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Exposiciones en el recuerdo

  • La sala de exposiciones del PTS y la Corrala de Santiago acogen las exposiciones de los artistas Álvaro Albadalejo, Cristina Ramírez, Francisco Izquierdo y Paco Mármol

Exposiciones en el recuerdo

Exposiciones en el recuerdo

En un medio periodístico la actualidad es la que marca el propio devenir existencial; por eso en el espacio cultural de Granada hoy, la determinante realidad del Festival de Música y Danza que se ha venido celebrando para bien de la ciudad, imponía su absoluta potestad informativa y, por eso, ha sido protagonista -no podía ser de otro modo- de un amplio espacio de este medio. La mayor parte del panorama cultural de Granada se ha visto alterado por la entidad y trascendencia de lo que ha tenido lugar en las privilegiadas estancias de la Alhambra, el Generalife y allí donde la música y la danza ha desarrollado su eterno postulado. Sin embargo, la vida cultural de la ciudad ha seguido manteniendo su desarrollo habitual y en el panorama artístico se han celebrado una serie de exposiciones de importancia que queremos comentar para dejar constancia de su alto estamento.

En el Parque Tecnológico de la Salud, ese nuevo recinto que Granada dispone para lo relacionado con la medicina -Hospital, Facultad y Campus- se han celebrado dos extraordinarias exposiciones que tienen como hilo conductor una serie de circunstancias mentales que afectan a la propia situación experiencial de esta humanidad moderna situada en ambiguos territorios donde todo puede ser posible.

ÁLVARO ALBADALEJO. La actuación de lo inconsciente

Una vez ubicado en las estancias expositivas, el visitante se encuentra con una primera sala donde la rigurosidad escultórica y la intervención espacial plantean sus nuevas y determinantes posiciones artísticas. El artista granadino Álvaro Albaladejo se encuentra inmerso en un proyecto que trata sobre alteraciones funcionales de la mente. Todo el proceso creativo mantiene una primera clara circunstancia que llama la atención: su limpio testimonio plástico. El espectador, antes que introducirse en otros aspectos, se da cuenta que ante él se desarrolla una pulcra teoría escultórica, una sabia manifestación artística que deja, tras los preclaros elementos estructurales, abierta la más absoluta compuerta para que por ella entre cualquier tipo de situación conceptual. Obras en pared, esculturas de gran pureza artística e instalaciones que alteran la disposición espacial crean un ambiente de sabia contundencia formal. El color negro invade toda la escena, mínimamente alterada por dos piezas blancas. Además, sus obras presentan unas muy definidas características formales. Están realizadas con materiales que provocan alteraciones perceptivas, juegan con el brillo y el mate, con el material lacado y con la estructura rugosa o de otro sentido matérico. Toda esta magnitud plástica tiene como objetivo provocar la mirada del espectador para que éste intervenga en su proceso.

La realidad queda totalmente alterada. Existe una especie de provocación para que se distorsione la visión primigenia y se adentre a una especie de alucinación visual. El autor retuerce la figura, contornea los espacios, realiza dobles funciones cromáticas y manipula el propio sentido de la mirada para que esta se vea sometida a una especie de trampa conceptual que altere el propio desarrollo aprehensivo de la mirada.

Álvaro Albaladejo provoca estados que alucinen, que cambien el sentido de la percepción, que jueguen con la doblez conceptual y que generen fuertes cambios de emoción.

CRÍSTINA RAMÍREZ. Los enigmas apocalípticos del paisaje

Una vez que el espectador se desprende de ese pellizco emocional que retuerce el alma ante las obras de Albaladejo, la sala baja de este recinto expositivo nos lleva a una nueva experiencia sensorial con los inquietantes dibujos de una artista, también, poseída de una gran clarividencia creativa.

La pintura de Cristina Ramírez (Toledo, 1981) no puede dejar indiferente a nadie. Tanto por la forma como por el fondo, la mirada del espectador queda atrapada en una red de aplastantes inquietudes emocionales. El ojo observa una poderosa sucesión de bellos dibujos, sabiamente desarrollados en una estructura compositiva de gran contundencia plástica, con una elegante línea ilustrativa, una grafía exacta, rigurosa y determinante, así como un ritmo representativo de suma delicadeza y absoluta verdad pictórica.

Pero hay más, mucho más. Cuando la mirada del espectador halla acomodo en esa magnífica entidad dibujística, se siente que algo invade el espíritu; hay una abrumadora sensación de desasosiego; el paisaje que se representa produce mucha inquietud, abruma, transporta a enigmas que acechan algo inesperado; todo queda supeditado a una especie de destino implacable que la artista sabe impregnar de misterio y duda. En sus obras algo misterioso desprende una especie de sobrecogedor terror hacia fuerzas desconocidas; hay un paisaje calmo que presagia un destino inesperado; un miedo cósmico a lo que puede venir sin esperarlo y que cambie la estructura de la existencia. Y todo descrito con una sabia interpretación del paisaje, dibujado en todo tipo de soportes y que, en el mural Aire frío nos predispone a imprevisibles encuentros con una realidad donde lo humano ha desaparecido convirtiéndolo todo en un presagio apocalíptico de miedo hacia lo desconocido.

FRANCISCO IZQUIERDO. ¡Qué poco!

Francisco Izquierdo había nacido en Granada en 1927; miembro, por tanto, de esa generación ilustre que sería la encargada de recomponer los prestigios perdidos tras los episodios cainitas de nuestra contienda y su descarnada continuación; generación aquella que quiso retomar el rumbo que nunca se debió perder y, por tanto, protagonista de aquella escena artística de la Granada de los años cincuenta cuando había un interés grande para sacudirse los resabios de una tradición demasiado longeva y abrazar un nuevo tiempo que llevara consigo la conquista de la Modernidad. Fue autor de una pintura poderosa, llena de recursos, con el empleo de toda clase de elementos que posibilitaban una sutil figuración donde la representación manifestaba su más íntima esencialidad. Francisco Izquierdo tocó muchos palos de una pintura que conocía profundamente y a la que concedió unas particularísimas señas de identidad. Por eso no podemos comprender el sentido de este, más o menos, esbozo de exposición; una muestra sin absoluto rigor museístico, ni siquiera expositivo; mal montada, en los tramos de una escalera, con una visión inadecuada; una muestra comisariada sin criterio, formada por un ramillete de obras que, aunque importantes, desmerecen absolutamente, el nombre de Francisco Izquierdo.

PACO MÁRMOL. Una gran llamada de atención

En las bellas estancias de la Corrala de Santiago se ha venido celebrando una muy completa exposición del artista gaditano Paco Mármol; una cuidada muestra de dibujos realizados a bolígrafo BIC nos pone en sintonía con la obra de un artista dominador, intérprete genial de un dibujo exquisito y sin fisuras; sabio transmisor de una figuración que él plantea con determinante potencial artístico. Se trata de una serie de obras que representan animales en peligro de extinción. La fina elegancia de la línea representativa del artista compone imágenes espectaculares de esos animales con una pulcritud ilustrativa apabullante, relatora de una realidad que abruma de tanta perfección, con una sabia economía de medios plásticos, una increíble contundencia formal y una suprema intencionalidad representativa que impacta la mirada atónita del observador. Junto a cada animal representado - león, tiburón, gorila, oso polar, tigre, águila imperial, rinoceronte, atún, orangután y elefante - Paco Mármol pinta una imagen simbólica del mismo que descubre y explica la realidad que sufre cada uno de ellos para que su existencia esté en cuestión y su final demasiado cercano.

Hemos asistido a una muestra que atrapa pero que no se queda en los superficiales y epidérmicos efectismos que tanto abunda en ese realismo fotográfico e insustancial, sino que convence en continente y contenido y que, además, sirve para hacer una llamada de atención a las conciencias de una sociedad en decadencia.

Si el Festival ha protagonizado el paisaje cultural, una serie de exposiciones importantes han estado a la altura de tan determinante momento en Granada que siempre queremos de máximos absolutos.

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