Arte hoy

Eterna fragilidad

  • El paso del tiempo, según Juanjo Martínez Campos

No hace mucho, durante una beca en Segovia, Juanjo Martínez Cánovas hizo inocentemente un retrato de una mujer que guardaba luto y a quien, a cambio, pagó por pintar. El cuadro terminó haciéndose muy conocido porque con su trabajo obtuvo un premio bastante importante. Lo que no imaginó es que aquello le acarrearía un problema, pues la mujer en cuestión era la matriarca de una familia de etnia gitana que no podía confesar que ella había aceptado gustosa debido a su luto y aseguró que el artista le había hecho una fotografía 'robada' para poderla pintar. La cosa afortunadamente se quedó en una anécdota y, ahora, no puede evitar reírse de todo aquel revuelo. Al final, dice, "tuve que huir de allí...".

Ese cuadro no forma parte de su actual exposición porque lo vendió rápidamente. En cambio, hay otras protagonistas igual de interesantes. El pintor y tatuador murciano exhibe en la galería Ceferino Navarro hasta el 25 de febrero su último trabajo, al que ha llamado Blue & magic people, un conjunto de 26 obras dedicadas al desnudo femenino, el mundo del tatuaje y cuatro pequeños cuadros dedicados a José Tomás. La gente mágica a la que retrata son personas de su entorno, entre ellas una anciana de 96 años que ha pasado a ser ya "como de mi familia". Cuando le pregunto si quiere posar para un retrato siempre me dice... "vale, pero sácame guapa".

En sus cuadros es inevitable que se mezclen sus dos 'personalidades' pues hace ya más de diez años que Martínez Cánovas alterna en su estudio los pinceles y sus instrumentos para tatuar, una pasión que comenzó a los 17 años. "Si se domina la técnica no hay problema... pero mientras un mal día con la tela se puede corregir al día siguiente, con el tattoo tienes que estar centrado al cien por cien, porque como no salga como quieres se queda ahí".

Hay tres obras que ejemplifican el eje sobre el que giran los cuadros del pintor. Calipso, que representa la seducción física y mitológica creada por Homero en la Odisea -Calipso trató de impedir que el héroe volviera con Penélope-. Sabia experiencia, el retrato de la mujer de 96 años que simboliza el paso del tiempo. Y En un abrir y cerrar de manos, un cuadro de unos grafitos en unas manos casi esqueléticas que entronca con el tema de la muerte que ya trataba en la exposición Memento mori, en la que el cráneo era el modelo.

Hay sin embargo, una pintura que expresa todo lo contrario, una mujer embarazada que en la exposición es la vida porque, reconoce el artista, la belleza femenina es primordial en su obra.

Al fin y al cabo, siempre se trata de cuerpos desnudos en todos los sentidos (por dentro y por fuera) que, si acaso, están sólo adornados por la tinta. Con influencias del barroco, Martínez Cánovas admira sobre todos sus representantes al sevillano Valdés Leal, quien con sus Finis gloriae mundi (El fin de las glorias mundanas) e In ictu oculi (En un abrir y cerrar de ojos) también hacía referencia a la brevedad de la vida eterna. Él lo hace a través de la gente que retrata pero también con la simbología del tatuaje. Muchas veces, explica, le han preguntado por cómo afecta el paso del tiempo en ellos y que es uno de los motivos por los que algunos no se los hacen: "Cuando seamos viejos no nos gustará nada de lo que tengamos".

Juanjo Martínez Cánovas. Galería Ceferino Navarro. Hasta el 25 de febrero.

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