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Eduardo Carretero: el genio

  • El escultor granadino, autor de bustos como el de García Lorca o Ramón y Cajal, recibe los noventa años con una exposición retrospectiva en Madrid y el trabajo en su tranquilo taller de Chinchón

Vive en Chinchón por su pasión a la piedra. Eduardo Carretero eligió el lugar definitivo de su vida porque está apenas a unos kilómetros de las canteras de Colmenar, en donde él consigue el material para su obra, sus esculturas. Pero mantiene su fuerte acento granadino en una voz cálida y suave y su aire rebelde. Este año cumple 90 años. Madrid lo celebra dedicándole exposiciones. Algo similar debería hacer Granada.

"Yo no creo que tenga méritos para eso", dice al otro lado del teléfono. "Yo en esas cosas no pienso. Creo que se me ha valorado más de los que soy. Si hasta me dieron la Medalla de la Academia de Bellas Artes", recuerda.

El Centro José Saramago de Leganés abrió el pasado 13 de enero una muestra retrospectiva de la obra de Eduardo Carretero que podrá contemplarse hasta el próximo 3 de febrero. "Se trata de cosas antiguas", explica. "Vinieron a mi estudio y cogieron las cosas que tengo allí".

Eduardo Carretero, entre otras cosas, es el autor del busto de Federico García Lorca que preside la casa natal del poeta en Fuente Vaqueros. Hay otro busto ahora mismo en la Casa de España de Buenos Aires. También realizó el busto de Ramón y Cajal que se encuentra en el vestíbulo del hospital del mismo nombre en Madrid. O el retrato de Mariana Pineda en la casa en la que ella vivió.

"Ahora hago pocas cosas", comenta. "Ya estoy bastante 'cascado' y sólo puedo hacer pequeños retratos, cosas no muy grandes. La edad".

Eduardo Carretero es muy crítico con la política educativa sobre la enseñanza de la escultura en España. "Aquí no se enseña escultura. Se enseña Teoría de la Escultura. Pero no se enseña a esculpir. ¿Dónde se ven bloques de piedra en un centro de enseñanza? En ninguna parte. Además, hoy en día todo vale. Hoy ya no se llaman esculturas. Se llaman instalaciones. Se pone una piedra encima de otra y ya está. Supongo que es por los tiempos que nos ha tocado vivir". Carretero es más partidario de un retorno al formalismo escultórico. "Si se quiere seguir con la escultura, hay que volver al formalismo", indica. Recuerda con nostalgia los tiempos en los que, cada dos años, se hacían grandes exposiciones escultóricas en todos los pueblos y ciudades del país. "Cada dos años", recuerda, "los pueblos intervenían en la vida artística".

Uno de los grandes problemas que existen hoy son las galerías de arte y sus intereses económicos. "Hoy todo está en manos de las galerías, que son las que manejan el capital. El márketing es más importante que la escultura". Las galerías son también, en su opinión, las que se inventan movimientos artísticos y modas. "Yo no me clasifico dentro de ningún movimiento. Mi movimiento es la libertad", asegura el escultor. "Los movimientos son un invento de las galerías. Escultura es la que se hace bien o no se hace bien".

Eduardo Carretero no recuerda de dónde le vino la pasión por la escultura. "Ya estoy demasiado viejo para acordarme de eso", bromea. "Tengo fotos del primer retrato que hice, y fue en 1935. Las primeras cosas las hacía en casa de mi abuela, y el primer retrato fue de Juan Cristóbal, un pariente de la familia".

El escultor tuvo una intensa historia de amor con Isabel García Roldán, ya fallecida, prima de Federico García Lorca. Ella se aficionó al arte gracias a las esculturas de su marido: con los trozos de mármol que él desechaba al ir esculpiendo, ella realizaba mosaicos. El pasado año se inauguró en La Zubia una exposición con las obras de los dos. Pese a estar casado con su prima y haber realizado el busto de García Lorca, no llegó a conocerle del todo. "Sólo lo conocía de vista", recuerda. "Nunca llegó a posar para mí".

Carretero tuvo que realizar su carrera artística en unos tiempos realmente duros. "Tras la Guerra Civil nadie hacía encargos. Los escultores trabajábamos sólo gracias a los encargos oficiales de las instituciones, porque encargos particulares no había ninguno en absoluto. Lo que más tuve que hacer eran esculturas religiosas".

Ahora, a punto de sus noventa años, el escultor descansa en su casa de Chinchón, lugar de que es Hijo Adoptivo, realiza sus pequeñas esculturas y disfruta de los paisajes del pueblo. Su inmensa obra está presente por todo el país de forma silenciosa, callada, tranquilamente pétrea. Si esos rostros tallados por las manos de Carretero hablaran, podrían contar las largas horas de taller, las profundas reflexiones, los momentos de inspiración de un granadino de la Plaza Bib-Rambla de corazón universal.

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