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Éxito apoteósico de Les Musiciens

Les Musiciens du Louvre repitieron éxito en el Festival de Granada. Su segundo concierto superó las altas expectativas que ya habían creado con el oratorio El triunfo del tiempo y del desengaño de Haendel el pasado martes. Para su segunda intervención Marc Minkowski escogió un repertorio enteramente instrumental con obras de Haydn, Gluck y Rameau, enmarcado en la tradición de los Conciertos Espirituales del siglo XVIII.

El concierto se abrió con la Sinfonía núm. 85 La Reina de Francia de Franz J. Haydn, que recibe su sobrenombre por haber sido dedicada a María Antonieta. Esta obra, de aire galante, le sirvió a Minkowski para abrir el concierto. Acostumbrados a escuchar la música de Haydn en interpretaciones tradicionales, los asistentes pudimos observar la maravillosa metamorfosis que puede sufrir este repertorio en manos de un director que ofrece algo más que lo que fríamente marca la partitura. Les Musiciens du Louvre realizaron una relectura en profundidad de la obra, potenciando matices que subrayaban los juegos motívicos y dotándola de una frescura y viveza inusitadas. El resultado fue una versión que deleitó a la mente y a los sentidos. Tras tan buena apertura del concierto, se interpretó el ballet Don Juan o el Festín de Pierre de Christoph Willibald Gluck. Esta obra es tan sólo un año anterior a la famosa ópera Orfeo y Euridice, con la que Gluck revolucionó el lenguaje de la música escénica en los albores del clasicismo. El ballet Don Juan evidencia ya el interés del autor por dotar de unidad y coherencia a las distintas escenas. Nuevamente, Marc Minkowski sorprendió con la lectura que hizo de la partitura. En lugar de exponer una sucesión de piezas de danza sin más, el director de Les Musiciens du Louvre fue intercalando comentarios en francés (parcialmente traducidos al castellano) en los que narraba la acción dramática y describía el sentido argumental de cada una de las partes del ballet. El goce fue nuevamente completo, ya que a la perfección interpretativa y la riqueza tímbrica de Les Musiciens du Louvre se unieron la expresividad y dramatismo que Minkowski supo infundir a la obra. La ovación fue tal que el director se vio obligado a salir varias veces a saludar y a levantar a los distintos grupos de solistas, pese a tratarse del intermedio.

La segunda parte estuvo dedicada por entero a la música de Jean-Philippe Rameau. Bajo el título Une Autre Symphonie Imaginaire Marc Minkowski seleccionó diversos fragmentos instrumentales de algunas óperas de Rameau, y las estructuró de forma semejante a un imaginario programa para los Conciertos Espirituales que se celebraban en el Palacio de las Tullerías de París. Fragmentos como Castor et Pollus, Zoroastre, Les Paladins, Les Indes galantes, Pygmalion o Acante et Céphise formaron este particular concierto. Además de la coherencia y belleza del conjunto, hay que mencionar una vez más el trabajo interpretativo de Les Musiciens du Louvre, una orquesta con un sonido perfecto y una versatilidad sin parangón en el momento actual. Posiblemente estemos ante una de las mejores orquestas de música antigua del mundo, y eso es algo que el público valoró con una extensa ovación final, que obligó a Minkowski a ofrecer dos bises de Rameau, con cuyos Sauvages se cerró esta velada de ensueño.

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