sufrido hace dos semanas, pero que no le impidió acudir a la cita. Acompañado de la pianista Rosa-Torres Pardo y de la cantaora Rocío Márquez, el Premio Nacional de Poesía por Habitaciones Separadas se enfrentó al reto de llevar la palabra a un escenario por el que han pasado a lo largo de la historia artistas como Michael Nyman, Victoria de los Ángeles, Walter Gieseking, Artur Rubinstein o Andrés Segovia. Luis García Montero no es un actor, pero tiene algo que poseen todos los grandes que han pisado un escenario, algo muy parecido a la verdad. El año pasado la palabra fue defendida por la actriz Blanca Portillo, que puso voz a los poemas de Santa Teresa sin afectación, medida, con tantos matices como destellos en el agua de los Arrayanes. Luis García Montero, por su parte, recitó con la misma sinceridad que usa en la Alhambra o en una reunión de amigos. Es quien mejor defiende sus poemas porque en cada pequeña arruga de su rostro están impresos sus versos. "Hay pétalos de rosa en la paz de la fuente, la belleza, la música, el silencio, los dedos sumergidos perseguían una verdad templada que sube por la piel, el piano siempre llega de otro lugar, de otro jardín, de un tiempo que vive en la memoria de una fuente", recitó el autor de Vista cansada al comienzo del recital, como si el poema Sabe el mundo vivir en unas mano hubiese brotado de pronto de los Arrayanes.

En el recital Desconciertos, patrocinado por Limpiezas las Nieves y retransmitido en directo por Radio Clásica, los versos de Lorca y del propio García Montero se combinaron con las interpretaciones de Rosa Torres-Pardo y Rocío Márquez de célebres obras y composiciones pianísticas de reconocidos autores de la primera mitad del siglo XX como Albéniz, Falla, Turina y el propio Granados.

Se trata de un proyecto a tres bandas en el que sus tres protagonistas son artistas de reconocido prestigio: Rosa Torres-Pardo, una de las mejores pianistas de su generación, ha grabado para Decca, Naxos o Deutsche Grammophon, y de hecho editó recientemente con esta última casa un disco dedicado a las Goyescas, las que va a interpretar mañana en Granada.

Rocío Márquez es una joven cantaora especialmente popular por su versatilidad, su capacidad de adaptación a estilos que se alejan del flamenco, conservando la esencia del conocimiento profundo del género. Lámpara Minera en el Festival de la Unión de 2008, deslumbró en la recta final del recital con las canciones de El Amor Brujo, obra que la llevó con éxito como solista con l'Orchestre National d'Ille-de-France por el país vecino. Y Luis García Montero es quizás el poeta más reconocido de la actualidad, Premio Nacional de Literatura, Premio Nacional de la Crítica y Medalla de Oro de Andalucía, profesor y autor de novelas y ensayos.

Los tres propiciaron un cruce de caminos entre la lírica, la música y el flamenco, un ménage à trois con derecho a roce con la belleza.

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