Till Brönner. Músico

"Espero que nadie piense en la ingeniería alemana al escucharme tocar"

  • El más reputado jazzman alemán de su generación, actúa esta noche al frente de su quinteto. En el Majuelo se podrá escuchar un repertorio que es un recorrido por sus álbumes anteriores.

Trompetista, cantante, compositor, arreglista y fotógrafo, Till Brönner se ha convertido por méritos propios en la figura más laureada del jazz alemán, tanto por sus indiscutibles facultades como músico, como por su habilidad para trasladar al lenguaje del jazz casi cualquier estilo o repertorio que se proponga. A imagen y semejanza del añorado Chet Baker, Till Brönner luce elegante y seductor con la trompeta entre las manos, y como la leyenda del cool jazz, mantiene una asombrosa similitud entre su fraseo soplando el instrumento y su registro vocal. Y esa es solo una de sus muchas facetas pues el músico que le enganchó al género, el sonido que le metió el veneno del jazz en el cuerpo fue el de otra figura capital pero muy alejada estilísticamente del planteamiento suave y pausado de Baker, el soplo vigoroso, excelso y exuberante, casi atropellado, de Charlie Parker, la quintaesencia del apabullante bebop. Hasta el punto de que en una entrevista de hace unos años Brönner confesó haber descubierto muy joven la música de Parker, y que para él fue como su primera experiencia sexual.

-¿Ha encontrado usted algún otro músico contemporáneo que también le 'excite'?

-(risas) No. El efecto inicial no se puede repetir otra vez. Charlie Parker me mostró algo que hasta entonces no me había enseñado ningún contemporáneo. La combinación del sonido de Parker y su virtuosismo sin par, todavía no tiene equivalente. Tampoco sexual. (Más risas)

Aunque eso sucedió a edad tan temprana como los 13 años, la huella del impacto permaneció hasta su debut cuando, ya cumplidos los 22, publicó Generations of Jazz (Minor Music, 1993), un homenaje al hard bop tradicional que grabó junto a figuras como el contrabajista Ray Brown o el batería Jeff Hamilton, un hecho excepcional para un debutante que le hizo ganar el Premio de la Crítica y el Premio de la Industria Discográfica Alemana, y le abrió la puerta para codearse con los grandes nombres del jazz. Antes había estudiado música en la Universidad de Colonia, y prueba de su talento es el hecho de que tan solo tres semestres después de comenzar ya había sido reclutado como profesional por la orquesta del pianista Horst Jankowski. Desde entonces se caracterizaría por sus planteamientos para actualizar el bebop con elementos procedentes del hip hop y el rhythm&blues contemporáneo, aunque por supuesto no se queda ahí. Desde sus primeros álbumes ha hecho incursiones en todo tipo de músicas que ha llevado al terreno del jazz, como hizo con su tercer álbum, German Songs (Minor Music, 1996), en el que arreglaba temas clásicos del cine alemán para cuarteto de jazz y orquesta clásica.

Conforme se fue acercando el final de siglo, su prestigio fue creciendo, y así fichó por el sello Verve, con el que publicó Love (Verve, 1998), donde debutó como crooner, y dos años más tarde Chattin' with Chet (Verve, 2000), dedicado a Chet Baker. En Granada lo descubrimos hace cuatro años, cuando vino formando parte de Deep Inner Groove, un quinteto de ardoroso soul-jazz capitaneado por Chuck Loeb.

-Y precisamente con Loeb, con su hija y una orquesta acaba de colaborar en una de sus últimas grabaciones. ¿Cómo surgió esta reunión?

-Tengo una relación excelente con Loeb, por eso se llevó a cabo esta nueva reunión. Chuck tiene para mí un sentido muy agudo de las opciones y es un productor que cuenta con experiencia y gusto, un regalo para la mayoría de los músicos.

Comenzó el nuevo siglo poniendo música a Jazz Seen (A&M/Universal, 2001), un extraordinario documental sobre la vida del magnífico fotógrafo William Claxton, una figura muy influyente en la imaginería jazz por sus fotos de grandes maestros, y cercana a Brönner que también se dedica a la fotografía. Posteriormente hizo su primera incursión en la electrónica con Blue Eyed Soul (Universal/Verve, 2002), en el que junto al dj nipón Samon Kawamura y el cantante de soul Mark Murphy, actualizó la trompeta de jazz como parte de la electrónica actual. Una experiencia que ha repetido con otros grandes de la electrónica como Nicola Conte. Sería precisamente con otro cantante de soul, Joy Denalane, con el que conseguiría su mayor éxito, That Summer (Verve, 2004), con el que alcanzaría las listas de éxitos en Alemania y conseguiría ser el artista de jazz más vendedor de la historia del país.

-Tal vez por eso es tan apreciado allí, donde han llegado comparar su nivel internacional de ventas con ¡las exportaciones de Mercedes y de BMW! ¿Tanto vende allí?

-Pues la verdad es que no había escuchado nunca semejante comparación pero me resulta divertido. Mi experiencia es más bien que la referencia a los coches alemanes sólidos está bastante lejos de los ideales de los Jazz (risas). Los que me escuchan tocar espero que no piensen en la ingeniería alemana al hacerlo (más risas).

-Lo cierto es que su popularidad en Alemania no es atribuible en exclusiva a su condición de músico de jazz, sino también a su participación como jurado en un talent show de una popular cadena de televisión. ¿Qué tal fue la experiencia?

-Era importante e instructivo para mí ver qué prioridades se establecen en el mundo de la televisión. Algunos jueces en concursos de nuevos talentos pueden ofrecerle su "producto" para el público y tener un gran éxito popular. El producto de un músico de jazz en un formato convencional sigue siendo su música, en consecuencia, no debe esperar el éxito inmediato; básicamente debido a que el público es diferente, y de este modo puede que algunas personas sientan curiosidad y se acerquen al jazz. Pero me han tratado muy bien en la televisión y volví en el momento justo a mi propio mundo.

En sus posteriores entregas, Oceana (Emarcy, 2006) y Rio (Universal, 2008), su acercamiento a la música de Brasil, y concretamente a la bossa nova, la nómina de invitados es sencillamente deslumbrante: Madeleine Peyroux, Carla Bruni, Melody Gardot, Kurt Elling, Annie Lenox, Sergio Mendes, Luciana Souza o Milton Nascimento. Su ausencia de prejuicios para contaminar el jazz con otros géneros quedó patente con su siguiente álbum, At the End of the Day (Bam Bam Music, 2010), en el que llevaba a su terreno clásicos del rock con tanta audacia que incluso colaboraba con el grupo de metal gótico Type O Negative. Su último disco, en cambio, no es tan extremo y con el indicativo título de The Movie Album (Universal/Verve, 2014), rinde homenaje a las más conocidas melodías del cine de siempre -Casablanca, Cinema Paradiso, El Padrino…- con la ayuda de Gregory Porter, de nuevo Joy Denalene y Arturo Sandoval, que grabaron con él en Los Angeles.

-¿Es el clásico el cine que más le gusta?

-Es un cine que muestra historias sencillas, los conflictos de la vida cotidiana, sutilezas, también requiere la música apropiada. Esto es a menudo menos grandilocuente que un éxito de taquilla, qué duda cabe, pero mi intención está en reubicar la melodía y la composición, y es ideal para la improvisación y la música creativa.

-Para terminar, qué repertorio ha preparado para sus actuaciones españolas?

-Traigo conmigo mi Quinteto actual, que presenta un recorrido por mis álbumes anteriores. Es el mejor quinteto que he tenido y exigen el máximo de mí. Así me gusta, con tensión, que garantiza una gran dinámica.

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